"A mi me echó Maradona. Y lo que diga Maradona cuando escuche esto no me importa un carajo. Quisiera tenerlo en frente para ver si me dice las cosas como me las dijo, que después del partido me iba a agarrar. Yo me la banco. Lo iría a buscar hasta la casa"… En llamas se despachó frente a las cámaras Julio César Toresani. ´´Pregúntenle a (Francisco) Lamolina si yo no le pedí que no lo echara. Esto lo juro por mis hijas. Entonces, le vuelvo a repetir a Toresani: Segurola y Habana 4310, séptimo piso. Y vamos a ver si me dura 30 segundos", le respondió tajante Diego.
Una de las peleas más famosas de las historia del fútbol argentino inmortalizó esa esquina. Segurola y Habana. La anécdota, para los más chicos que no la conocen y que para los más grandes ya es casi un mito (o sea, un relato tradicional, sagrado y simbólico), está por cumplir 30 años. Data del 7 de octubre de 1995. Corría la fecha 9 del Apertura y Diego volvía a jugar en el fútbol argentino con la camiseta de Boca. Fue un día especial y el Xeneize le ganó (1-0) en la Bombonera un partido caliente a Colón, equipo en el que jugaba el Huevo Toresani. El volante del Sabalero tuvo un choque con el astro y la temperatura fue subiendo a lo largo del partido entre los dos referentes. Cerca del final, Lamolina lo mandó a las duchas al volante que también pasara por River, antes de llegar a Boca (¡equipo en el que luego se reencontró y reconcilió con el Diez!).
Pero antes de todo eso, Toresani le echó la culpa de su expulsión a Maradona y el mejor del mundo lo desmintió. ´´No existe Toresani. Yo le dije a Lamolina que no lo eche, lo juro por mis hijas. Y si quiere, lo espero en Segurola y Habana. Y vamos a ver si me dura 30 segundos´´. Las amenazas y la pelea no escalaron más pero la frase, como tantas de Maradona, quedó registrada para siempre en el país futbolero. Y esta vez, lo preciso de la cuestión, inmortalizó una geografía: el lugar exacto en el vivía en mejor de todos por esos tiempos, en Villa Devoto.
Pasaron los años. Ni Diego ni el Huevo Toresani están en este plano. La historia del genio del fútbol mundial la recuerdan todos. La del volante combativo, muchos menos. Toresani tuvo un final trágico. Separado de su esposa y sin trabajo, se suicidó…
Más allá de los tristes desenlaces de cada uno, la pelea que inmortalizó la frase ´´Segurola y la Habana´´, que se fue deformando con el paso del tiempo y le incorporó el artículo ´´la´´ a la dirección, convirtió el espacio en una suerte de santuario de la Iglesia Maradoniana cuando Diego dejó de existir. Por mandato popular, la esquina eternizada cambió de nombre… hasta esta semana…
Para el público, aquella esquina ya no era Segurola y Habana. Días después del fallecimiento de Maradona, ocurrido el 25 de noviembre del 2020, un fana viajó hasta Devoto para cambiar el cartel negro con letras blancas y lo tapó con dos calcos. Uno decía Diego y otro Maradona. Los seguidores del astro celebraron la idea y los vecinos tuvieron que pedir un permiso especial a la Comuna 10. Solicitaron formalmente que la intersección sea rebautizada.
Incluso, para darle un marco oficial a la cuestión, desde la Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires mandaron a instalar una placa al costado del edificio. "Esquina Diego Armando Maradona, en homenaje a un símbolo del fútbol argentino y mundial", se puede leer en el mármol que está pegado a los ladrillos que sostienen la estructura.
Esta semana hubo novedades. El Gobierno de CABA decidió eliminar el homenaje a Maradona. Las autoridades porteñas optaron por una drástica determinación. Según la jefatura de la Ciudad, el tributo al campeón del Mundial de 1986 confundía a los conductores. Los números de la cuadra se encontraban tapados por los stickers de distintos equipos de fútbol y las calles cambiadas eran confundidas por otra intersección. Fue por eso que restauraron los carteles originales y la esquina volvió a llamarse Segurola y Habana.
Por supuesto, la determinación recibió críticas por parte de los amantes del fútbol. Los maradonianos interpretaron que el acto atentó contra la figura homenajeada de Diego. El accionar del Gobierno porteño tiene una explicación que para algunos es lógica y, para muchos, polémica. Arguyen que el homenaje confundía a los conductores porque las calles no tenían el mismo nombre que los GPS y los carteles no mostraban la altura porque estaban cubiertos de stickers...
Como fuere, teniendo en cuenta la trascendencia que tuvo Maradona para la historia argentina y el fútbol mundial, parece absurdo restaurar la escena. Al cabo, se trataba de un homenaje espontáneo de los fanáticos quienes, en muchos casos, llevan a Diego tatuado en la piel. El tema de los GPS parece menor… Hace unos años no existía tanta tecnología y la gente llegaba a todas partes igual. De última, se le podía preguntar a algún parroquiano si conocía o no tal o cual dirección. Había otras posibles soluciones al conflicto. Por ejemplo, poner un cartelito debajo que dijera “ex Segurola” y otro con la leyenda “ex Habana”... No parece tan difícil la cuestión.