Espectáculos

Una actriz comprometida con su oficio

A días de haber estrenado ‘La gaviota’ en el San Martín, Muriel Santa Ana compartió sus sensaciones sobre la obra. La conmueven la grandeza de su personaje, Irina Arkádina, y la vigencia que aún mantiene el texto de Antón Chéjov, que en esta versión dirige Rubén Szuchmacher.

Muriel Santa Ana entró al Teatro San Martín con esa mezcla de rutina y nerviosismo que sólo conocen los artistas antes de la función. No fue directo a los camarines sino que primero pasó por la boletería. Con su bolso aún colgado, se acercó, saludó a la encargada y le preguntó cómo estaba la venta de entradas de esa noche. En la ventanilla de al lado, una señora intentaba comprar boletos para ver ‘La gaviota’, para ese mismo día. Muy amablemente, ella misma la asesoró sobre cuál era la mejor ubicación que había disponible y le alertó que quedaban pocas localidades para ver la obra que recientemente estrenó bajo la dirección de Rubén Szuchmacher.
En la pieza escrita por Antón Chéjov y en la que comparte escenario con Vando Villamil, Diego Cremonesi y Carolina Kopelioff, entre otros, Muriel le presta el cuerpo a Irina Nikoláievna Arkádina, una actriz famosa de mediana edad, obsesionada con su carrera y su juventud, que descuida los sentimientos de su hijo, un aspirante a escritor de teatro.

MAYOR COMPROMISO
-¿Cómo está viviendo estas primeras funciones?
-Es una hermosura absoluta y total, atravesados todos por esta obra repleta de pliegues, de misterios, de zonas en la sombra que se iluminan. Realmente es una pieza misteriosa que todos pensamos que la conocemos, todos tenemos una ‘Gaviota’ como un ‘Hamlet’, obras muy visitadas, muy versionadas. Yo creía que la conocía y me di cuenta de que no, y que por suerte la pudimos estudiar con Rubén y la seguimos estudiando porque nuestro trabajo es dinámico. Depende de nuestras posiciones frente a la actuación, a la vida, y estos autores te obligan un poco a tener un compromiso mayor porque son autores con principios éticos y uno tiene que ponerse todas las noches a la altura. Eso es lo desafiante.
-¿Qué siente que está descubriendo en esta nueva puesta?
-El monólogo de Nina lo hemos hecho todas las estudiantes de teatro, es un personaje anhelado por cualquier actriz. Sus frases “soy una gaviota” o “cuando pienso en mi vocación no le tengo miedo a la vida” son afirmaciones que me acompañaron siempre. Cuando Szuchmacher en 2022 me dijo “quiero hacer ‘La gaviota’ de Chéjov con vos”, yo sabía que ya no estaba para la grandeza de Nina, que tiene 22 años, pero él me dijo: “Estás para la grandeza de Arkádina”, que es un poco el deseo de todas las actrices de más de cuarenta. Y como mujer y actriz eso me produjo un movimiento fuerte que me afirmó en mi momento, en mis potencialidades, como una mujer y actriz madura para encarar un personaje de semejante magnitud, fuerza, encanto, brutalidad y la cantidad de cosas que convergen en ella.
-Es una obra que tiene más de cien años y, sin embargo, sigue estando muy vigente, ¿qué piensa que la hace tan actual y cercana?
-Podríamos charlar sobre esto horas y preguntarnos todos los días qué es lo que nos acerca a esta obra. Yo todos los días, con esta frecuentación de las funciones y retomando esto de las zonas iluminadas o no, pienso que es un autor que, a mi entender, y no es ninguna novedad lo que voy a decir, tiene una enorme humanidad y bondad, que en parte hace que ahí resida su vigencia. Expone la idea de los sueños, de los anhelos, de las ilusiones, de nunca estar cómodos donde estamos. Siempre queremos estar en otro lugar porque creemos que la felicidad y nuestro desarrollo están en otro lugar. El famoso “a Moscú, a Moscú” de ‘Las tres hermanas’, siempre la promesa que nunca llega y esa relación a pérdida con esa zona de la vida que nos atraviesa a todos hasta el día de hoy.
-¿A usted le pasa eso o siente que logró estar más conectada con el presente y el aquí y ahora? -Pienso que estoy muy conectada con el presente, que aprendí. Hace muchos años que me analizo. Creo que desarrollé recursos o me interesó conocerme a mí misma porque nuestro trabajo tiene que ver con eso, con el autoconocimiento que nunca se termina. Nosotros ahora tenemos dos meses por delante con ‘La gaviota’ y yo no te puedo decir en qué se van a convertir los personajes en ese tiempo. Obviamente, siempre vamos a estar bajo la égida de Rubén Szuchmacher, pero nosotros somos actores vivos, las palabras nos atraviesan todas las noches de otra manera, se revelan imágenes. Pienso en Arkádina y en el arco que tiene, que ahora con la reiteración del día a día recorro, y entiendo por qué esto del final ilumina el principio y la estructura como una catedral que armó Szuchmacher, donde no te sentís nunca sola ni frágil.

UN GRAN REGALO
-¿Siempre está atenta a ver cuántas entradas se vendieron?

-Sí...Hija de actor (su padre fue el recordado Walter Santa Ana). Tenemos la deformidad un poco cuando arrancamos con la exposición y el estreno de ir viendo todo lo que se va moviendo alrededor de estas primeras funciones. Es muy importante porque salimos de un proceso de intimidad y protección, a ver cómo eso se refleja en el movimiento de boletería. Estamos conectados con la gente y la verdad es que nosotros en este espectáculo y, yo en particular, quiero que venga todo el mundo y que sea para todo público.
-¿Cómo es trabajar con Szuchmacher?
-Yo con Rubén no había trabajado nunca en teatro con un rol protagónico, fue un proyecto que él pensó para que lo hagamos juntos y fue un gran regalo. El es uno de mis grandes maestros. Habíamos hecho algunas cosas, incluso dos documentales para Canal Encuentro: ‘Sufragistas. Pioneras de las luchas feministas’ y ‘Pioneras, mujeres que hicieron historia’, que son preciosos. Siempre con mucha afinidad y las ganas de hacer algo que no se daba. Con él tenemos un vínculo, tanto dentro del escenario como fuera, muy luminoso, muy elástico, dinámico, de mucha escucha y humor. Es una gran relación en mi vida y como toda gran relación tenemos nuestras diferencias, y eso es lo que la ha vuelto importante, poder también acompañarnos en nuestras diferencias.
-Lo acompañó a él en la realización del Taller-Laboratorio Chéjov, de donde salieron los cuatro actores jóvenes de ‘La gaviota’, ¿cómo fue esa experiencia?
-Fue algo súper importante. Los cuatro son fundamentales y yo estoy feliz con todo ese colágeno que hay en la obra. Creo que es la gran apuesta de Rubén de poner actores con las edades que corresponden. Yo no estaba tan convencida, insistía bastante con llamar a actores de treinta, pero es cierto que vos ya ves una joven y no tiene que actuarlo, hay una fragilidad, un candor y una inocencia que ellos la tienen. Además, son actores importantes dentro de su generación.
-¿Le gustaría dirigir en algún momento?
-No, jamás. Nunca. Es un no rotundo.