Opinión
Doctrina Social de la Iglesia
Por una pastoral social sobre política poblacional argentina
Que los estados cuenten con una política poblacional es algo básico. Uno de sus elementos, junto con la autoridad política y el territorio, es la población. Población cuya composición es una realidad compleja lo que exige, a su vez, que los gobiernos encaren de modo multidisciplinar la gestión de la cosa pública. Citando ad sensum a Alfred Sauvy, no tener una política poblacional es tener una. De esta manera, puede apreciarse mejor el aporte que pueden ofrecer las pastorales sociales inspiradas en la genuina Doctrina Social de la Iglesia.
ENSEÑANZA SEGURA
Sin perder de vista –más bien todo lo contrario– que ella es “un instrumento de evangelización” (San Juan Pablo II, Centesimus annus, 54), es decir, de cristianización del orden social, las pastorales sociales cuentan y pueden ofrecer una enseñanza segura y razonable sobre los siguientes temas vinculados a la política poblacional en general y, en particular, argentina:
1)- La finalidad de la comunidad política.
2)- La familia como célula básica de la sociedad.
3)- El rol de los organismos intermedios inferiores a la comunidad política.
4)- Una adecuada concepción de la economía en el marco del orden social finalizado por el bien común político, y otros tantos más que podrían mencionarse.
De este modo, las pastorales sociales podrían hablar de asuntos acerca de los cuales otros no lo hacen, entre otros motivos, porque no cuentan con una cosmovisión orgánica de la vida del hombre en sociedad.
ESCUELA DE VIRTUDES
Destaquemos uno de estos temas: la familia. Ella, fundada en el matrimonio, es la mejor escuela para adquirir las virtudes individuales y sociales. A tal punto resulta relevante el lugar que ocupa la familia en el orden social que, bien visto, debe gobernarse para ellas (Ignacio Garda Ortiz). Una familia con el matrimonio como pilar está llamada a ser fecunda. Está llamada, de acuerdo a su condición, a ser pobladora.
Dada el carácter nuclear de la familia en la vida social, en torno a ella se puede proyectar una política poblacional de tipo nacional que sea realista. Una familia necesita trabajo, vivienda y educación. Quienes tenemos hijos sabemos que estas tres “asignaturas” nos desvelan cada día.
En este sentido, el Estado debe cumplir un papel indelegable: auxiliar a las familias, de acuerdo al principio de subsidiariedad, para que formen a sus hijos de manera integral. Como afirma san Pablo VI: “El desarrollo no se reduce al simple crecimiento económico. Para ser auténtico, debe ser integral, es decir, promover a todos los hombres y a todo el hombre” (Populorum progressio, 14).
PERSPECTIVA NACIONAL
Por último, hace falta que las pastorales sociales traten el problema de la política poblacional desde una perspectiva nacional, es decir, argentina. Nuestro país, como otros de Hispanoamérica, tiene una tradición histórica y cultural que, no obstante las inclemencias producidas por el globalismo aplanador, debe ser preservada. Esta fidelidad a la tradición, a su vez, no está reñida con el auténtico progreso. No hay que dejarse engañar, sin beneficio de inventario, por un “desarrollo a lo angloamericano”.
Lo que hace falta es ser coherente con la propia identidad y tener la libertad de espíritu para aprender de otros pueblos.