Opinión
Páginas de la historia

Teodoro Fels

Puede decirse que la aviación nació y se desarrolló en el siglo XX. En 1903 –un 17 de diciembre- dos mecánicos y aviadores norteamericanos, los hermanos Orville y Wilburg Wright volaron por primera vez, en una máquina hecha por ellos acoplada a un motor a explosión.

La distancia recorrida fue de 234 metros; ¡Sí 234! Y demoraron en recorrer esos metros casi un minuto. ¡Pero habían logrado elevarse sobre la tierra en un vuelo controlado!.

La Argentina fue uno de los primeros países en Latinoamérica, en desarrollar la aviación y numerosos héroes -muchos de los cuales ofrendaron sus vidas- ya están incluidos como artífices de nuestro avance aeronáutico.

Algunos nombres -y sin duda numerosas omisiones- Benjamín Matienzo, Tte. Origone, Jorge Newbery, Almonacid, el Brigadier Zuloaga y muchos otros.

A todos ellos los impulsaba un ideal al que no querían, ni podían renunciar. Y la obstinación por un ideal, inmuniza contra los fracasos.

 

UN IDEALISTA

Pero hoy quiero aludir a otro aviador que en 1912 -¡en 1912!- un primero de diciembre, realizó una notable hazaña. También era, obviamente, un idealista. Y los verdaderos idealistas no persiguen triunfos propios. Sólo desean el triunfo de sus ideales.

Y este hombre que se llamaba Teodoro Fels tenía una meta. Cruzar el Río de la Plata en avión hasta Montevideo. Repito que transcurría el año 1912.

En ese año 1912 es creada la Escuela de Aviación Militar. Y un Cabo conscripto, incorporado a esa escuela, con muy poca experiencia de vuelo, decide abordar un avión. No solicitará permiso porque sabe que le sería denegado.

A las cinco y media de la mañana, con dos bidones de nafta y aceite de ricino, se dirige al aeródromo de “El Palomar”. Una vez allí, sube a un aeroplano Bleriot y levanta vuelo en dirección a Colonia; vuela sobre esta ciudad y enfila hacia Montevideo.

Ya divisa el aeropuerto internacional de Carrasco, donde aterriza con habilidad, causando sorpresa general por lo inesperado del vuelo. Ha  volado una hora y 55 minutos y a una altura de 1200 metros. Es el primer cruce del Río de la Plata en avión.

 

GRAVE DESOBEDIENCIA

Ha recorrido 192  Km. Está feliz. Pero debe regresar. Y sabe que ha incurrido en una grave desobediencia. Ya en Buenos Aires, su jefe Tte. Cnel. Olivera lo recibe en su despacho con gesto adusto:

-“Ha incurrido Ud. en una grave transgresión a la ley militar. Desobediencia, ausencia injustificada y apropiación de un avión. La pena sería prisión”.

Y agregó el Tte. Cnel. Olivera:

-“Me voy a permitir yo también una incorrección menor que la suya. En vez de castigarlo, voy a proponer un ascenso para Ud. No puedo castigar a alguien que ha honrado a su patria, a la aviación y al hombre”. Un abrazo fraterno selló esta última frase.

Teodoro Fels no siguió la carrera militar. Pero siempre vinculado con la aviación, llegó a ocupar el cargo de Director General de Aeronáutica Civil.

Un 22 de julio de 1969 deja este mundo Teodoro Fels.

Y un aforismo final para este ser humano que vivió por el más hermoso de los ideales, el acercamiento del hombre con su hermano hombre a través del aire: “Los ideales elevados son como las estrellas. Lejanos, pero visibles”.