‘Vieja loca’ (Argentina/España, 2025). Guion y dirección: Martín Mauregui. Actores: Carmen Maura, Daniel Hendler, Agustina Liendo, Camila Peralta. Duración: 94 minutos. Clasificación: apta para mayores de 16 años.
Ansiedad. Es lo que genera la primera escena, cuando se ve a una intranquila y nerviosa mujer manejando su auto mientras habla por teléfono con su madre. Por lo que se puede entender, la hija, con una impostada paciencia y desconsuelo zen, le explica una y varias veces la receta para hacer una torta Rogel, por lo que sospechamos que tiene algún principio de Alzheimer y esa situación es típica entre ellas, lo cual deriva en una discusión sobre si tomó o no la pastilla de la noche. Y entre esas reiteradas y repetitivas llamadas, y la música de Virus sonando en el estéreo del auto, el filme genera esa atmósfera de incertidumbre por la que transcurrirá toda la historia. ‘Vieja loca’ no es gore, mucho menos slasher o miedo de la escuela de Christopher Lee o Peter Cushing, sino terror sutil, ese que genera más expectativa de lo que realmente sucede. Y esa es la clave y éxito de esta pieza de culto contemporáneo.
LA PASTILLA
Laura (Agustina Liendo) está yendo al sur a ver al padre de su hija pero intuye que en la casa de su madre algo no está bien. Y tras un intento fallido por hablar con la enfermera de guardia, le pide a Pedro (Daniel Hendler), su exnovio y la única persona que tiene las llaves de la casa, que vaya a lo de la exsuegra, donde convivieron todos juntos un tiempo, a ayudarla a tomar esa bendita pastilla que la pone en eje. Sin ella, un desastre podría desatarse.
Si de algo el género de terror no puede escapar es del cliché coyuntural. Siempre llueve, todo sucede de noche y con poca luz en tonalidad lúgubre. Y sobre ese tamiz, Pedro se presenta en la casona antigua donde vive Alicia (Carmen Maura), con quien tuvo más de una rispidez cuando eran familia ensamblada. Pero de la Alicia coherente y saludable solo quedan espasmos y todo se vuelve una trampa. Solo bastan unos pocos minutos y una cena fallida para que la situación se altere y Pedro sea confundido con César, un viejo amante de Alicia, con quien realizaban prácticas poco amables que rozaban el sadomasoquismo y el bondage. Así, Pedro aparece encadenado a un sillón y comienza una tortura por parte de una mujer que en nada se parece a una anciana con demencia senil sino, más bien, la reencarnación del odio en su estado más perverso.
El duelo actoral entre Hendler y Maura es impecable e inmejorable. Dos registros orgánicos que se unen en esta historia absurda, desesperante, angustiante y corrosiva. Claro, están avalados para hacer volar sus personajes por un guion certero del propio director, Martín Mauregui, quien los deja ser bajo sus reglas. A Maura le da licencia para manejar con libertad los círculos de la locura y a Hendler, para profundizar ese código de perdedor y desafortunado con la vida que tan bien recrea. Verlo gritar “Alicia, te amo” encadenado y ensangrentado en el sillón causa risa, estupor, impotencia, claustrofobia y pena. Un paso de comedia dentro de una opresión asfixiante, mientras uno piensa por lo bajo “qué vieja loca”.
La eficacia del filme nace a partir de la interesante pluralidad. Si el género de terror (cada vez más de moda en la actualidad) no seduce, sí lo hará la dupla Maura-Hendler y viceversa. Porque el resultado es implacable. Una cinta redonda que genera todo tipo de sensaciones, que deja al espectador satisfecho y que cumple con todas las ternas que se entregarían en cualquier premio.
Calificación: Muy buena