Un país con niños desnutridos, será un país de débiles mentales. Y no se trata de una expresión peyorativa, sino de una realidad biológica. Es por ello que ocuparse de la desnutrición infantil es una manera de velar por el futuro de la Argentina. Es intentar torcer el rumbo del doloroso destino que supone haber nacido en un hogar pobre, donde alimentarse bien y recibir cariño desde el nacimiento son dos “lujos” que suelen estar ausentes. Así lo entendió el doctor Abel Albino, médico pediatra mendocino, al fundar hace 32 años la Cooperadora de Nutrición Infantil (CONIN) en el país, siguiendo el modelo de los Centros de Recuperación de CONIN Chile, diseñado por el doctor Fernando Mönckeberg.
El trabajo de Albino y los profesionales que lo acompañan en la Fundación CONIN desde hace más de tres décadas ya ha permitido sacar de la desnutrición a 45.500 niños y tratar en su Hospital especializado -ubicado en Mendoza- más de 3.000 casos de desnutrición grave provenientes de distintas provincias del país. Sin embargo, en los últimos dos meses ha comenzado a peligrar la continuidad de esta organización, lo que empujó al médico mendocino a cerrar el miércoles último las puertas del hospital y hacer un desesperado pedido de apoyo a través de las redes sociales.
“La única debilidad mental que se puede prevenir, revertir, y que es creada por el hombre, es la del desnutrido”, advirtió Albino en una entrevista con La Prensa, para luego añadir: “Genéticamente hablando, todos los seres humanos somos iguales. Lo que difiere entre nosotros es la epigenética, el entorno en el que nos tocó nacer. Si el ambiente es agradable, amoroso, eso hace que uno pueda cablear el cerebro”.
En esa línea Albino detalló que cada neurona, de las 100.000 a 140.000 millones de neuronas que tenemos en tres milímetros de espesor de la corteza cerebral, emite hasta 15.000 ‘cables’. “El niño necesita el estímulo amoroso repetido, frecuente. Si la criatura está en un ambiente con buena alimentación y buena estimulación -50% alimentación, 50% estimulación, un trago de leche, un beso-, estimulo su curiosidad, incremento su imaginación, lo engancho con la vida, ese cerebro estará bien cableado”, ilustró el médico, quien como contrapartida describió: “Si está mal alimentado y está mal estimulado, ese cerebro en lugar de 15.000 cables por célula, producirá 2.000, 3.000, 4.000 cables. Y entonces ese chico aprende a sumar o a restar, pero nunca a multiplicar o dividir, nunca entenderá el teorema de Pitágoras y jamás irá a la universidad. Y con él nos quedamos todos”.
Un país se hace con miles de niños leyendo, pero para leer y escribir “primero hay que tener cerebros”, insistió. “Si tenemos cerebros y niños bien cableados y mandamos a la escuela a los chicos hasta los 16 años, con secundaria completa, el desarrollo del país es una consecuencia. No nos tenemos que preocupar”, completó.
Según puso de manifiesto el pediatra, la desnutrición es el resultado final del subdesarrollo y es por ello que el modelo de prevención de la desnutrición que aplican en los 114 centros de CONIN incluye programas de educación nutricional, educación para la salud, lactancia materna, jardín maternal, jardín infantil, estimulación temprana, escuela de arte y oficio, programa de educación agraria, lectoescritura para analfabetos, ropero familiar, club de padres, escuela para padres, documentación y legalización de la familia, tratamiento del alcoholismo e inmunizaciones. “También solicitamos a las autoridades agua corriente, agua caliente, luz eléctrica, cloacas… Tenemos un programa de asistencia alimentaria complementaria. Las familias que asisten regularmente a nuestros centros, semanalmente se llevan un bolsón de comida”, enfatizó.
SITUACION CRITICA
El modelo de la Fundación CONIN atiende las múltiples causas de la desnutrición, tomando como pilares la educación, la asistencia y la investigación. “De nada sirve que yo alimente a un chico, si lo devuelvo al ambiente hostil del que proviene… 15 días después estamos alimentándolo nuevamente. Si queremos quebrar la desnutrición, dijimos hace muchos años, lo que debemos hacer es un abordaje integral de la problemática social que le da origen al subdesarrollo. Educación nutricional, educación para la salud, lactancia materna, jardín maternal, jardín infantil, estimulación temprana… Todos esos programas que enunciaba recién son los que aplicamos en las criaturas”, puntualizó el fundador de la organización, cuya labor es financiada a partir de donaciones de privados y de empresas, mientras que el Estado brinda su apoyo al contratar sus servicios.
“Aun así hemos llegado a una situación en la que estamos bloqueados en cuanto a la posibilidad de continuar nuestro trabajo normal de tantos años porque los sueldos de nuestro personal han aumentado naturalmente más del 100% y los ingresos no. También los insumos incrementaron sus precios. Por ejemplo, las leches aumentaron de una manera sorprendente, casi el 200%. Pero no le puedo decir al donante auménteme un 200%. Y el Estado no nos actualiza hace tres años, si bien debería existir una actualización automática”, lamentó Albino, quien adelantó: “Si no hay una respuesta rápida y concreta, no podemos seguir”.
“Estoy tan agradecido a esta gente a quien no le puedo hoy pagar el sueldo desde hace dos meses. La miro con tanto cariño. Fonoaudiólogas, psicopedagogas, pediatras, estimuladoras… tengo gente de lujo trabajando conmigo. Cada uno de los que están conmigo vale tanto como yo y todos juntos son más que yo. No podría haber hecho nada sin este grupo humano espectacular”, confesó.
CAPITAL HUMANO
En la actualidad no existe un número oficial, pero el pediatra comentó que las estimaciones apuntan a que alrededor de 2 millones de niños sufren desnutrición en el país y aclaró que ocuparse es una obligación, independientemente de las cifras: “Con que haya uno, ya es suficiente. Si no, ese chico está muerto en vida”.
Albino enfatizó que la principal riqueza de un país es su capital humano. “Si ese capital humano está dañado, el país no tiene futuro. Eso tenemos que entenderlo e incorporarlo. Todos somos necesarios, cada uno en lo suyo. No hay salidas individuales. No puedo salvarme solo. La seguridad es indivisible. O es para todos o no hay seguridad. La educación o es para todos o no hay una buena educación. Todos tenemos que tener esas posibilidades. Los que hemos aprendido a leer y a escribir en este país querido tenemos la obligación moral de hacer que cada uno de nuestros niños pueda desplegar su potencial genético para tener el día de mañana realmente igualdad de oportunidades”, argumentó.
Darle la espalda a la desnutrición tiene consecuencias graves para nuestro país. “Tendremos un país lleno de chicos débiles mentales, que no podrán servirse a sí mismos ni tampoco podrán servir a los demás, que repetirán en la escuela, y que andarán poblando las esquinas del país, sin hacer nada, condenados al desempleo, al subempleo, a veces al delito y a veces a la droga”, evaluó el especialista.
¿QUE ES LA PAZ?
Albino habla con la sabiduría que le dan 53 años de ejercicio de la pediatría. Una profesión que ha llevado adelante desde CONIN como fruto de “una pasión”, según él mismo lo reconoce. “Algo me lleva a que ayude, a que me comprometa, a que me meta en los problemas, a que trate de solucionarlos, a que busque gente para que me ayude a su vez para lograr estos objetivos. Quisiera que todos los chicos vayan a la escuela y terminen haciendo la universidad. Me encantaría eso. Trabajo para eso”, aseguró.
Fue al recibirse de médico, tras rendir la materia de ‘Infecciosas’ con el profesor Juan Francisco Villalonga en la Universidad de Tucumán, cuando este catedrático infectólogo le aconsejó a Albino que continuara sus estudios en Pediatría y no en infectología, como tenía pensado. “Abel, si te gustan las enfermedades infecciosas, tenés que hacer pediatría, porque vas a tener un manejo natural de la infectopatología”, recordó Albino que le dijo Villalonga.
“Porque la gran mayoría de las enfermedades de niños son infecciosas: sarampión, rubeola, paperas, otitis, bronquitis, sinusitis, neumonía, neumonitis, gastroenterocolitis, meningitis… Tenía razón el profesor. Entonces me fui a hacer pediatría. Me dieron una beca en la Universidad de Chile y partí raudo a hacer pediatría allá”, relató.
En aquel país vecino, Albino conoció al doctor Fernando Mönckeberg, un pediatra dedicado a estudiar el problema de la desnutrición desde hacía años, quien había encontrado la forma de solucionarla. “El creó un centro, llamado Instituto de Nutrición y Tecnología de los Alimentos (INTA), que hoy se llama Instituto Mönckeberg, donde estudiaron el problema y supieron que debían hacer una organización que sea el brazo ejecutor de los lineamientos que dictara el INTA y ese brazo ejecutor sería CONIN. Así que yo vi nacer a la fundación CONIN en Chile”.
Sin embargo, no fue hasta varios años después que Albino encontraría el verdadero propósito de su profesión. Ocurrió luego de haberse doctorado en Medicina con un trabajo sobre la histoplasmosis y durante un viaje a Europa adonde lo habían invitado para ampliar sus conocimientos sobre biología molecular.
Albino recordó que al conocer Europa en ese viaje y ver aquellos países tan pequeños y poderosos en contraste con una Argentina tan gigantesca, pero empobrecida, lo preocupó y lo angustió.
“Me sentía muy mal. Le dije a mi esposa por teléfono ‘no estoy en paz’ y ella me dijo ‘Vamos a rezar para que te pongas bien y que estés en paz’”, rememoró.
Las oraciones de la esposa no tardaron en ser escuchadas. Según narró Albino, pocos días después, encontró un diario tirado en la calle, que curiosamente decidió levantar, aunque no era algo que solía hacer. “Al abrirlo, el diario se abre solo en las páginas centrales, donde había un artículo grande titulado ‘¿Qué es la paz?’. Me quedé con la boca abierta, no lo podía creer”, expresó.
“Ese artículo lo había escrito la madre Teresa de Calcuta, que hoy es Santa Teresa de Calcuta -prosiguió-. Y el texto hacía un resumen en un verso: ‘El fruto del silencio es la oración, el fruto de la oración es la fe, el fruto de la fe es el amor, el fruto del amor es el servicio y el fruto del servicio es la paz’. Fui a la dirección del hospital con el diario debajo del brazo y renuncié a mi estancia en Europa. Dije: ‘Mire profesor, me doy cuenta de que estoy haciendo una especialidad del futuro y en realidad yo soy hijo de un país que no tiene solucionado su pasado. Yo sé que puedo subirme al tren del desarrollo y partir, pero también sé que mucha gente se va a quedar y, en el fondo del corazón, yo soy médico nomás y soy médico de niños. Si hay un chico que me necesite, lo correcto es que me vuelva’”.
Así fue. Albino regresó a la Argentina con la idea de que “tenía que servir, pero no sabía ni a quién ni cómo”. Recién en un segundo viaje a Europa, durante su paso por el Vaticano, encontró la respuesta. Fue en una homilía del 17 de mayo del 92 del por entonces papa Juan Pablo II, en homenaje al hoy santo José María Escrivá: “Ocúpense de los más pobres, de los más necesitados, sigan el ejemplo del (en aquel momento beato) José María”, había dicho Juan Pablo II.
“Servir, decía la madre Teresa; a los más pobres, decía el Papa, siguiendo el ejemplo de San José María. Así redondeé la idea. ¿Quiénes son los pobres? ¿Cuándo digo pobres? Cuando tenés chicos con problemas neurológicos. Me voy a dedicar a debilidad mental”, pensó.
“Renuncié a Europa por segunda vez, me vine acá. Organizamos un curso al que asistió Mönckerberg y habló de la única debilidad mental que se puede prevenir, de la única debilidad mental que se puede revertir, la única que es creada por el hombre, que es la del desnutrido. Desde entonces trabajo en el tema. A pesar de todas las dificultades y los inconvenientes, me hace muy feliz”, aseguró por último este pediatra movido por su firme vocación, quien confía en que cientos de personas más comprendan el valor fundamental de su trabajo y se sumen como miembros de la asociación de amigos de CONIN.