Opinión
Mirador político
Un acto de campaña
La cadena nacional con la que el presidente Javier Milei presentó el presupuesto 2026 fue un acto de campaña, un mensaje con dos destinatarios. A los mercados les avisó que no cambiará el rumbo que le permitió estabilizar la economía. A los votantes les prometió que la motosierra descansa. No va a haber más poda del gasto en áreas como jubilados, discapacitados, universidades.
Esto último fue para los ciudadanos de a pie, no para la dirigencia. Su contenido es una apuesta a futuro como lo son todas las propuestas electorales. La idea de que se llegó al fondo del pozo encierra la esperanza de que lo que queda será todo para arriba. “No aflojen, porque lo peor ya pasó”, fue su pedido.
Por otra lado, el presupuesto que el Presidente remitió al Congreso es un simple reconocimiento de la realidad. No le quedaba otro camino. El revés en la provincia de Buenos Aires reveló fatiga de la motosierra, pero volver a la emisión descontrolada de un “plan platita” tampoco resultaba practicable. Desataría una híper fulminante. Con todos los factores de poder en contra y las pésimas expectativas que siembran con su prédica constante los medios, el plan de estabilidad todavía camina por la cornisa. Desde el punto de vista legislativo, el cálculo de gastos y recursos 2026 presenta algunos fundamentals que han sido puestos en duda. Por ejemplo, la inflación será del 10,1%, lo que provocó críticas. Cabe recordar, sin embargo, que en 2025 el aumento de precios rondará el 24%, que en 2024 fue del 117% y que en 2023 último año de CFK, Alberto Fernández y Sergio Massa fue del 211%. Si en menos de dos años Milei pudo bajar en más de 180 puntos la inflación, la estimación para el año próxima no parece tan descabellada.
El dólar para el año próximo fue estimado en $1.420, lo que también fue cuestionado. En este caso merece tener en cuenta que el 12 de julio de 2024 el “blue” llegó a los $1.500 con gran estrépito mediático. Ayer cerró a $1.465 En materia de proyecciones el último presupuesto peronista -el de 2023- sostenía que la inflación de ese año sería del 60%. Fue casi el cuádruplo. Pronosticó que el déficit sería del 1,9% del PBI. Resultó del 2,9% el primario y del 6,1% el financiero. En pocas palabras, una burla al Congreso.
En rigor, las burlas bajo la forma de presupuesto comenzaron en tiempos de Néstor Kirchner que heredó de Eduardo Duhalde superávits gemelos. Lo que mandaba al Parlamento era un cálculo que subestimaba los ingresos groseramente, porque la recaudación extra era asignada discrecionalmente por el Ejecutivo sin intervención de diputados ni de senadores y muy pocos abrieron la boca por esa aberración institucional. Uno de ellos, el radical Rodolfo Terragno, declaró irónicamente más de una vez que la ley de leyes había quedado reducida a una “planilla de Excel” donde el Ejecutivo ponía cualquier cifra que las mayorías regimentadas del peronismo sancionaban sin chistar. Las estimaciones macro para el 2026 serán, en cambio, mucho más cercanas de la realidad.