Opinión
Mirador político

Vencedores y vencidos

El primer impacto del triunfo electoral de Javier Milei fue financiero. Los valores argentinos tuvieron una recuperación histórica en los mercados y la paz cambiaria se consolidó.

El Presidente fortaleció esa reacción al prometer la puesta en marcha de reformas estructurales. Tras varios meses arrinconado por la oposición recuperó la iniciativa y marcó la agenda como corresponde a los vencedores.

 

Acto seguido, revisó su entorno y comenzó a definir quiénes serán los protagonistas del segundo impacto de las elecciones: el político. Aquí también prevalecieron los ganadores: Manuel Adorni, que había liquidado al macrismo en su propio bastión, CABA, y Diego Santilli, que hizo otro tanto con el kirchnerismo bonaerense.

 

Detrás de ambos nombramientos estuvo la mano de Karina Milei. El derrotado fue otro influyente entre bambalinas, Santiago Caputo, que había alimentado a los medios con trascendidos en sentido contrario. Esas versiones hablaban de que le crearían un “superministerio” desde el cual tejería acuerdos de gobernabilidad con la “casta”.

 

Como esos vaticinios tardaban en cumplirse los rumores cambiaron hasta convertirlo en ministro del Interior. Finalmente, la designación de Santilli dio por tierra con tanta manipulación informativa.

 

Más allá de esas operaciones, lo fundamental es que los últimos cambios ministeriales significaron un aviso de la estrategia del gobierno para los próximos dos años: no habrá alianzas, ni coaliciones, sino el fortalecimiento del liderazgo presidencial.

 

Karina Milei armó las listas de candidatos con tropa propia para que eso suceda. En la vereda de enfrente Santiago Caputo, impulsor del acuerdismo terminó desautorizado por el escrutinio.

 

Los números de hace 10 días le dan a la hermana del presidente toda la razón para imponer el “purismo” libertario. ¿Qué sentido tiene un acuerdo con una UCR que agoniza y es presidida por un perdedor como Lousteau? ¿Para qué podría servirle un acuerdo con Mauricio Macri que exhibe su despecho indecorosamente, mientras sus votantes y dirigentes votan a Milei o se pasan a sus filas? En ambos casos el camino no es la alianza sino la cooptación de los dirigentes rescatables.

 

Conclusión: el triunfo del 26 de octubre fue de los Milei y de sus soldados incondicionales. Nadie más lo capitalizará y es otra muestra de un proceso de cambio del régimen político y partidario que se mueve a una velocidad fantástica.

 

En ese escenario no hay lugar para terceras partes. La interna peronista quedó congelada en la puja Cristina Kirchner vs. Axel Kicillof y Milei los eligió a ambos como sus rivales más apetecibles. Son el enemigo perfecto. No los invitan a ningún diálogo ante el peligro de que se allanen.

 

En cuanto al espacio “moderado” o “promercado” tampoco se ven alternativas a Milei. Los gobernadores opositores dependen del Tesoro. Su apoyo es accesible, transitorio y caso por caso. No hay necesidad de pactos que diluyan la identidad del proyecto de los hermanos Milei.