Un musical evoca a un semiolvidado compañero del zorzal criollo

Padula, amigo de Gardel

Cristian Hansen logra hurgar con habilidad en una historia "bien argentina" y llevarla a la escena en formato musical loable.

Ficha técnica: Hollywood nunca conoció el tango. De Cristian Hansen y Gabriela Lavalle. Dirección general: Cristian Hansen. Diseño de iluminación: Horacio Fernández. Diseño de sonido: Patricia Perrone. Coreografía: Alejandra Simoes. Intérpretes: Gabriela Lavalle, Francisco Ramos, Pablo Cugnata, Alexia Skoufalos, Francisco Giua y María Skoufalos. Los viernes de abril y mayo en La Scala de San Telmo. EL ESPECTACULO Vicente Padula nació en el barrio de Palermo en 1898. Hijo de una familia sin demasiados apremios económicos sufrió la marginación de su propio entorno por su afición al tango. Padula fue un actor destacado (participó en los filmes "Melodía de arrabal" y "Cuesta abajo", entre otros) y bailaba como los dioses. Conoció a Carlos Gardel a través de su relación con el actor Tito Lusiardo y trabó con él una firme amistad. Juntos viajaron a Europa y Estados Unidos para trabajar, cuando todavía el Zorzal no había alcanzado el cenit de su carrera artística. Nunca quedó claro por qué Padula resolvió un día alejarse de Gardel y emprender el regreso. Estando acá recibió la noticia de la muerte de su amigo en el trágico accidente de Medellín y fue en ese momento cuando decidió que moriría en Hollywood (falleció en 1967), bajo el cielo que los había visto triunfar. Basándose en esta historia de aristas más que interesantes Gabriela Lavalle y Cristian Hansen delinearon un argumento teatral (al que intercalaron una docena de tangos populares), algo liviano en su estructura y con ciertas inexactitudes que deslucen el resultado final. No pueden desconocer los autores (que son además protagonista y director, respectivamente) que la trama se enmarca en un momento histórico determinado: los años dorados del tango en el cine. De hecho, lo reflejan en las caracterizaciones, en la escenografía, en el vestuario... Por eso sorprende escuchar temas como "Café La Humedad" y "Adiós Nonino", muchos más cercanos en el tiempo, en boca de los personajes. A lo largo de toda la obra, y a pesar del tono grotesco que adquieren ciertas escenas, no hay ni un solo indicio que justifique tal atrevimiento. ¿Se trata de una versión "muy libre" de la vida de Padula? Puede ser. Pero habrá que reconocer que el rompecabezas musical que se ofrece es de escasa creatividad. Los actores cumplen con lo suyo, el diseño de luces y sonido es correcto, y Gabriela Lavalle logra, incluso, una "performance" interesante en su faceta de cantante. La capacidad de Hansen de hurgar en una historia "bien argentina" para llevarla a la escena en formato musical también es loable. Pero lo que se ve deja en el espectador más dudas que certezas. Daniel E. Sousa