La política nativa está alcanzando niveles de irracionalidad pocas veces vistos. Los mismos opositores que aprobaron en el Congreso gastos multimillonarios sin financiamiento para romper el equilibrio fiscal y abrir la puerta al regreso de la inflación pasaron a alarmarse ahora por el eventual costo fiscal de la eliminación de las retenciones a las exportaciones agrícolas.
Los que hablaban de “crueldad” por el recorte del gasto público ¿se volvieron fundamentalistas fiscales? No, simplemente están en medio de una batalla por el poder que no repara en medios ni en consecuencias y que es aceptada con absoluta naturalidad por el periodismo y una mayoría de votantes.
Sin embargo, esta despreocupada invitación al suicidio que tiene su principal sede en el Congreso encontró freno el lunes por un par de jugadas de Javier Milei. La más inesperada, eliminar las retenciones. La más previsible, pedir auxilio financiero a los Estados Unidos.
El secretario del Tesoro, Scott Bessent, ya había adelantado en abril último que el gobierno norteamericano estaba determinado a apoyar a Milei. Simplemente cumplió su palabra. Describió que ese respaldo sería “grande y contundente” para defender el peso y la solvencia del Estado argentino.
Un verdadero mundo del revés: los norteamericanos defendiendo la “soberanía” monetaria argentina, mientras el peronismo y sus aliados intentaban derrumbar el peso por motivos electorales.
Hubo desde el Congreso advertencias opositoras de que cualquier préstamo debería obtener aprobación parlamentaria, pero sonaron más como amenazas que como hechos. La asimetría de poder entre los enemigos locales de Milei y sus aliados del hemisferio Norte es tanta que bastaron sólo las promesas de Washington para ahuyentar a los tigres de papel que asediaban al gobierno libertario.
El problema del dúo Milei-Caputo era, es, el de falta de dólares y eso se resuelve con dólares. El insólito episodio puso, por otra parte, en cuestión una crítica que los opositores suelen hacerle a Milei, su falta de manejo político, porque el respaldo para evitar el desastre cambiario fue producto de una decisión de política, no económica: el alineamiento a ultranza con los Estados Unidos.
Donald Trump pretende restaurar la política imperialista de su país posterior a la Segunda Guerra Mundial y para eso necesita aliados incondicionales como Milei. En especial en momentos en que Sudamérica aparece dominada por gobiernos antinorteamericanos como los de Chile, Uruguay, Brasil, Colombia, etcétera, el presidente argentino supo mantenerse a distancia del bando de los tigres de papel y el resultado está a la vista.
Por último, el peronismo aceptó que no habrá por ahora corrida cambiaria y pasó a atacar a Guillermo Francos para provocar una crisis de gabinete. Otro intento de fomentar el escándalo, pero con más ruido que nueces y de nulo interés para los votantes.