Cuando uno se dispone a ver `¿Cuánto vale la vida?', más o menos sabrá a qué se enfrenta. Un filme biográfico que cuenta el momento en que el Gobierno estadounidense, a través del bufete del abogado Kenneth Feinberg, intenta indemnizar a las familias de las víctimas de los atentados del 11 de septiembre.
Pero lo más abrumador no es la pregunta inicial sino las repreguntas. ¿Vale más la vida de un gerente de empresa que la de un repartidor de café? ¿La vida de un hombre soltero vale menos que la de un padre de familia tipo? ¿Hay vidas que valen 300 mil dólares y otras que no pueden valer menos de 12 millones de dólares?
A la semana de los fatídicos acontecimientos del 11S, el Gobierno norteamericano, en pos de cuidar a las compañías aéreas de posibles demandas y de contener a los familiares de las víctimas, comienza un plan llamado
MEMORABLE
La directora Sara Colangelo, a partir de un guion de Max Borenstein, intenta ser lo más objetiva posible. Y para lograrlo, la actuación de Michael Keaton es vital. Por momentos es el diablo, en otros es un mártir. Lo odiamos pero técnicamente, qué otra posibilidad tiene. Y para confrontarlo ética y actoralmente, un inmenso trabajo de Stanley Tucci quien como Charles Wolf hace de un líder espontáneo que junto a los desorientados familiares busca solo un poco de dignidad ante tanto cálculo. La escena de ellos dos debatiendo, uno con la tristeza a cuestas, el otro con la ley y el sentido común, es memorable.
Sin tanto ruido, con poco márketing pero con maestría, calidad y actuaciones admirables, `¿Cuánto vale la vida?' se convierte en lo mejor de Netflix de las últimas semanas. Un filme que nos interpela y nos hace reflexionar sobre lo mucho que somos para los que nos quieren y lo poco que representamos para los que no.
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