Opinión
Buena Data en La Prensa

Otra vez los niños como rehenes

 

Hablar de niños y sexualidad no siempre es cómodo. Pero si entendemos a la sexualidad con criterio amplio, como ese componente básico de la personalidad que nos hace ser, actuar, sentir y vivir como varones o mujeres, ya podemos comprender que nuestra condición sexuada es propia de todo ser humano, cualquiera sea su edad. Así como somos corporales, somos sexuados, y todas las células de nuestro cuerpo lo anuncian desde la concepción hasta la muerte.

A medida que crecemos vamos desplegando distintas dimensiones: lo biológico, lo social, lo intelectual, lo emocional y lo espiritual unidos forman parte del rico mundo de lo humano. En la inmensa mayoría de los casos, esas dimensiones sintonizan; en otras, no. Y allí se produce una disarmonía, un malestar.

En el caso que nos ocupa se trata de un malestar producto de una incongruencia entre el sexo biológico dado y el sentimiento de rechazo hacia ese sexo. Es lo que se llama disforia de género. Hoy el tema son los niños. Los niños con ese tipo particular de malestar.

COMO VA EL VIENTO

El criterio diagnóstico fue cambiando con el tiempo, quizás, aunque nos pese, no siempre al ritmo del avance de la ciencia, sino al esfuerzo y fuerza de grupos de poder (con mucho poder). La cuestión es que los criterios para diagnosticar la disforia de género fueron modificándose.

En el año 1980, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM), obra de referencia de la Asociación Americana de Psiquiatría que los profesionales de la salud mental usan para hacer diagnósticos, concebía el trastorno de identidad de género como un trastorno mental. En la edición de 1994 y en la versión revisada del 2000 se considera un “desorden”. En 2013 se deja de lado “trastorno” y “desorden” introduciendo el término “disforia de género” considerando que el problema no es la incongruencia en sí sino el malestar que puede acarrear. Finalmente, llegando a nuestros días, en la actualización de 2022 se trata de utilizar un lenguaje “menos estigmatizante”. El activismo de derechos humanos (ONU, Human Rights Watch, Amnistía Internacional y colectivos trans) reclamaban que la clasificación como “trastorno mental” violaba derechos fundamentales. Saquemos conclusiones.

EPICENTRO EN TUCUMÁN

El próximo 18 de octubre está previsto que se realice el Primer Encuentro Global de Infancias Trans en San Miguel de Tucumán. Este encuentro cuenta con el apoyo y el financiamiento de la Legislatura tucumana y del vicegobernador Miguel Acevedo -a cargo del Ejecutivo por licencia del gobernador Osvaldo Jaldo-. Tienen previsto participar, además de profesionales argentinos, representantes de Brasil, Chile y España.

Según lo informado por el diario La Gaceta de Tucumán, diversas organizaciones de la sociedad civil expresaron su rechazo a la realización de este evento, mediante un comunicado. Entre ellas: Frente Joven, Padres Unidos Argentina, La Proclama, Médicos por la Vida, Contadores por la Vida, Mujeres por la Patria, Observatorio de la Vida, Viñedo de Raquel, Fortín Gaucho Virgen Generala, TDC, Padres con Derecho a Decidir, Equipo de Prevención del Abuso Sexual Infantil y el Centro de Planificación Natural de la Familia.

Entre las consideraciones expuestas cuestionaron que este evento "impulsa y promueve prácticas tales como la hormonización y cirugías de cambio de género en niños y adolescentes". También sostienen que "este tipo de acciones no solo resultan altamente controversiales en el ámbito científico y médico, sino que además atentan contra el principio de protección integral de los niños y adolescentes, consagrado en tratados internacionales y en nuestra propia Constitución Nacional. Es deber de las instituciones del Estado, y en especial de un cuerpo legislativo que representa la voluntad de todo el pueblo tu- cumano, garantizar políticas que velen por la salud, la seguridad y el desarrollo pleno de nuestros niños y ado- lescentes, y no apoyar iniciativas que puedan causarles daño irreversible"

Más adelante expresaron que "la hormonización y cirugías en menores constituyen procedimientos de carác- ter experimental, sin evidencia suficiente de eficacia y con riesgos ampliamente documentados, como esterilidad, pérdida de masa ósea, afectaciones cardiovasculares y consecuencias psicológicas permanentes…”

Por todas estas razones, el 6 de febrero el Poder Ejecutivo Nacional emitió el Decreto 62/2025 que prohíbe a las personas menores de dieciocho años iniciar tratamientos de hormonización y acceder a las llamadas intervenciones de “reasignación de sexo”.

CON LOS NIÑOS, NO

Si consideramos que la inmensa mayoría de los niños que padecen la sensación de haber nacido en un cuerpo equivocado logran “amigarse” con él pasada la adolescencia (siempre y cuando no se haya avalado su fantasía), que los tratamientos además de experimentales no son inocuos y que hay una alta tasa de arrepentidos de haberse provocado cambios de los que no pueden volver atrás, la conclusión sería simple. Transformar sus cuerpos para que se adecuen a una percepción errónea no es el camino. Es un tema ético. Sin embargo, se sigue insistiendo: ¿intereses políticos?, ¿económicos? ¿ideológicos?. Mientras tanto, las víctimas son los niños.

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