Opinión
UNA MIRADA DIFERENTE

Nosotros o el diluvio

El empecinamiento hegemónico de La Libertad Avanza puede llevar a situaciones más graves que una mala elección.

La estrategia electoral de LLA parece girar sobre tres premisas: 

a) Convencer al electorado, sobre todo al que se abstuvo y abstendría con cualquier formato, de que si no vota por esa fuerza, automáticamente estaría generando el “regreso del kirchnerismo”, con todo el retroceso que eso implicaría.

b) Negociar con los gobernadores hasta asegurarse el voto de un número de senadores y aún de diputados que impedirían conseguir las mayorías necesarias para un juicio político, o la insistencia para dejar sin efecto un veto. 

c) La permanencia en su cerebro estratégico del triángulo de hierro, convertido ahora en hexágono o algún polígono similar, según el caso. Eso incluye la permanencia de funcionarios y candidatos (ya imposible de variar en este último caso) de origen kirchnerista o massista. 

Sobre todo a fin de que el votante que no quiera votar por el oficialismo no se sienta un canalla, como se intenta, habrá que apresurarse a reiterar que las de octubre son elecciones de medio término, es decir que se renuevan la mitad de los diputados y un tercio de los senadores. Con lo que la idea de crear una culpa por ayudar al regreso del kirchnerismo en quien no vote por LLA es una intimidación, una condena y sobre todo una falacia. No es cierto que no votar por los candidatos del oficialismo signifique votar por el peronismo y sus apodos. (Suponiendo que los candidatos mileístas no se den vuelta, como ha ocurrido con tanta frecuencia y desenfado en sus filas, lo que haría inútil votarlos apretándose la nariz) 

En cambio sí puede ser equivalente a votar por el peronismo con alguno de sus alias la abstención con cualquier formato, ya que el peronismo no se abstendrá. 

Votos útiles

Hay muchas opciones electorales que no se encolumnan bajo el partido de Milei, pero que ofrecen alternativas posibles, que defenderán los aspectos institucionales, que no votarían por una destitución política del Ejecutivo, que no acompañarían con su voto leyes populistas, irresponsables o disruptivas, ni propugnan un festival de gasto y emisión o déficit. Que están mucho más cerca de las ideas originales presidenciales que muchos de los personajes arribistas que conforman lo que autodenominan libertarismo, o libertarismo de último momento.  Candidatos que son respetados y reconocidos por la sociedad. Los votos por ellos son votos útiles. Finalmente hacen falta relativamente muy pocos votos para consagrar un diputado.

Sin embargo, el oficialismo prefiere, como prefirió en la configuración de sus listas, un camino hegemónico. Su abuso y hasta humillación al PRO, cuyo apoyo vital en 2023 fue olvidado, más que una estrategia fue un mecanismo de bullying, a la vez que una demostración de su vocación autoritaria y una suerte de soberbia lejos del juego democrático. 

Mientras que Mauricio Macri en 2023 dejó claro en toda oportunidad que el PRO no ponía ninguna exigencia para apoyar a LLA, (apoyo que fue crucial para su triunfo) en esta oportunidad el partido que preside la hermana terapéutica del presidente explicitó claramente que “quien quisiera plegarse sería bienvenido, pero incorporándose a la boleta de esa fuerza y en sus condiciones”. Eso obligó al sacrificio del partido de Macri, que renunció a su identidad y dignidad justamente para no hacer el juego al kirchnerismo. 

El partido que preside Karina Milei sostiene ahora que quienes se niegan a votarlo son “enojaditos” que no comprenden el problema. Otra ofensa gratuita y además un desconocimiento político de primera magnitud. Lo que se pactó es una alianza electoral circunstancial, no una alianza de gobierno. Como bien sostiene en un artículo Pedro Bordaberry, un senador uruguayo injustamente descalificado por su relación familiar con el expresidente, las alianzas de gobierno deben hacerse después de la elección, no antes, como ocurre en las democracias emblemáticas, como las nórdicas. (Ver Borgen)

O sea, se debe negociar con los legisladores, no entre partidos, ni con los gobernadores, formatos casi inconstitucionales, peligrosos y dudosamente democráticos, antirepresentativos y poco aconsejables, como se verá dentro de poco. Es absolutamente imposible llegar a un acuerdo con los gobernadores que no se estrelle contra el populismo, los impuestos alevosos, el déficit sistemático y sistémico, el gasto populista, las satrapías provinciales y todos los principios que el Presidente acaba de declarar una vez más inamovibles y defendibles hasta su muerte. 

Una especie de fanatismo futbolero

Justamente esos mismos principios son sostenidos por varios candidatos de otras boletas que no responden al régimen de lealtad ciega que prima en las dos facciones que prefieren la polarización, una forma de fanatismo futbolero que no permite pensar. Esos principios que propuso Milei no serán acompañados por ningún gobernador, más allá de las frases y declamaciones. LLA está fabricando sus próximos traidores. 

Esa decisión de transformarse en un gobierno y un partido hegemónico no sólo mataría a la oposición no peronista, sino que obliga a la Casa Rosada a negociar en condiciones de extrema debilidad con los gobernadores, de los que será fácil presa si acepta algunas de sus condiciones, o llevará a una peligrosa acción combativa si no las acepta. Por supuesto que negociar con las Cámaras incluye una cierta actitud civilizada en las formas para con los legisladores y aún para sus votantes, algo que parece dificilísimo de lograr. 

El enojo del oficialismo (la llamó borocoteada) con una concejal electa de Bahía Blanca que representando al PRO integró obligada por La Libertad Avanza la lista bajo su rubro, que decidió formar su propio bloque -derecho obvio al que nunca renunció- muestra la falta de comprensión de lo que significa una alianza electoral y la vocación de absorber a la oposición, lo que nunca estuvo pactado. No es cierto que la abstención definitoria en PBA que muestra la comparación numérica se haya producido por el enojo de los adeptos del PRO frente al maltrato, argumento de todas maneras poco inteligente. Simplemente esos votantes, que son más independientes y críticos, no están de acuerdo con lo que hace el oficialismo, aunque sí con sus ideas originales. Descalificarlos de cualquier modo es aceptar una profunda ignorancia política en la que no se debería insistir. El partido gobernante debería retomar el control de sus troles. 

Babosas lealtades

Los candidatos libertarios, y la propia jefa del partido, se encuentran hoy enfrentando en muchos casos un descenso marcado en su índice de aceptación. Prefieren responder a esa realidad con babosas muestras de subordinación, lealtad y sumisión, y vuelven a acusar a los exvotantes del PRO de ayudar al retorno del kirchnerismo con su negativa a votar por el mileísmo, olvidando que, el empecinamiento que es apotegma de esa fuerza decidió despreciar a sus aliados macristas en 2023 y presentar a Carolina Píparo como candidata a gobernadora de PBA, factor que resucitó a Kicillof y le hizo retener la gobernación. 

Algo similar a lo que está ocurriendo ahora: el error de la nacionalización de la campaña que el oficialismo cometió en las elecciones de PBA y que perdonó por omisión las tremendas deficiencias de la gestión actual, ha transformado al precario gobernador en figura cumbre del peronismo. Ciertamente culpar de ello al PRO es no querer aceptar puerilmente las consecuencias de las propias fallas. 

También hay que recordar que una condición que en el comienzo de este mandato presidencial se impuso, vaya a saber por pedido de quien, fue marginar de los puestos ejecutivos a los extrapartidarios que hubieran sido “denunciadores seriales” de la gestión kirchnerista. Justamente quienes mejor habían cumplido sus tareas y quienes habrían podido suplir la falta de experiencia y calidad de gestión del libertarismo incipiente. Falta de gestión que ha sido evidente en muchos temas que hoy estallan. Como el de las obras públicas, los medicamentos o los discapacitados. 

Esa obsesión hegemónica privó a LLA de funcionarios capaces y útiles, que seguramente habrían al menos impedido alguno de los errores que teóricamente el Gobierno jura que está dispuesto a revisar. (¿) Y en estos dos años de mandato que restan, sería más seguro y más factible negociar con legisladores afines a las ideas de libertad económica y seriedad fiscal aunque no sean “del partido” que negociar con el kirchnerismo con cualquiera de sus disfraces. Y sería más potable ofrecer esos nombres a la ciudadanía que los de Lijo, Scioli, Catalán, Cúneo Libarona, los Menem, Pareja, Espert, Francos o Karina Milei más todos los anónimos que se han entronizado en las cajas del sistema o en las posiciones de alta influencia (y corrupción) del Estado. 

Tragedia griega

La columna tiene claro, como tantos argentinos, que el presidente Milei no hará nada de lo que aquí se sugiere, como un personaje de una tragedia griega signado a seguir sus propios fantasmas, sus propios oráculos, sus propias pitonisas y su propio destino inexorable y preanunciado. No se lo permitirá su sino y su naturaleza. Sin embargo, esas presencias de extrapartidarios sensatos y prestigiosos en el Congreso y aun en su propia administración, (sin echarlos caprichosamente como ya hizo) le harían a él y a su gobierno mucho bien. 

Volviendo al votante, no debería permitir ser manipulado con polarizaciones o culpas inventadas. Lo riesgoso sería la abstención, pero puede votar sin temores por aquellos candidatos que, como expresara Macri, defienden los mismos principios que Milei. No estará favoreciendo al peronismo, y al contrario, estará favoreciendo al país y a su institucionalidad. Aunque a Milei y a Karina no les guste.