Hay un hecho que la legión de admiradores del zar Vladimir I (por buenas o malas razones) ha elegido ignorar: la vigencia del nacionalismo ucraniano, una fuerza social que desde hace siglos no acepta la tutela de Moscú. Una novela profética (un clásico de la intriga política) ha reivindicado esa fuerza. Frederick Forsyth entregó La alternativa del diablo a la imprenta en 1979. Mucha agua corrió bajo el puente, pero el thriller aún se lee con provecho y placer. Sorprende su capacidad de predicción.
Recomendamos aquí, pues, una historia atrapante de la guerra fría. En sus casi quinientas páginas, Forsyth narra la laboriosa actividad de las autoridades de Estados Unidos e Inglaterra -y de un bando del Kremlin- para evitar la Tercera Guerra Mundial. Es un trabajo desalmado. “El diablo nunca te ofrece una salida, te ofrece dos formas de arder”, se sabe.
El inglés Fortsyh (1938 Kent - 2025 Buckinghamshire) imaginó que la Unión Soviética desemboca a principios de los años ochenta en un dilema similar al de Japón en 1940. Una desastrosa cosecha de cereales obliga al Imperio del Mal a pedir a Estados Unidos la venta de 55 millones de toneladas de granos. Naturalmente, los halcones de la Casa Blanca exigen a cambio concesiones, especialmente en el terreno del desarme. Pero sin exagerar. Un precavido recuerda que, durante la Segunda Guerra Mundial, el embargo estadounidense de petróleo fue la causa de la caída en Tokio de la facción moderada de Konoya. El ascenso del general Tojo condujo a Pearl Harbor.
La crisis internacional hubiera sido conjurada si no hubieran entrado en acción un puñado de nacionalistas ucranianos que logran descargar un abrumador golpe contra el aparato estatal soviético. No obstante, necesitan darlo a conocer al mundo de una manera convincente. Secuestran así a un superpetrólero noruego y amenazan con arruinar el Canal de la Mancha con un tsunami de crudo si no se facilita la llegada a Israel de dos miembros de la Liga de Defensa Judía de Kiev. Ellos se encargarán, en conferencia de prensa, de revelar la proeza de los disidentes. Aunque suene raro, Washington y Londres deberán evitarlo pues la humillación beneficiaría a la camarilla belicosa del Kremlin en desmedro de los que prefieren la paz. Como en 1939, Occidente no está preparado para una guerra contra el totalitarismo. Llegamos así a la alternativa del diablo. Moral de los principios vs. moral de la responsabilidad, expresado en términos weberianos.
Las obras de Forsyth enfatizan el poder de los individuos para cambiar el mundo y la historia, destaca la Enciclopedia Británica. El literato ha sido elogiado por su realismo y precisión técnica. Dios y el diablo están en los detalles, dice un viejo adagio. Aquí hay una admirable atención al pormenor, ya sea el funcionamiento del Politburó, el espionaje con satélites o los platillos que sirven restaurantes célebres.
También sobresale la novela por su cuidada arquitectura. Convergen con elegancia cuatro líneas argumentales: a) el desastre agrícola en la URSS; b) el atentado en Kiev; c) la presencia de un topo en el Kremlin (manejado por el servicio de inteligencia británico); d) el secuestro de un buque de un millón de un toneladas. El ritmo es trepidante: un torbellino de actividad. La prosa, funcional, delata que Forsyth proviene del periodismo. No hay densidades estilísticas o psicológicas.
“Un día, tal vez no muy lejano, el imperio ruso empezará a resquebrajarse", escribió Forsyth seis años antes de la llegada de Mijail Gorbachov. Sus antenas captaron no sólo la maldad intrínseca del marxismo cuartelero, sino también su incompetencia, los “grados de corrupción burocrática endémica”, rasgo que la URSS compartió con los populismos tercermundistas, como el peronismo. Aquél era un imperio putrefacto con un talón de Aquiles: la cuestión de las nacionalidades.
Tenía el escritor información de primera mano, hay que decirlo. “El realismo de sus obras generó especulaciones sobre la posible colaboración de Forsyth con el MI6, la agencia de inteligencia británica. En 2015, poco antes de la publicación de su autobiografía, The Outsider: My Life in Intrigue, Forsyth confirmó los rumores. Afirmó que su vínculo con el MI6 comenzó durante la guerra de Biafra y se prolongó durante más de dos décadas”, escribió la Encyclopædia Britannica.
Este narrador clarividente también percibió que aún arden las brasas del nacionalismo ucraniano, como destacamos más arriba. En 2022, millones de ciudadanos aceptaron empuñar las armas en defensa de la tierra natal cuando el oso ruso cruzó las fronteras para apoderarse de más de 600.000 kilómetros cuadrados. Grave error de calculo de Vladimir Putin: pensó que sus esbirros iban a ser recibidos como liberadores en Kiev o Jarkiv.
Forsyth repudia sin ambages la rusificación eterna de los confines: “Qué clase de patriotismo es ése, que sólo puede subsistir destruyendo el amor de otros pueblos por la Patria”.