Opinión
MIRADOR POLITICO

YPF: la cuestión de fondo

El lunes, al conocerse el fallo de la justicia norteamericana contra la Argentina por la calamitosa reestatización de YPF, Javier Milei responsabilizó de lo ocurrido a Axel Kicillof por su pésima praxis. “Independientemente de la cuestión de fondo”, aclaró, mientras aprovechaba la ocasión para agraviarlo y ridiculizarlo.

Más allá de que el Gobierno esté en campaña para ganar en la provincia de Buenos Aires y la noticia le cayó como anillo al dedo para exponer al gobernador, lo relevante es -contra la opinión del Presidente- la “cuestión de fondo”. O, puesto en otras palabras, el enorme agujero que el fallo significa para las finanzas públicas que tendrá que pagar toda la población.

La cuestión de fondo es también quién verdaderamente hizo posible la estatización, porque Kicillof no actuó sólo, sino que se limitó a hacer el trabajo encargado por los Kirchner, que venía precedido del turbio ingreso de los Eskenazi a la empresa.

Cristina Kirchner, hoy presa por otra grosera estafa al Estado nacional mediante la obra pública, justificó la enajenación de la empresa a sus dueños españoles, a pesar de que violaba los compromisos asumidos por el Estado argentino durante la privatización de los 90. Su excusa fue que así se recuperaría la “soberanía” energética.

Nacionalismo populista, de la clase más primitiva. El mismo que describió hace más de dos siglos Samuel Johnson con una frase que se hizo célebre: “El nacionalismo es el último refugio de los tramposos”.

El mismo que usó Kicillof para defender su torpeza imperdonable, acusando a Javier Milei de entreguismo, viejo recurso del chauvinismo más grosero, provenga de la izquierda o de la derecha.

Kicillof argumentó ante el Congreso en 2012 que eran “tarados” los que creían que había que cumplir con lo establecido en el estatuto de la empresa. Así, gracias a su astucia, enterró al país en una deuda de 16 mil millones de dólares y contando.

Pero ese desastre no fue producto de un desatino, una locura, una avivada u otra estafa al Estado únicamente de quienes manejaban el Poder Ejecutivo. La expropiación fue aprobada por el Congreso por una mayoría aplastante, superior a los dos tercios: 208 diputados sobre 257, y 63 senadores sobre 72. Muy pocos se animaron a votar en contra; varios se ausentaron. Logrado su propósito, los peronistas se felicitaban unos a otros como cuando Adolfo Rodríguez Saá decretó el “default” de la deuda pública y, en plena algarabía bananesca, más de medio recinto lo aplaudió de pie.

Pero la cuestión de fondo tampoco se agota con los responsables ideológicos, políticos y económicos del enorme muerto que dejó el peronismo. Hoy existe Vaca Muerta, un proyecto en pleno crecimiento y clave para el ingreso de los dólares que siempre fueron una limitación para el desarrollo. Hay importantes negocios con impacto directo sobre la macroeconomía que no se sabe en manos de quién quedarán, agregando incertidumbre al futuro.

Por último, la cuestión de fondo deja además una lección para políticos: no se pueden hacer negocios violando la ley cuando la última palabra la tiene un juez independiente que no les garantiza la impunidad.