"La caverna", los "shoppings", y otros símbolos

Otra metáfora de Saramago

José Saramago, Premio Nobel de Literatura 1998, pasó por Buenos Aires para presentar su nueva novela, a través de una conferencia que dio el martes pasado en la Biblioteca Nacional.

"La caverna" es otra metáfora, de las que acostumbra a cultivar el escritor portugués sobre la deshumanización de la sociedad, pues en la novela una familia de alfareros comprende que ha dejado de serle necesaria al mundo, debido a los cambios en modas, gustos y métodos de fabricación. En "La caverna" Saramago vuelve a caminar sobre el sendero que él mismo se marcó desde hace tiempo, al comprender que se vive en un mundo en rápido proceso de extinción y otro que crece y se multiplica como un juego de espejos donde parece no haber límites para la ilusión engañosa. La novela habla de un modo de vivir que cada vez va siendo menos el nuestro y se asoma a la entrada de un supuesto "mundo feliz" cuyas consecuencias sobre la mentalidad humana son cada vez más visibles y amenazadoras. El Premio Nobel de Literatura 1998, el portugués José Saramago sostuvo el martes pasado que cada vez le interesa menos hablar sólo de literatura y denunció el injusto abismo existente entre quienes tienen y quienes no, además de denunciar "las imposiciones de la factoría Disney en el tercer mundo". NADA DE LITERATURA "Hablar de literatura cada vez me interesa menos; mejor dicho, hablar sólo de literatura", destacó el autor de "Memorial del convento", "El año de la muerte de Ricardo Reis" y "La balsa de piedra", entre otros títulos. En el transcurso de una conferencia de prensa, celebrada en la sala de prensa del Hotel Caesar Park, Saramago presentó su último libro "La caverna", al tiempo que -como es habitual en sus presentaciones públicas- dio su opinión sobre la realidad socio-política. En este sentido, el escritor subrayó "el injusto abismo en auge entre quienes tienen y quienes no, y entre quienes saben y quienes no" y condenó "las imposiciones que la factoría Disney suele establecer en el tercer mundo". Su militancia política en el Partido Comunista Portugués y sus duras intervenciones públicas a propósito de la integración de su país a la Comunidad Europea le ha valido una popularidad en todo el mundo que trasciende sus dotes literarias. En esta ocasión, Saramago no soslayó la realidad argentina y mencionó a los presos de La Tablada, a quienes tiene previsto visitar en el día de mañana. Inevitable resultó la recurrente referencia a Pessoa, su compatriota portugués a quien homenajeara en "El año de la muerte de Ricardo Reis": "Su influencia es universal, aunque no creo que se perciba puntualmente en mi obra", aclaró y prosiguió con una confesión: "lo que le envidio es el hallazgo de la palabra desasosiego, aunque no me refiero a ése concepto cuando digo que escribo para desasosegar a la gente". Respecto a los críticos, Saramago afirmó tener un "principio sagrado": no comentar nunca una crítica, sea laudatoria o condenatoria, aun cuando críticos más acérrimos o pragmáticos suelan calificarlo de candoroso o políticamente incorrecto. UN TRIPTICO En "La caverna", texto que conforma un tríptico literario junto a sus dos novelas anteriores -"Ensayo sobre la ceguera" y "Todos los hombres"- el premio Nobel desanda los avatares de una familia de alfareros que comprende trágicamente que su labor ha perdido utilidad ante a los requerimientos del mundo actual. La trama se enfrenta con un proceso acelerado de deshumanización donde todos los días se extinguen especies animales y vegetales o hay profesiones que se tornan inútiles y tradiciones que pierden sentido. "Comencé a concebir la historia en el ´97, luego de un viaje, cuando al regresar a Lisboa me encuentro con una enorme excavación y un cartel que anuncia la construcción de un Centro Comercial", declaró el autor a propósito del disparador emocional de la historia. En ese instante sintió cierta analogía con el mito platónico de la caverna, entendiendo el "shopping" como un ámbito físicamente cerrado, incluso sin ventanas, donde el hombre busca gregaria protección ante los riesgos con que lo acecha la realidad. "También las cavernas servían para protegerse de las inclem