Opinión
ACUARELAS PORTEÑAS

Tres miradas distintas y un solo chocolate verdadero

Mis primeros contactos con el chocolate se remonta a los cumpleaños de mi infancia, en los que el susodicho alimento solía ser coprotagonista del niño homenajeado.

Desde entonces muchas costumbres han desaparecido y, según parece, también la de los chocolates cumpleañeros.

Circunstancia que no me impide efectuar un merodeo, tan asistemático como caprichoso, en torno de este reconfortante amigo.

ETIMOLOGIAS DIVERGENTES

Joan Corominas, Breve diccionario etimológico de la lengua castellana, tercera edición muy revisada y mejorada, Madrid, Editorial Gredos, 1973, pág. 197:

* Chocolate. H. 1580. Palabra de origen azteca, pero de formación incierta. Como las noticias más antiguas acerca de la preparación de este brebaje son de que los antiguos mejicanos lo hacían con semilla de ceiba (póchotl) y de cacao (cacáhuatl), quizá provenga de pocho-cacaua-atl ‘bebida de cacao y cebia’, abreviado por los españoles en *chocauatl (en la forma actual pudo haber influjo fonético de otros brebajes mejicanos, como poçolatl ‘bebida de maíz cocido’; pinolatl ‘bebida de pinole’, chilatl ‘bebida de chile’.

* Héctor Zimmerman, Tres mil historias de frases y palabras que decimos a cada rato, Buenos Aires, Editorial Aguilar, 1999, pág. 82:

* Chocolate. Los españoles oyeron a los nativos de México llamar xocoatl la bebida preparada a partir de las semillas de cacao. Compuesta por dos voces del náhuatl, idioma indígena de esas tierras: xococ = amargo y atl = agua, bebida. Bebida amarga, ya que los aztecas la tomaban así. Endulzado y con leche, se convirtió en chocolate.


¡CHOCOLATE POR LA NOTICIA!

La búsqueda mediante Internet me condujo a una página de Río Uruguay Seguros donde encontré esta interesante información sobre el origen de tal expresión.

Puesto que se halla bien redactada, la transcribo casi tal cual, sin privarme de corregir algún tropiezo de puntuación y añadiendo un agradecimiento a su anónimo redactor:

“¡Chocolate por la noticia!: frase irónica con la que se pretende descalificar a quien afirma algo que ya todos conocen, ya sea porque es un hecho consabido o bien porque llegó tarde con la noticia.
Es una exclamación frecuente y de larga data que quiere reflejar, con sorna, el anuncio de la supuesta novedad que no es tal. Cuando alguien brinda una información creyendo que va a causar admiración o sorpresa entre los presentes y, por el contrario, todos saben la cuestión desde hace rato, se le contesta: “¡Chocolate por la noticia!”.

Respecto de su origen, en realidad se cuenta con poca o nula información al respecto.

Se cree que en tiempos coloniales, cuando un mensajero entregaba en las casas de la burguesía porteña novedades positivas, era agasajado por las familias acomodadas con una taza de chocolate.

BELIGERANTES PAREADOS ALEJANDRINOS

Acuden a mi caletre ciertas rimas futbolísticas que, ingenuas, eran bastante populares en los años de mi niñez, es decir, en la década de 1950. Una de ellas incluye el sustantivo chocolate.

Los binomios antagonistas de los equipos en cuestión quedaban librados a las preferencias de los respectivos usuarios, que tenían pleno derecho a combinarlos según sus amores y sus desafectos.

Para complacerme a mí mismo (integro, desde el paleolítico, las entusiastas filas de la AKDé de Avellané) y asimismo para que nuestro vecino el Rojo no se envanezca por la exclusividad de ser mencionado, presentaré ambas composiciones poéticas de la siguiente manera:

Tenemos un arquero que es una maravilla:
ataja los penales sentado en una silla.
Y, cuando se desmaya, le damos aguardiente:
¡arriba Racing Club y abajo Independiente!

Tenemos un arquero que es una maravilla:
ataja los penales sentado en una silla.
Y, cuando se desmaya, le damos chocolate:
¡arriba Boca Juniors y abajo River Plate!


A fin de conservar la belleza de la rima, tal vez resulte superfluo recomendar que, en el último vocablo, la prosodia de la lengua del Fénix de los Ingenios debe derrotar por completo a la del idioma del Cisne de Avon.