Política
Mirador político

Un poder precario

Hoy el que agoniza es el kirchnerismo. Jueces y fiscales procesan y encarcelan a ex funcionarios con los que no se metieron durante los últimos doce años porque ya no representan una amenaza. Mayor peligro es que los medios los denuncien como encubridores.

Cuando jueces y fiscales comienzan a procesar y a encarcelar políticos la pregunta obligada es ¿dónde está el poder? En esos casos se suele hablar del "gobierno de los jueces" que en la Argentina apareció cada vez que el poder concentrado en el Ejecutivo se desvanecía.

Ejemplos no faltan. El 3 de octubre de 1983 el régimen militar agonizaba. Un juez federal de Río Gallegos apresó al entonces presidente del Banco Central, Julio González del Solar. Paralizó al mismo tiempo la renegociación de la deuda externa, mientras otros magistrados rechazaban la autoamnistía con la que los militares habían intentado cubrirse. Era la señal más evidente del ocaso del poder castrense que había tutelado al país durante medio siglo.

Hoy el que agoniza es el kirchnerismo. Jueces y fiscales procesan y encarcelan a ex funcionarios con los que no se metieron durante los últimos doce años porque ya no representan una amenaza. Mayor peligro es que los medios los denuncien como encubridores.

Tampoco obran por orden de la Casa Rosada, que mira el espectáculo con más preocupación que regocijo. Es que varios de los que hoy apuran el tranco tienen un pasado kirchnerista y pueden enfocar sus cañones contra la flamante administración para dar muestras de independencia. Nadie sabe hacia dónde puede correr una tortuga hostilizada.

En realidad, el cambio de algunos jueces es producto del azar antes que de la planificación. De igual modo en la base del poder también parece imperar lo contigente. Al gobierno de Mauricio Macri lo sostiene algo tan volátil como la opinión pública. Tiene a todos los poderes "de facto" en contra: sindicatos, políticos, Iglesia, Justicia. El kirchnerismo se quedó sin poder, pero Macri no lo heredó. El día que las encuestas no le sigan sonriendo nadie sabe cómo gobernará.

Para entender la actual situación es instructuva la actitud de los políticos que están esperando que afloje el chaparrón. Los radicales soportan a Macri por los "carguitos" recibidos. La izquierda lo detesta porque es el símbolo perfecto de su impotencia y los peronistas entraron en estado de shock. Ejercieron el poder en los "90 en medio de escándalos de corrupción y, como dice el tango, "en el 2000 también". La pregunta es ¿de cuántas resurrecciones son capaces? ¿Cuánto más hace falta para llegar a la conclusión de que ya sean de "izquierda" o de "derecha" todas las variantes peronistas tienen en común la apropiación de lo ajeno con la excusa de proteger a los pobres? En la respuesta a este interrogante está la clave del futuro.

El hecho de que a Macri sólo lo sostenga la opinión pública cuestiona el rol mediador de los políticos entre Estado y sociedad. Porque la corrupción no sólo mancha a los peronistas de cualquier signo.

Son los políticos desde el restablecimiento de la democracia los dueños del poder con los resultados a la vista: pobreza, inseguridad, desastre de la educación y de la salud públicas, enriquecimiento de funcionarios, etcétera. Y en ese sentido nadie aún explicó cómo con un partido vecinal y una candidata bonaerense improvisada Macri derrotó a la mayor máquina electoral del país que, además, estaba en el poder. Tal vez el cambio de Cambiemos no sea tan superficial como parece, pero su base sigue siendo el azar y la precariedad de un proceso que puede derrumbarse ante el primer revés.