Habrá consultas públicas para definir su traslado a Ezeiza o su ampliación

Discuten el destino del aeroparque

Desde el accidente de LAPA, se escuchan más pedidos para su traslado. El flamante Plan Urbano Ambiental del ejecutivo porteño expresa que es necesario que la Ciudad continúe teniendo una aeroestación. La aeroisla habría sido dejada de lado. Aeropuertos 2000 tiene la concesión por cinco años más.

El posible traslado o reforma del Aeroparque Jorge Newbery genera polémica desde hace años ya que, según la opinión de diversos sectores, el crecimiento actual de los vuelos de cabotaje y la todavía fresca tragedia de LAPA lo han transformado en obsoleto, inseguro y poco operativo. Los datos aparecen como reveladores. Actualmente, se realizan 121.949 movimientos anuales y según lo proyectado a 25 años esta cantidad se duplicaría y pasaría a ser de 266.322 vuelos por año. Y sólo en cabotaje. Por consiguiente, la cantidad de pasajeros pasará de un flujo de 7.063.000 pronosticado para el 2000 a uno de 15.485.000 para dentro de un cuarto de siglo. Por lo que también deberá aumentarse el tamaño de las instalaciones que hoy ocupan 35.000 metros cuadrados a 78.000. Sin dudas, el proyecto que más ruido ha generado sobre el traspaso del Aeroparque Jorge Newbery fue el referido a una aeroisla en el Río de la Plata cerca de la costa, a la altura del actual aeropuerto. Aunque muchos atribuyen esta idea al ex diputado Alvaro Alsogaray, un proyecto similar de la Sociedad Central de Arquitectos elaborado en 1938 ya hablaba de una isla artificial para instalar el Aeroparque de la Ciudad de Buenos Aires frente a la Casa Rosada, iniciativa que luego fuera descartada por su elevado costo. Cincuenta y cinco años después, en 1993, el gobierno de Carlos Menem decidió darle rumbo nuevo a la idea de la aeroisla. El ex presidente firmó un convenio de asesoría en materia hidraúlica de Holanda a nuestro país. Un año después, se entregó el informe de prefactibilidad y en 1995 se anunció que una isla artificial comenzaría a construirse a finales de ese año para instalar allí el nuevo aeroparque. La construcción de la aeroisla tenía un costo total de 920 millones de dólares se designó a Alvaro Alsogaray al frente del proyecto. Fueron muchas las voces en contra. Políticos, economistas, arquitectos, asociaciones de vecinos y pilotos se opusieron pero el proyecto seguía en marcha. Con el tiempo y ante el poco consenso, la iniciativa entró en un virtual "freezer". MAS AEROISLAS En 1995 surgieron dos proyectos más, además del oficial. Uno de ellos -ideado por un estudio de arquitectura argentino y presentado a Alsogaray- proponía mejorar Ezeiza y ampliar el aeropuerto porteño rellenando 250 hectáreas adyacentes a la Costanera para realizar una nueva pista de 2.555 metros de longitud. Este plan reducía costos ya que estimaba todos los gastos en 700 millones de dólares. La segunda iniciativa, preveía trasladar el aeroparque a otra aeroisla pero esta vez ubicada en la Provincia de Buenos Aires, entre la desembocadura del arroyo Sarandí y Berazatagui. Este proyecto era propuesto por la denominada CODECO (Corporación de Defensa Costera). También en 1995, el por entonces gobernador bonaerense, Eduardo Duhalde, auspició una iniciativa que proponía llevar el Aeroparque al predio del CEAMSE en Avellaneda; eran 100 hectáreas que llegarían a la ribera del río y con acceso a la autopista Buenos Aires-La Plata. Pero en la búsqueda del consenso surgió una iniciativa parlamentaria, del senador provincial Juan Carlos Tudino, que proponía la remodelación del Taller Material Quilmes, perteneciente a la Fuerza Aérea distante a diez minutos de la Capital. Este nuevo lugar contaba con una pista de 1.600 metros, tenía varias vías de acceso a la Capital y el conurbano, era fácilmente expandible hacia la costa, y, algo primordial, no registraba "pozos de niebla" como en la zona del actual Jorge Newbery. Con el tiempo, no se habló más de ninguno de estos proyectos. Al llegar Fernando de la Rúa a la gobernación de la Ciudad se frenaron todos los intentos flotantes, ya que se hizo prevalecer la ingerencia de la Ciudad sobre los terrenos. Se dejó en claro que el traslado o no del aeroparque debería decidirse en un ámbito de consenso entre la Nación y la Ciudad donde se discutiría, además, la finalidad los futuros espacios verdes que dejaría el actual Aeroparque, una de las