‘Medida por medida’. De William Shakespeare. Traducción, adaptación y dirección: Gabriel Chame Buendía. Actores: Matias Bassi, Nicolás Gentile, Elvira Gómez, Agustín Soler, Marilyn Petito. De jueves a domingos, en el Teatro Sarmiento.
Como todo gran artista, Shakespeare expresó las tensiones de su tiempo: la sucesión de monarcas que, al compás de la Reforma protestante, impactó en las artes y la liturgia, pero también en la distribución de los bienes materiales y del poder político con la disolución de los monasterios y las instituciones eclesiásticas; la aparición de la piratería en alta mar, los servicios secretos del Estado, y los vaivenes políticos de la corte.
Fue la reina Isabel la que inició el imperio ultramarino y favoreció la creación de sociedades y la acumulación de riquezas. Su sucesor, el rey Jacobo I, conoció los influjos, todavía potentes, de la antigua reina a través de quienes la sobrevivieron, entre ellos, el gran dramaturgo de Stratford-upon-Avon, cuyas obras contribuyeron a forjar una identidad nacional, aunque sin ahorrarse matices ni contradicciones.
La transición a la época jacobina, paréntesis en el que se sitúa ‘Medida por medida’ (estrenada en 1604) se caracteriza por afirmar la autoridad absoluta de la monarquía enfrentada a la aristocracia parlamentaria, celosa de sus derechos y prerrogativas. La obra transcurre en Viena, que a comienzos del siglo XVII todavía era la capital del Sacro Imperio Romano Germánico y estaba bajo el gobierno de los Habsburgo. No es azarosa la elección de este lugar: la intervención de Inglaterra en las guerras religiosas buscó aminorar la influencia católica de esta casa real. Contra España, participó en las guerras de religión al romper los lazos con la autoridad papal en Roma y establecerse como jefa suprema de la Iglesia local, junto con el ascenso del capitalismo y la aparición de una nueva clase de comerciantes y empresarios.
EL PODER
En este contexto, ‘Medida por medida’ es una obra difícil de clasificar en una categoría específica debido a su mezcla de elementos cómicos y trágicos, así como a su tratamiento de temas complejos y ambiguos. Estrenada en esta época de transición hacia los tiempos modernos, presenta una visión de la justicia institucionalizada en nociones políticas y filosóficas como la razón de Estado, el equilibrio del poder, la legitimidad del soberano y el repudio a la tiranía.
Efectivamente, el ejercicio del poder se examina en la rigidez de la ley y la falta de compasión en las acciones del monarca. Así, la obra ofrece tres visiones distintas del Derecho, encarnadas, respectivamente, por Angelo, el supuesto “ángel bueno” que ocupa el lugar del Duque, quien deja el trono temporariamente, y el consejero Escalo. A través de Angelo la ley se aplica de manera estricta y puritana. Se trata de normas religiosas (los Mandamientos) más que jurídicas, mientras que el Duque manifiesta tal exceso de misericordia que casi niega la ley. En contrapartida, Shakespeare parece colocar en Escalo la síntesis entre la letra y el espíritu del derecho, al considerar como elemento clave de los juicios las circunstancias y el marco de las acciones. En un contexto, además, de fuertes relaciones entre política y religión, la obra aborda el asunto del pecado, la redención y la naturaleza del perdón. De hecho, su nombre retoma estos versículos del evangelista Lucas: “No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados (…) Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes”
PERPECTIVAS
Entre las decisiones del rey provisorio se cuenta la clausura de todas las casas de prostitutas situadas en los suburbios de las ciudades. La noticia la sabemos por Pompeyo, uno de los personajes cómicos y el que liga ambas tramas, el mundo de la aristocracia y el pueblo, procedimiento habitual en el popular teatro shakespeareano. A esta medida le sigue la aparición del “delincuente” Claudio, que ha dejado encinta a su prometida, a quien Angelo castiga con la decisión de ejecutarlo. Isabel, la hermana del condenado y próxima a ser novicia, será la defensora.
De esta manera, el dilema de gobernar es considerado desde múltiples ángulos. El Duque ha sido demasiado débil; Angelo, estricto; el pueblo padece a uno y otro; Claudio y su prometida, víctimas de la intransigencia del rey. Esta galería de perspectivas asumen un dinamismo veloz en la puesta de Chame Buendía; el arte del gag físico no es, entonces, un condimento que agrega ritmo sino el secreto mismo de los resortes con los cuales se confrontan modelos de gobierno y juicios ante él. Además, hay alusiones a personajes y circunstancias de la historia y la actualidad argentinas, que están en su lugar justo; de este modo, el texto clásico no solo asume las formas de un teatro físico que le agrega potencia en la caricaturización del cuerpo del tirano y que bordea formas y procedimientos del pasado dictatorial (se incluye una cámara que exagera primeros planos, interrogatorios y careos). En otras palabras, la puesta abre nuevas capas de sentido y espeja situaciones que dialogan con la historia y el presente político.
Tampoco se ahorra la obra la serie de la mujer como botín o trofeo, víctima de violencia sexual: Angelo chantajea a la monja, que sufre el dilema entre el deber religioso y su vínculo familiar. La duda y la tortura por optar (un tema de todo aquel siglo, cuyo punto culminante es el príncipe Hamlet) convierten el cuerpo y la voz de Isabel en una conciencia atormentada que experimenta picos de desesperación en gritos efectivos y graciosos. El Duque disfrazado de monje, que todo lo ve y que circula por la apariencia, presencia esta disputa y, montado en una ficción que pone en perspectiva el conflicto frente al cual juzga su propio proceder y el de su ciudad, tomará decisiones a través de esta teatralización de la vida, el gran asunto de todo el arte del siglo XVII.
De esta manera, el Shakespeare de Chame Buendía ofrece preguntas de candente actualidad: ¿cambia el poder al que lo ejerce? ¿Bajo qué circunstancias? ¿Incrementa la crueldad o la virtud? ¿A través del disfraz o la ficción, es decir del arte, es posible develar las apariencias y acceder a la verdad?
Calificación: Muy buena