Opinión

Trump emula malas artes de la Argentina kirchnerista

Por Gabriel Rubin *

La postura de Donald Trump sobre el covid-19 resultó ser un preludio para su segundo mandato. El Presidente estadounidense, quien en 2020 argumentó que «si dejáramos de hacer pruebas ahora mismo, tendríamos muy pocos casos» de coronavirus, está aplicando esta lógica a los datos ambientales, de salud y, tras el despido de la principal experta en estadísticas del Departamento de Trabajo, a los económicos.

Con personal profesional presumiblemente comprometido aún en sus puestos de trabajo y fuentes de datos alternativas disponibles, el principal riesgo no son los datos falsos y optimistas, sino que las empresas, los inversores y los responsables políticos vean derrumbarse pilares del mercado.

La Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) estima mensualmente los empleos creados en el período anterior y actualiza sus dos estimaciones previas.

Las desalentadoras cifras del viernes llevaron a Trump a despachar al mensajero. Tras un informe que indicaba la creación de 73.000 empleos en julio, junto con una reducción de 258.000 en las cifras de mayo y junio, el presidente despidió a la comisionada de la BLS, Erika McEntarfer.

Su argumento de que la encuesta de empleo está sesgada y que las revisiones favorecieron al expresidente Joe Biden no resiste el escrutinio.

La agencia revisó el crecimiento del empleo en 818.000 puestos durante las elecciones presidenciales de 2024, una noticia nada positiva para una administración en el cargo. Si bien esta revisión fue significativa, la volatilidad no sorprende en medio de una guerra comercial y restricciones migratorias.

El jefe de la Casa Blanca ya venía desmantelando otros organismos de investigación, como la Agencia de Protección Ambiental, el observatorio de Mauna Loa para el seguimiento del carbono, o los consejos asesores de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).

Empresas y sectores enteros, como el de seguros y el farmacéutico, dependen de los datos gubernamentales para una gran variedad de usos: mercados de carbono, cálculos de seguros contra inundaciones, cumplimiento normativo de las emisiones de los fabricantes de automóviles, proyecciones de producción de energía solar, planificación y resiliencia ante desastres, solvencia para proyectos de infraestructura, etc.

No existe una promesa explícita de la Casa Blanca de falsear las cuentas. Sin embargo, cualquier amenaza a la integridad de estos datos degrada una vasta infraestructura que sustenta los mercados modernos, construida a lo largo de más de un siglo.

Un intento torpe de distorsionar las cifras probablemente sería autodestructivo y generaría escepticismo en la actividad privada. Señales como la renuncia del personal de carrera restante serán claras. Y, en resumen, la gente sabe si tiene trabajo o no.

Estudios de países que han manipulado datos oficiales, como la Argentina, demuestran que los consumidores desconfían de las cifras falsas, creando mercados negros para explotar cualquier diferencia entre la fantasía y la realidad.

Incluso sin un sabotaje activo, las prácticas obsoletas podrían haber derivar en esta dirección por accidente, advierten los expertos. Que la BLS necesita una renovación, incluyendo la eliminación de las encuestas telefónicas, cada vez menos fiables, y la priorización de fuentes digitales en tiempo real, como las ofertas de empleo o los datos de tarjetas de crédito. Estas preocupaciones adquieren ahora una dimensión política adicional, pase lo que pase.

 

* Columnista estadounidense de Reuters Breakingviews.