Suplemento Económico

"Vemos que este Gobierno no tiene política industrial"

Yeal Kim, el empresario surcoreano que preside la fundación Protejer. El hombre de negocios advierte que cayó la demanda y subieron los costos. Con menor presión impositiva se crearían 200.000 empleos. "La situación es alarmante", enfatiza. El 50% del sector pierde plata.

Cierto entusiasmo, el claro convencimiento de que el trabajo y el esfuerzo es la única manera de salir adelante impulsan a Yeal Kim, flamante presidente de la Fundación ProTejer. No le han tocado tiempos sencillos para asumir el cargo. El escenario económico se ha vuelto nuevamente hostil para el sector textil, que enfrenta la compleja combinación de caída de la demanda y suba de los costos de producción.

Pero Kim sabe de contratiempos. Nacido en Corea del Sur, llegó a la Argentina en 1976, expulsado por la pobreza de un país que igualaba los estándares de las peores naciones africanas. Y desde la nada misma, sacrificio mediante, terminó por crear Amesud, una empresa de tejido de punto de nivel mundial, que cuenta con 470 empleados y una planta de 30.000 metros cuadrados en San Martín.

-¿Los textiles son la Cenicienta del modelo económico?

-Hoy el sector está atravesando un momento muy crítico. El punto más importante es que se retrajo el mercado, hay falta de demanda. Se advierte un menor consumo. La realidad es que quedaron más flacos los bolsillos. Hoy en día en lo primero que gasta un trabajador es en la comida, después paga los servicios y si le queda algo restante, entonces comprarán ropa y zapatos. Se han empobrecido. Por este motivo nosotros estamos sufriendo.

-¿Cuánto cayeron las ventas en el sector?

-Para tener una idea, en el 2015 el mercado textil era de 500.000 toneladas de consumo y hoy en día bajó a 400.000. Hace dos años el 50% del mercado era importado y el otro 50% estaba ocupado por la producción nacional. Hoy en día los importados son el 60%. Haciendo un análisis sectorial, el sector está trabajando con menos del 50% de la capacidad instalada. Eso es grave.

-¿A cuánto llegó el nivel de producción en años anteriores cuando el consumo era más elevado?

-Llegamos al 90% en el 2011. Del 2002 al 2015 nuestra inversión sectorial fue de u$s 3.500 millones. Los empresarios crecieron y se equiparon muy bien. El sector textil empieza en su cadena desde la fibra. En el nivel de hilandería hoy se compite con el mundo, aunque suene extraño. Los hilanderos han hecho muchísimas inversiones y el mercado está abierto.

INVERSION

-¿Invierten para mejorar sus niveles de competitividad?

-Claro, invierten para lograr eficiencia. Ningún textil cree que el Gobierno nos va a proteger toda la vida. Mentalmente nos venimos preparando para la apertura del mercado porque en algún momento uno tiene que competir con el mundo.

-Está instalada la idea de cierta fragilidad del sector cuando se abre la economía.

-Sí, pero por ejemplo el eslabón de los hilanderos hoy es competitivo con el mundo. Nadie va a traer hilados de India porque es más barato, al contrario. Si hoy traen desde India, pagando el arancel del 18% para el algodón y 5% de costos, eso les resulta más caro que comprar el hilado de producción nacional. Por lo cual nadie importa hilados.

-¿Cuál es el punto más flojo de la cadena?

-Los que siguen en la cadena son los tejedores, que compran los hilados y tejen. Ellos están en un nivel muy competitivo, excepto alguna tela que no se fabrique en la Argentina. Se está importando muy poca tela. El sector más vulnerable, el más complicado, es el sector de confección. En la pirámide, hacia la base es donde el trabajo se vuelve mano de obra intensiva y ahí es donde se nota la diferencia de costos con países del sudeste asiático. Hay una diferencia muy grande en materia de mano de obra.

-¿Aquí es donde empieza a jugar el peso de los impuestos?

-La presión impositiva es alta. Cuando nos preguntan por qué la ropa hecha en Argentina es más cara, siempre digo que hay un costo elevado en materia de impuestos. Vamos a suponer el escenario en el cual los industriales nos volvemos locos y vendemos nuestros productos a costo cero y sin ganancia. ¿Cuánto puede bajar el producto? Un 10%. Sigue siendo caro. No nos pueden decir que somos formadores de precios sino que somos víctimas de estos procesos.

-Otros sectores industriales o agropecuarios han acuñado esta idea de que son competitivos desde el portón o la tranquera para adentro. Pero cuando salen al mercado pierden. ¿Les pasa lo mismo?

-El sector de confección es el más complicado y no tengo problema en decir que entre el 70 y el 75% son informales. El tema ahí es que son muy competitivos, pero es una competencia desleal. A su vez, no son eficientes. Nunca la fábrica de doña Rosa, con dos o tres empleados informales, puede competir con una planta china de 5.000 personas. La eficiencia, la inversión, la maquinaria, todo es diferente. El día de mi asunción hice hincapié en que trabajaremos para ayudar a formalizar el sector de confección, siempre con un marco normativo adecuado para emplear de aquí a cinco años alrededor de 200.000 personas.

EMPLEO

¿Si hubiera un cambio en los impuestos sobre el trabajo el sector aumentaría la generación de empleo formal?

-Obviamente que con un marco normativo adecuado podemos crear el puesto de trabajo. Para eso estamos trabajando y proyectando crear varios parques industriales para la confección a lo largo y ancho de todo el país. Nuestro sector está muy diversificado por toda la Argentina, con fuerte presencia en Córdoba, Santa Fe, Corrientes, Chaco, Catamarca, Mar del Plata y Buenos Aires, donde se registra la mayor concentración. Es una industria muy fuerte y puede ayudar a bajar la pobreza y la desocupación.

-¿Cuál es la visión que el empresario tiene del empleado textil? ¿Está capacitado, lo tienen que formar? ¿Encuentran operarios especializados?

-En cada eslabón del rubro la visión es diferente. En hilandería cada vez hay menos mano de obra. Algunos hilanderos hace tres años tenían 3.000 personas y hoy tienen 1.200 empleados gracias a la tecnificación del trabajo. Se hicieron inversiones muy grandes y se abarataron costos. En tejeduría, comparado con una década atrás, ahora hay maquinaria que permite producir un 50% más de volumen y ahorro de energía y espacio. Hay trabajadores especializados, pero cuando queremos desarrollar algún producto nuevo se nota que falta mano de obra. Estamos haciendo mucho hincapié en la educación.

-¿Cómo impactó el cimbronazo cambiario en el sector?

-A partir de esta situación hay algún punto favorable y otros que nos dificultan más. Algunos productores nacionales con la devaluación se vieron beneficiados, pese a que parte de los costos de producción están vinculados al dólar. Por ejemplo algunos colorantes o productos sintéticos son importados. Estamos tratando de trasladar lo menos posible a precios para que no afecte al precio final. Mayormente los insumos que usamos son nacionales. Argentina es el sexto productor mundial de algodón, con lo cual no se puede pensar este país sin industria textil. Lo bueno de Argentina es que tenemos desde la materia prima hasta la mano de obra, más allá de los costos y los impuestos. Eso es un problema que puede resolverse con el Gobierno, con tiempo, pero tenemos todos los requisitos para ser fuertes en el sector.

-¿Los complicó la suba de tasas para tomar crédito?

-No es que la tasa alta nos complicó un poco, ahora directamente tomar crédito es inviable. Pagando 40% anual el negocio es inviable. Pero creo que es un problema coyuntural que de alguna manera se va a resolver. En el corto plazo debería establecerse una tasa razonable, sino todo se complicará mucho, sobre todo para las pymes que quedaron muy golpeadas. Casi un 50% de los industriales del sector textil está perdiendo plata. La situación no es preocupante, es alarmante. Si seguimos como hoy van a generar mayor desocupación y eso causará problemas sociales. Se produce un efecto dominó: cuando cae la demanda, las empresas fabrican menos, entonces demandan menos telas y cae el trabajo.

POLITICA

-¿El Gobierno tiene un eje industrial? ¿Pone el acento en el sector productivo?

-Hoy vemos que este Gobierno no tiene una política industrial de apoyar a la microeconomía de nuestro sector. Nosotros seguimos igual en contacto permanente con el Gobierno. Queremos proponerles no que nos protejan, sino que trabajemos en conjunto para promocionar y ganarle a esta crisis produciendo.

-¿El sector textil exporta o tiene mayormente un perfil destinado al mercado interno?

-Está volcado claramente al mercado interno y las exportaciones alcanzan solo los u$s 700 millones. Generalmente los destinos de exportación son los países de la región.

-¿Se pudo construir algo en materia de políticas comerciales de bloque? ¿Ayuda el Mercosur?

-Las grandes marcas tienen un posicionamiento importante en el Mercosur. Pero la experiencia más importante en materia de política industrial en el Mercosur fue la que ocurrió en los años anteriores con el capital brasileño invirtiendo en las plantas textiles argentinas. Ese fue un proceso de integración muy interesante que vino de la mano de una decisión política. Ahora esto cambió y ellos tuvieron problemas económicos.

-¿Cómo los afectó el incremento de tarifas?

-Una cosa son las pymes y otra las medianas y grandes empresas. Estas últimas compran en el Mercado Eléctrico Mayorista, por lo tanto es una tarifa que estaba actualizada. Las pymes que tienen menos de 300 kilowatts de potencia compran a las distribuidoras y tenían precios diferenciados. Ahora están recibiendo tarifas enormes, algunos hablan del 500 o el 1.000%. Hay mucha disparidad.

-¿Qué le sugeriría a un empresario que recién comienza?

-Más que sugerencia, yo le contaría cuál es mi política personal. Uno tiene que tener confianza y apostar con todo a lo que está haciendo. Si uno empieza a dudar porque el momento es muy crítico, y quiere esperar a que mejore, tal vez se pierda la oportunidad. Por más que sea un momento difícil, uno tiene que pensar en cómo lograr eficiencia, cómo bajar costos y prepararse para enfrentar las dificultades. Hay que tener fe y trabajar. No hay que esperar la ayuda de afuera o del Gobierno. No hay un gran secreto, hay que trabajar.