Espectáculos
Alejandro Tantanian dirige a Victorio D’Alessandro en ‘En mitad de tanto fuego’, una relectura queer de ‘La Ilíada’

Una historia de sangre, poesía y amor

Aunque llegaron a la pieza del dramaturgo español Alberto Conejero por caminos distintos, ambos artistas coincidieron en la potencia de un texto que es casi un pronunciamiento sobre el país que nos toca vivir.

 

"Acá contamos la verdad”, dice con una sonrisa el consagrado Alejandro Tantanian sobre ‘En mitad de tanto fuego’ (viernes a las 21.30 en Dumont 4040), la obra que dirige actualmente. Sucede que el material alude a la guerra de Troya y se centra en el personaje de Patroclo, “el más amado de Aquiles”, convertido en la reciente película de Brad Pitt en apenas un primo. El desafío de la pieza, original del español Alberto Conejero, es contar una historia de amor queer con un gran nivel de profundidad y poesía, tomando como base un clásico exigente como 'La Ilíada'.

Es un texto para un único personaje que está interpretado por Victorio ‘Vico’ D’Alessandro, actor muy reconocido por sus trabajos en televisión, especialmente con Cris Morena, pero que desde hace unos años busca expandir sus horizontes hacia obras de teatro que le demandan una gran exigencia.

La conexión entre actor y director surgió en un seminario de dramaturgia. D’Alessandro como alumno le compartió a Tantanian, quien era su profesor, el deseo de montar ‘En mitad de tanto fuego’, obra que lo había cautivado en Madrid. Lo que no sabía era que el director conocía bien ese material: había supervisado la pieza y era amigo del autor. La coincidencia selló el inicio de un proyecto que creció entre la casualidad y la complicidad.

CONFESION

-¿Cómo encarar un material con tanto grado de poética, Alejandro? ¿Cuáles fueron las pautas que lo guiaron?

-Al principio, hay algo muy claro en el texto que tiene que ver con la forma. Es de esos monólogos que están todo el tiempo muy referenciados hacia el espectador, en términos de que casi no hay cuarta pared, por lo cual se transforma en algo más cercano a una confesión. Eso empieza a generar un grado de intimidad mayor y transforma a ese actor en una suerte de aedo, uno de esos antiguos recitadores griegos. Entonces, hay algo ahí en ese limbo entre un actor-personaje y un actor-narrador que me parecía interesante mezclar. Ese fue un poco el primer norte del espectáculo. Después, siempre yo trabajo, y mucho más en este caso con una sola persona, en función de quién está adelante, cómo es su instrumento en términos emocionales, racionales y de amplitud. Fue un trabajo de conocernos con Vico. Te diría que sirvieron mucho las charlas y los cafés para ver qué actor tenía enfrente.

-Y se encontró con un actor que, por lo que se ve, tiene muchas ganas de desafiarse, avanzar, absorber y escuchar, ¿verdad?

-Sí. Yo lo había visto a Vico en 'Las cosas maravillosas' y ahí ratifiqué que tiene algo muy poderoso respecto a cómo se vincula con el escenario y con la gente. Y después está la calidad humana, que a mí me importa y mucho. A cierta edad ya uno decide pasarla bien en el trabajo, bastante con el país y la vida que uno lleva en esta ciudad, todo tan difícil y tan tóxico. Hay que priorizar los buenos equipos, la gente en la que uno confía. Te diría que lo que me llevó a tomar la decisión de hacer este trabajo, más allá de la coincidencia del texto, fueron las ganas que tenía Vico de subirse a esto y de asumir este desafío sabiendo que era una montaña súper difícil de escalar. Su increíble energía, las ganas, la voluntad, la pasión que tenía en cada encuentro, en cada ensayo, lo contento que estaba, y lo contentos que estábamos todos también.

Además de D’Alessandro, Tantanian reunió a un equipo de profesionales con los que suele trabajar. Entre ellos, Johanna Wilhelm, quien realizó el diseño audiovisual y a quien conoce de su gestión como director del Teatro Cervantes, y Oria Puppo, que se ocupa del vestuario y la iluminación. “Fue muy gozoso el proceso, sigue siéndolo y va a seguir siéndolo, estoy seguro”.

TIEMPOS DUROS

-¿Su intención es ir modificando cosas, ir ajustando? ¿Cómo es su idea de dirección?

-Viste que cuando son materiales tan densos, en el mejor sentido, eso va a ir creciendo solo porque Victorio tiene ganas de que así sea. El no está en la plancha, para nada, todo lo contrario. La idea es acompañar el proceso, estar ahí, y cosas que yo pueda ver, como la función pasada que vi algunas cosas, se las digo. Pero la intención no es modificar a nivel sustancial.

-¿En qué lugar de su carrera lo encuentra este estreno?

-Fue un año muy, muy bueno, ante el desierto y la tristeza y el horror que se vive afuera, con este gobierno tan duro, con tantas personas pasándola tan mal. Yo trabajé muy fuerte. No por huir de la realidad sino para poder construir otras cosas, construir espacios de imaginación, de resistencia. Y fue un año que además coincidió con que el Museo de Arte Moderno dedicara su programación anual íntegra al teatro. Allí soy el curador de artes teatrales. Trabajé, además, en el Teatro Solís de Uruguay y seguimos con ‘El trágico reinado de Eduardo II...’. En fin, intenso trabajo. Me parece que ante estos momentos del país, si uno tiene la posibilidad -porque a veces no tenés esa posibilidad-, hay que trabajar más que nunca y defender los espacios de comunidad, de unión, de creación colectiva y escucha. Y el teatro es uno de esos lugares, y el museo ni hablar. Son espacios abiertos que abrazan a la gente. Y es un momento donde, además, lo que se ataca fuertemente desde este tipo de gobiernos -no solo acá sino en el mundo entero, porque no es solo un fenómeno local- es la imaginación. O sea, la ciencia y la cultura son claramente sus enemigos. Ahí donde se puede imaginar, ahí es donde hay que atacar. Eso es lo que permite que el cambio llegue.

-Precisamente, 'En mitad de tanto fuego' habla de la resistencia de las minorías, de insistir…

-Absolutamente. Yo también creo que el teatro sigue siendo un lugar para decir cosas. En estos momentos, con más conciencia, lo que decido hacer también lo decido hacer por lo que dice. En este texto está esa supremacía del amor por sobre la guerra, esa posibilidad de pensar una historia de sangre como una historia de otro tipo de sangre, que es la sangre del corazón y del amor. Es un texto muy, muy fuertemente poético y con una potencia de lenguaje enorme, y eso, por supuesto, me conmovió.