“Resulta incomprensible que en el año 2025 alguien pueda morir de frío en la calle. Es algo que no cabe en mi cabeza”, resaltó a La Prensa Mónica De Reiss, directora de la asociación civil Amigos en el Camino, que se dedica a asistir a las personas en situación de calle en la Ciudad de Buenos Aires. Su voz, a la vez calma y cargada de una urgencia forjada en la experiencia, pinta un cuadro desolador y complejo de la situación actual.
Desde hace 16 años, Mónica se convirtió en una cronista de la fractura social que se vive en el territorio porteño. Su testimonio, forjado de trabajo en las calles, revela una nueva y alarmante fisonomía de la pobreza en que profesionales, estudiantes y familias enteras, tras la ruptura de sus redes de contención, caen en un abismo de desamparo del que es cada vez más difícil salir. De Russis advirtió que se está desmoronando el estereotipo anacrónico del "linyera". La crisis ha mutado, y sus víctimas ya no responden a un único perfil. Son las esquirlas de un sistema que expulsa a una velocidad alarmante.
“Hoy nos vinieron a ver un chico de 18 años y otra chica un poco más grande que hace muy poco tiempo están en la calle. Lo vi al chico y era un nene. Su familia lo expulsó de su casa y se quedó en la calle. Estamos intentando sacarlo cuanto más rápido podamos para que pueda hacer algo con su vida. Tiene mucho futuro, pero si se queda en la calle termina destruido. Por eso estamos buscando que alguien done bicicletas o celulares para que puedan trabajar en algún delivery así consiguen dinero para alquilarse una habitación”, señaló la cara visible de la ONG en diálogo con La Prensa en la sede de Amigos en el Camino (Valentín Gómez 3332, Abasto).
Mientras se desarrollaba la entrevista, varios voluntarios preparaban los insumos que se destinarían al recorrido nocturno, el programa más visible de la ONG, que realizan cada jornada por territorio porteño. También cuenta con un programa de Merienda de los Sueños, enfocado en "las mamás con niños que salieron de situación de calle" y otro programa de Trabajo Social, que funciona como puente para que las personas dejen la calle y se los ayuda a tramitar su DNI, subsidios habitacionales y asistencia médica para garantizar sus derechos.
Su organización está "colapsada" por la cantidad de gente que llega a su puerta pidiendo ayuda, la mayoría recomendados por el boca en boca entre las personas que viven en la calle. El problema, insiste, se ha agravado visiblemente en el último tiempo. "Hay más personas en situación de calle, hay más personas en riesgo de estarlo", afirmó De Russis, comparando la situación actual con la de meses anteriores.
Dos voluntarias exhiben una manta térmica e impermeable confeccionada con sachets de leche o yoghurt, parte de la campaña el otro frío.
FALTA DE VISIBILIDAD
Este incremento no es solo una percepción. La escasez de datos certeros de todas las comunas sobre la cantidad de personas en situación de calle es un gran obstáculo para encontrar una solución. “No se puede construir sobre cimientos de datos inexactos. Solo la verdad ofrece una base sólida”, señaló la referente social.
El gobierno porteño, en su último relevamiento oficial de noviembre de 2024, contó 1.236 personas durmiendo en las calles de toda la ciudad. Sin embargo, el trabajo realizado por las organizaciones sociales refleja una realidad completamente diferente. Amigos en el Camino forma parte del colectivo Asamblea Popular por los Derechos de las Personas en Situación de Calle, que realiza sus propios censos populares. El más reciente, llevado a cabo el 8 de mayo de 2025, se enfocó en la Comuna 1 (que incluye barrios como Retiro, San Nicolás, Puerto Madero, San Telmo, Montserrat y Constitución) por ser, históricamente, la de mayor concentración de personas sin techo.
Los resultados fueron abrumadores. “El censo popular, que hacemos las ONG, dio hace pocos días que solo en la Comuna 1 hay 1483 personas en situación de calle”, enfatizó la referente del barrio del Abasto. En tanto, la cifra es elocuente al mostrar que en una sola de las quince comunas de la ciudad, las organizaciones encontraron más personas que las que el gobierno reportó en toda la Capital.
Según los datos oficiales más recientes -y mientras se espera los del nuevo relevamiento realizado en mayo de este año-, en noviembre del año pasado el Gobierno porteño había contabilizado 4049 personas en situación de calle: 2813 estaban alojados en paradores y 1236 estaban en la calle en forma permanente. Ese dato significó un aumentó del 23% en relación al registro de noviembre de 2023.
Ante este dato, Mónica cuestionó la cifra oficial y solicitó un relevo fidedigno de la situación actual que se atraviesa. “Si tuviesen el número real, tendrían que tener la previsión real de espacios que tenés que tener y mejorar los espacios que tenés”, explicó la referente que reiteró que la negación de esta cifra conduce a una falta de recursos que, en un invierno crudo, se traduce en una cuestión de vida o muerte. Cabe destacar que el mismo colectivo alertó que durante la primera parte del año se detectaron 3 muertes de personas en situación de calle en la Ciudad de Buenos Aires.
La consecuencia directa es un sistema de atención desbordado en que “Llegamos a fechas como ahora, donde no sé cómo están haciendo, pero antes de que viniera la ola polar, no había vacantes en los paradores”.
En cada jornada se preparan autos con bebidas y alimentos para distribuir durante los recorridos nocturnos que la ONG realiza en las calles de Buenos Aires.
PROBLEMA HABITACIONAL
Quienes buscan refugio en el sistema estatal a menudo se encuentran con un panorama desolador. El lema oficial, tanto del Gobierno de la Ciudad como de las organizaciones sociales, es que "la calle no es un lugar para vivir". Para ello, el Estado ofrece dos herramientas principales, como son los Centros de Inclusión Social (CIS), también conocidos como paradores, y un subsidio habitacional. Sin embargo, en la práctica, ambas soluciones se revelan como parte de un sistema laberíntico, insuficiente y, en ocasiones, violento.
Mónica explicó que muchos no vuelven porque sufren el robo de sus pertenencias, se enfrentan a situaciones de violencia y se encuentran con “un mundo ajeno para el que no están preparados, especialmente aquellos que no tienen problemas de adicciones y provienen de historias de trabajo o conflictos familiares”.
Por otra parte, en estos espacios, la falta de privacidad y la convivencia forzada con personas con diversas problemáticas, incluyendo adicciones y conductas delictivas, genera un ambiente de hostilidad. “Hay, dentro de la población, como en todos los lugares, personas que para subsistir delinquen y te roban el celular, la ropa, porque no tienen, porque lo necesitan ellos también”, dijo Mónica. Para alguien que acaba de perderlo todo y cuya única posesión valiosa puede ser su teléfono o un par de zapatillas, el riesgo es demasiado alto.
La alternativa, una habitación de hotel, otro grave problema en al ciudad. “Nos enfrentamos a una emergencia habitacional. Se ve un efecto dominó en que los inquilinos se han visto forzados a mudarse a viviendas cada vez más pequeñas. Aquellos que alquilaban un apartamento de tres ambientes se pasaron a uno de dos; los de dos, a uno de un ambiente; y estos últimos, a opciones más económicas en otras zonas. Como resultado, las personas con menos recursos han recurrido a los hoteles. Esta alta demanda ha saturado el mercado, por lo que los precios aumentan y, aun así, no se consiguen habitaciones”, señaló la referente social.
“Mientras una habitación con baño y cocina compartida puede costar entre 300.000 y 400.000 pesos, y esos son ya precios desactualizados, el subsidio habitacional del gobierno para una persona sola es de 159.000 pesos”, resaltó la voluntaria.
En tanto, para una familia de cuatro personas o alguien con discapacidad, el monto máximo es de 247.000 pesos. "¿Cómo hacés para llegar?", se preguntó la directora de Amigos en el camino.
También señaló que el acceso a este subsidio está lleno de obstáculos. El principal filtro es la exigencia de un presupuesto formal del hotel, un documento que la mayoría de los establecimientos se niega a dar.
Esta barrera burocrática ha generado una consecuencia previsible y perversa. “Hay un mercado negro. Hay hoteles que te hacen el presupuesto y te cobran 50 mil pesos”, se indignó la referente de la ONG que señaló la paradoja de la situación donde el propio sistema, en su afán de controlar, incentiva a la corrupción y obliga a personas en extrema vulnerabilidad a gastar un dinero que no tienen para poder aspirar a una ayuda que, de todas formas, no les alcanzará para pagar el alquiler.
El resultado es un círculo vicioso ya que sin trabajo, no se puede alquilar; sin subsidio, tampoco; y sin un presupuesto, no hay subsidio. La persona queda atrapada en la calle.
El frío es uno de los peores enemigos para las personas en situación de vulnerabilidad, quienes a menudo deben buscar refugio en lugares improvisados para pasar la noche.
SUPERVIVENCIA EXTREMA
Lejos de las oficinas gubernamentales y las estadísticas, la vida en la calle es una batalla diaria por la supervivencia, librada en múltiples frentes en que se mezclan la seguridad, la higiene, la salud física y mental, y la lucha contra la indiferencia.
La situación está regida por el temor. “Hay personas que duermen de día porque si lo hacen de noche temen que les pase algo”, señaló la voluntaria que desde hace más de una década trabaja en Amigos en el Camino.
Al temor por los robos se le suma el miedo a los operativos de Espacio Público. Al limpiar las veredas, se retiran pertenencias de valor para sus dueños. Algunos de estos objetos son los que “usan para dormir en la noche, como mantas, mientras que otros son los últimos recuerdos que conservan de sus antiguas viviendas”.
Para higienizarse, cada uno construye su propia red. Algunos acuden a iglesias o al "Dispositivo de Primer Acercamiento" del gobierno, que cuenta con duchas. Otros consiguen que algún familiar o amigo les permitan bañarse. Cada estrategia es un pequeño triunfo contra la precariedad.
SALUD
La exposición constante a la intemperie, la mala alimentación y el estrés emocional tienen consecuencias devastadoras para la salud. “Estar mal alimentados, mal vestidos, mal dormidos, sin el apoyo emocional genera la aparición de enfermedades", señaló la directora de la ONG.
Entre las más frecuentes, Mónica menciona patologías directamente asociadas a las condiciones de vida como “la tuberculosis, la sarna o la neumonía”. Sobre la primera, De Russis, quien ha estado en contacto con el Observatorio Social de la Tuberculosis en Argentina, explicó que es una enfermedad “con tratamientos largos, de al menos seis meses, que requieren una adherencia estricta a la medicación, algo extremadamente difícil de sostener en la calle”.
Junto a las enfermedades físicas, la salud mental es quizás la herida más profunda y desatendida. El universo de la calle es heterogéneo, pero De Russis encuentra un hilo conductor conformado por "la soledad". Más del 70% suelen ser hombres, sobre quienes pesa un mandato cultural que les dificulta pedir ayuda.
La depresión es una constante. “Se quedó sin trabajo, se separó, lo echaron de su casa, no tiene un peso y su amigo o familiar no lo puede contener. Y no consigue trabajo porque cuando deja un curriculum no tienen a dónde llamarlo porque le robaron el celular. Además, empezó a caer en situación de calle y su aspecto desmejora y eso incide en la posibilidad de acceder a un empleo. La depresión aparece cuando quedá en la calle”.
A esto se suman patologías psiquiátricas preexistentes como paranoia o esquizofrenia, demencia senil en los adultos mayores y el consumo problemático de sustancias, que es una de las principales causas que llevan a la calle. "Salud mental siempre fue un tema, no es de ahora, es de siempre. El problema es que no hay ayuda por la situación en que se encuentra el sistema de salud público", señaló Mónica.
Conseguir un turno con un psicólogo en el ámbito público puede demorar tres o cuatro meses. Y cuando se consigue, no hay tratamiento real. De Russis relató el caso de una madre con una situación familiar extremadamente compleja a quien, tras una primera consulta, le dijeron: "venga en 30 días"¿Qué es eso? Eso no es un tratamiento dada la situación de gravedad en que estaba la mujer".
AYUDA
Frente a la pregunta de cómo ayudar, Mónica ofrece un abanico de posibilidades, desde las más directas hasta las indirectas, entendiendo que "no todos estamos preparados para abordar esas situaciones".
Lo más inmediato es el gesto humano en que se le puede “Acercar a esa persona algo caliente, un té, una sopa, un café, una vianda caliente. También se puede ofrecer abrigo como medias o algo de comida”. También se está desarrollando la campaña el Otro frío, en que se pueden donar sachets de leche o yoghurt limpios para que confeccionen mantas térmicas para donar. Los interesados pueden encontrar los puntos de recolección y los tutoriales para preparar los sachets en el Instagram @elotrofrio o en la web www.elotrofrio.org.ar.
Quienes deseen colaborar con este pedido o con la labor de la ONG pueden comunicarse a través de su WhatsApp 11 3910 2998 o en su Instagram @amigosenelcamino.
Al final, el vínculo humano sigue siendo la herramienta más poderosa para resistir y reconstruir. Porque, como ellos demuestran cada jornada, nadie debería enfrentar la oscuridad en soledad.