Espectáculos
Valeria Llaneza y Carmen Ezcurra comparten su experiencia en Estados Unidos

Nueva York, refugio de artistas

Las actrices identifican ventajas y desventajas de ser argentinas trabajando en la Gran Manzana, y las diferencias a la hora de hacer teatro en uno y otro destino.

Caminar por las calles de Broadway, en Nueva York, es una experiencia única. Sus carteles enormes brillando a toda hora, la gran cantidad de gente paseando por sus calles y los emblemáticos teatros ofreciendo sus espectaculares obras hacen que uno se sumerja dentro de un universo fascinante. La energía del arte se siente a cada paso. Pero no sólo pasa en Broadway sino también en los distintos distritos de la ciudad. Quizás por eso es que para los artistas la Gran Manzana es un lugar tan especial.

Nueva York, epicentro de la industria del entretenimiento, ofrece una gran cantidad de opciones para estudiar actuación y brinda oportunidades laborales en Broadway, el off Broadway, el cine y la televisión.

“Hay un montón de posibilidades, sí. Imaginate que en la Argentina se hacen cinco audiciones de comedias musicales por año, máximo ocho; acá, en cambio, hay todos los días treinta audiciones”, dice Valeria Llaneza, actriz de comedia musical quien desde 2015 está instalada en Nueva York, adonde llegó para estudiar dos años en el AMDA NY y se terminó quedando a trabajar.

ABRIR PUERTAS

Aunque a priori las chances parecerían un montón debido a la enorme cantidad de espectáculos, abrirse paso dentro de ese universo no es tan sencillo. “Generalmente es difícil ingresar, pero una vez que entraste y te empiezan a conocer podés ir agarrando trabajos o te van recomendando muy fácilmente”, explica Llaneza. La clave para que eso ocurra parecería estar en llegar a la ciudad para tomar clases. “La facultad me abrió las puertas y pude ver lo básico que necesitaba para poder audicionar”, además de que permite conocer gente con la cual armar una red.

En este punto también coincide Carmen Ezcurra, otra joven actriz argentina que el año pasado se graduó en el Stella Adler Studio of Acting y actualmente es parte de ‘Wheels: An Original Musical’, donde interpreta un rol protagónico: “Estudiar acá ya abre un montón de puertas, en especial con la gente con la que estás estudiando. Porque muchos son actores pero otros quieren ser directores, productores, y ahí uno ya se empieza a armar su circuito”. La actriz, que llegó primero para hacer un curso de verano y luego el conservatorio cuenta que “todo lo que empecé a conseguir de trabajo, siempre fue mucho de boca en boca. Por ejemplo, irme a cantar a un karaoke, que mis amigos se den cuenta de que cantaba, y decirle a alguien que estaba haciendo un musical. La mayoría de las cosas que estuve haciendo fueron mucho por conexiones. Creo que estudiar acá y estar dando vueltas por lugares donde hay gente que hace lo mismo que vos es lo que más abre puertas".

Existen un montón de academias para formarse (The Stella Adler Studio of Acting, Lee Strasberg Theatre & Film Institute, The Juilliard School, Tisch School of the Arts) y también hay distintas modalidades, desde cursos de verano hasta carreras más extensas. Ezcurra explica que no es difícil acceder a un curso corto porque no hay demasiados requisitos para tomarlos; en cambio, si uno quiere ingresar al conservatorio de dos años, “ahí sí tenés que audicionar: son dos monólogos, una entrevista y después un monologo más, y te pueden rechazar”. Por eso muchos optan por llegar a la ciudad para tomar clases durante la temporada estival y luego, cuando ya los conocen, buscan acceder a las carreras más largas.

ANIMARS

Hoy son muchos los argentinos que eligen formarse y probar suerte de Nueva York y en los distintos circuitos son bien recibidos: “En la Argentina nosotros tenemos un buen teatro y siempre se ve que destaca la técnica. Acá, en Broadway, tienen un montón de dinero para hacer la escenografía que ellos quieran y no hay límites. Nosotros, en cambio, tenemos un montón de límites y dentro de esos límites nos la rebuscamos para mostrar lo mejor. Eso también viene con la actuación o con lo que uno está mostrando. Creo que eso destaca al argentino en esta ciudad”, afirma Llaneza.

Sin ir más lejos, la propia Ezcurra cuenta que ella empezó a producir porque sintió que había cosas de las que no podía no ocuparse: “La verdad es que nunca me imaginé que iba a estar produciendo pero al final me di cuenta de que era lo mismo que hacía en Argentina”.

Es que en nuestro país, y sobre todo en el circuito independiente, los actores están acostumbrados a ocupar varios roles dentro de una producción y su trabajo no se reduce únicamente a lo que hacen sobre el escenario.

“Cuando trabajaba en la Argentina yo era la encargada de un montón de cosas, en cambio cuando trabajás acá vos te ocupás solamente de una cosa. Si vas a actuar, actuás, ese es tu rol. De la escenografía se va a encargar otra persona y vos no tenés que mover nada, hay otro que se encarga”, explica Llaneza.

Esa es no la única diferencia con la que se encuentran los argentinos que logran desarrollar su talento en la ciudad que nunca duerme. “Esta es una industria súper desarrollada, tienen otro modo de ser, más frialdad, y hay un sistema. Por ejemplo, vos entrás a una audición y tenés una cruz en el piso donde te tenés que parar. Hay un modus operandi que uno no lo sabe y lo tiene que aprender. La espontaneidad a veces no cae bien, entonces debés aprenderlo. Uno se tiene que acostumbrar a quedar en ridículo y que quizás se rían de vos y te digan '¿cómo que no sabés esto?'. Es mucho aprendizaje y requiere mucha humildad de parte de uno por momentos”, explica Ezcurra.

De todas maneras, ella lo ve como algo “súper positivo. Me parece un camino hermoso por más que haya sido doloroso en algunos momentos; es parte de aprender y de vivir otra vida que no es en la Argentina”.

El idioma, a veces también, puede tornar dura la experiencia: “No solamente el real, como el inglés, sino toda la parte social. Vos podés decir lo mismo que dirías en la Argentina en inglés, pero no es lo mismo. La cultura es muy distinta. Nosotros tenemos un sentido del humor muy particular que acá puede parecer casi agresivo. Las cosas son un poquito más distantes, eso que hacemos de saludar con un beso en Nueva York no va. Aprenderlo fue durísimo y al principio uno lo siente como muy frío”.

Pese a las diferencias en el idioma, la cultura y el modo de trabajo, quienes se animan a la experiencia y se convierten en artistas internacionales encuentran sus ventajas: “Podés conocer diferentes maneras de abordar un proyecto. Yo cuando vine acá quería aprender cómo los americanos manejaban un musical. Creo que lo estoy aprendiendo y lo voy a seguir haciendo, y eso está buenísimo. Para mí es lo principal”, afirma Llaneza.

Por eso, al consultarle qué le diría a quienes tienen ganas de viajar, Valeria es contundente: “¡Qué lo haga! Uno siempre tiene miedo de probar algo nuevo y el miedo ayuda en un cierto sentido porque va a traer un montón de sensaciones nuevas. Te vas a ir descubriendo en ese proceso también, así que si alguien está con la duda de si viaja o no, si hace esto o no, yo le recomiendo que lo haga porque lo va a hacer crecer”.