Opinión

¡No nos copien, por Dios!

Argentina desaparece porque hizo antes lo que ahora intenta hacer el resto del mundo. El resultado será el mismo.

Es evidente que la conducción kirchnerista del peronismo no está pensando en el país, o peor, sacrifica el país a intereses supranacionales a los que orienta toda su gestión de gobierno y su realpolitik. Basta ver la forma en que están actuando los Fernández y esgrimiendo su poder, sin dejarse distraer ni engañar por la pantomima de la pelea y el sainete del enojo de la regente del Senado - una ofensa a la representatividad democrática. La semana que cierra hoy ofrece brillantes ejemplos de la perversión y meticulosidad con que se está desmembrando y sometiendo a Argentina. Todo ello cuando la angustia consume a la clase media, o para mayor precisión a la clase trabajadora, estudiosa y productiva, diezmada por el despropósito, la deseducación deliberada y planificada, la inflación, el cepo, el desestímulo permanente al espíritu emprendedor nacional, la expulsión adrede de la inversión, el asesinato de toda esperanza y de todo optimismo, el robo de los impuestos que puede inventar y decretar cualquiera (con o sin respaldo legal)  a nivel nacional, provincial, municipal o narco, ya desenfadadamente una cuarta jurisdicción, un cuarto poder que intersecciona con cualquier institución de la República y con los conjuntos sociales de la Nación.  Mientras, el delito organizado y el delito callejero apabullan a la población con el miedo y la violencia organizada, apañada o espontánea y la droga reina y carcome la voluntad y el cerebro de los ciudadanos y los transforma en animalitos domesticados, soldaditos del delito y la decadencia.

Se pueden agregar a la lista todas las acciones en el mismo sentido que se pueden observar, como el fomento al terrorismo mapuche, negocio descarado unido a un descuartizamiento territorial tan concreto y feroz como el de la guerrilla sangrienta en Tucumán. Nada es casualidad ni simple ignorancia o inutilidad. 

Como la destrucción sistemática del sistema productivo y de inversión y crédito, el miedo de la sociedad a esos autopercibidos indios, al narco y otras violencias, no son más que instrumentos que concurren en el mismo sentido. Dependencia, miedo, sumisión, entrega. El control feudalista del individuo que clama por la ayuda del señor feudal estatal por un empleo, protección, subsidio o dádiva. La inseguridad en todo sentido como mecanismo de dominación. 

Cuando el país se retuerce de dolor y desesperación ante el sabotaje continuo y ensañado de su propio gobierno, los proyectos en que pone toda su energía la mayoría gobernante y en especial la jefa espiritual del peronismo, sólo tienen en cuenta la agenda de Puebla, de Sao Paulo, la Doctrina Social que prohija Francisco I, el neomarxismo universal, el reseteo global, que no son nada más que la misma propuesta de reparto de riqueza ajena con otro rótulo, pero con el mismo resultado de miseria, como se ha visto siempre. 

Que ese modelo coincida con lo que se propugna desde muchos focos marxistas del mundo, desde las organizaciones supranacionales otrora baluartes de la libertad, a personajes infiltrados como von der Leyen, Janet Yellen, Christine Lagarde, o periódicos como The New York Times o The Economist, la CNN o la BBC no hace menos grave ni dramático el problema, tanto desde su aspecto integral como país, como desde la óptica de la desesperación del ser humano con espíritu de emprendimiento, creación y superación. 

Neofeudalismo mundial

Nada mejor para explicar este alineamiento del gobierno con el neofeudalismo mundial, que todos los hechos de los que fue protagonista excluyente en la semana. Cabe entonces empezar por la propuesta, impulsada por los adláteres cristinistas, de “flexibilizar” las reglas del plebiscito, para facilitar, según la lideresa, el acceso a las decisiones democráticas por parte del pueblo. Dejando por un momento de lado el hecho de que la Constitución no parece dejar huecos interpretativos ni posibilidades de reglamentación- el recurso tantas veces usado para burlarse de ella- la idea peronista está en línea con la bastardización de la democracia que es una de las líneas fundamentales del neomarxismo: reducir toda democracia a una sucesión de consultas directas, tras asegurarse de que el pueblo está atrapado en su capacidad de razonar primero deseducándolo adecuadamente, tanto con negación de educación como con consignas superfluas y falsas, disfrazadas de reivindicaciones. O con opciones fabricadas. Bolsonaros o Trumps. Una suerte de asamblea permanente, recurso preferido del sindicalismo, que nunca realiza votaciones abiertas, sino que siempre toma decisiones vía tumulto, donde se levanta la mano y se cuenta a las apuradas. Unido a la fanatización futbolera de la ideología, es un método muy eficaz para las dictaduras. De ese modo, se quita importancia al poder legislativo, y también se esclaviza y pasa por encima a las minorías con la excusa de la voluntad popular. La estrategia desde siempre del marxismo, de destruir al sistema de libertades con sus propias armas. 

Como todo lo que hace el peronismo moderno tiene siempre un dorso, un adicional, una ventajita extra, si bien por un lado la idea es crear más tensiones y negociar  en un toma y daca los cambios en la justicia, en definitiva la impunidad de la señora Fernández, por otro lado la propuesta es funcional a lo que se intenta aplicar en todo el mundo, el plebiscito por cualquier cosa a lo que tanto temía Tocqueville por la facilidad con que se manipula la llamada voluntad popular, que suele ceder ante cualquier facilismo, cualquier fanatismo. Sobre todo, porque el plebiscito, cuando se vuelve de uso corriente, es siempre usado como método de doblegar a las minorías que deben ceder a lo que los primeros liberales llamaron democracia de masa, con todo lo peyorativo que ello implica. 

Fue característica destacada del liberalismo en el siglo XIX, oponerse a este tipo de mecanismos de plebiscito fácil y sistémico por su capacidad para convalidar dictadores que enardecían primero a las masas con algún mecanismo de miedo, odio, fanatismo, envidia o nacionalismo barato.  Uno de los ejemplos más claro lo dio Francia, que luego de su sangrienta revolución de 1789 en contra del despotismo y el absolutismo real, que culminó con la muerte del Rey y su familia y gran parte de los propios revolucionarios, sufrió la guerra y el imperio de Napoleón. Todo en nombre de liberarse de las dictaduras. Y cuando en 1852, luego de más muertes y tiranías se convoca un plebiscito, ¿qué elige el pueblo francés? Un emperador, Napoleón III. 

El plebiscito fácil está ahora en el instrumental de la mochila de todo dictador en potencia. Está facilitado en Uruguay, con efectos que se verán en poco tiempo, está super facilitado en la nueva constitución chilena, está siendo incluido o propugnado en muchos países americanos, y destruirá sin piedad los derechos de las minorías, que es lo que garantizaba el sistema representativo y republicano. 

Cristina Kirchner es profetiza de ese credo

La boleta única

Complementaria y equivalentemente, se alzó en la semana el tema de la boleta única, apenas un paso en la intención de eliminar el fraude electoral y más lejanamente, en el intento de permitir mayor razonamiento en la designación de legisladores, tanto en las internas como en las elecciones generales. En Diputados, la única cámara en que fue tratado el tema hasta ahora, y aprobada con mayoría opositora, fue lamentable escuchar la argumentación de los diputados peronistas y aliados, en una ofensa a sus propios votantes que no merecen ser castigados con discursos sin sentido, sin base argumental y sin contenido. Cuando llegue el momento de su tratamiento en Senadores se advertirá que los diputados del Frente de Todos son meros ballots del partido, o títeres de su jefa o de sus gobernadores, meras marionetas que cuelgan en el mismo guiñol que el presidente. Y este asunto tiene conexión con el anterior. La dictadura del partido único, como saben los comunistas, la unanimidad de sus votos, la forma en que el tema central de la discusión no tiene importancia, y se discuten otros intereses, lealtades o verticalidades. No hay un solo argumento serio que pueda oponerse a la idea de una boleta única. Salvo que se procure un sistema autocrático con la decisión concentrada en una sola persona. Otro método de lealtad, obediencia y falsa democracia, que también está presente en los sistemas totalitarios globales. Otra vez la funcionalidad de Cristina. 

Demostrando la poca importancia que tiene para la jefa del peronismo lo que sufre el país y su grave situación, otro aspecto sobre el que se apuntaron los cañones justicialistas fue la idea de aumentar el número de miembros de la Corte Suprema a 25, una manera de presionar al sistema de justicia que la juzga. Pero además del cinismo encerrado en esta acción, y además de que es probable que por razones legales y políticas este tema seas un argumento para negociar, más que para lograr su aplicación, también este punto coincide (¿por casualidad?) con lo que el socialismo con disfraz de agenda 2030 intenta lograr tanto en Latinoamérica como en el mundo. Restarle importancia a la Justicia y dejar de considerarla como tercer poder, rompiendo así las garantías constitucionales de impedir los excesos de las democracias de toda la historia, desde Grecia, con la contraposición y el control entre poderes, en especial en lo que hace a las garantías constitucionales y a la corrupción. Ambas cosas odiadas por los políticos de cualquier signo. Por razones obvias. Los políticos odian los derechos de los ciudadanos y las investigaciones de sus acciones. Aún en países tan respetados en este aspecto como Uruguay, la Justicia está limitada y el accionar de los políticos es en primer término juzgado por sus pares, y raramente llega a la justicia. El socialismo universal es todavía más contundente. Los ciudadanos no pueden tener ningún defensor de sus derechos. Mucho menos los corruptos pueden tener acusadores. Cuba, Venezuela, Argentina, China, y varios países en el gris intermedio, tienen esas características. La nueva constitución chilena propuesta ni siquiera considera a la justicia un poder, sino un servicio administrativo, y hasta crea un tribunal especial para juzgar políticos. Garantía de impunidad y de quita de derechos. Como se recuerda, la viuda de Kirchner afirmó enfáticamente en algunos de sus berrinches en Comodoro Pi “sólo la historia y el pueblo me juzgarán”. Una declaración de principios que debe haber hecho las delicias de su amigo Putin. Una definición de alineamiento mundial por conveniencia y por concepción autoritaria digna de ser analizada y recomendada por Macchiavello. Pero finalmente, un sistema mundial de poder infinito. 

Desesperación argentina 

Siguiendo la línea de coincidencias con el pensamiento reseteador y redistribuidor de la fatal burocracia de planificación central, otro tema sobre el que se avanzó fue el del impuesto a las ganancias inesperadas. Si bien se puede adjudicar a la desesperación argentina ante el fracaso ruinoso de las ideas aplicadas y a la necesidad de cumplir con las exigencias de la esta semana capitalista Kristalina Georgieva, este nuevo despojo también tiene dudosa validez institucional, al tratarse de un gravamen establecido luego del hecho imponible que se aplica adicionalmente al Impuesto a las Ganancias. Pero más allá de esa discusión, que seguramente se perderá frente a la otra arbitrariedad nacional que es el solve et repete (pague y luego apele), debe destacarse que su concepto de fondo coincide con la vocación redistributiva global tan publicitada, que no se basa en ninguna razón ni base técnica, sino en la mera decisión por la fuerza de las masas, empezando por los Estados Unidos de Biden, que también tienen previsto un sablazo a las ganancias supuestamente extraordinaria de las empresas, idea en la que coinciden todos los miembros del grupo de Puebla, entre ellos el Frente Amplio uruguayo que lo propone cada vez que se encuentra ante un micrófono o una cámara. Ahí está también presente el peronismo de Cristina. 

Como refrendando la alineación peligrosísima en que el gobierno ha comprometido al país, otro hecho significativo fue el discurso doblemente alineado del presidente en el Summit de las Américas. Allí, probablemente en el ansia irrefrenable de quedar bien con su empleadora, también alineó al país entre los enemigos de Occidente y entre los amigos de las dictaduras, alejándolo de ese modo de la inversión y la ayuda futura. Enojando de paso a Uruguay al pedir la remoción de un funcionario probo y eficaz en la OEA, como Luis Almagro. No parece haber convocado previamente plebiscito alguno para arrogarse la representación de todos los argentinos en semejante decisión. Otro síntoma grave de que su jefa y su partido están del lado de los peores. Seguramente cree que el país podrá salir por su sola cuenta del laberinto en que lo ha metido, o que la cercanía con el asesino ruso ofrece alguna clase de ventaja incomprensible para los comunes mortales.

Hasta aquí, un breve resumen que muestra la peligrosidad de Cristina Kirchner como conductora de su partido y de la Nación. Aun dejando de lado su búsqueda de impunidad, queda su decidido intento de alinear al país con las peores ideas, con las peores ideologías, con las peores prácticas que se puedan concebir. Un camino de miseria, pobreza y vasallaje. Aunque la inocencia de los analistas de living, y la menos inocencia de los analistas profesionales, sólo le achaquen su búsqueda de impunidad, actitud a la que tiene derecho aun el peor de los delincuentes, Cristina Kirchner es Maduro, es Chávez, es el documento de Puebla, es Castro, es Nicaragua, es lo peor para el país y aún para el peronismo. 

El gasoducto de la discordia

Como un símbolo de adónde ha llegado Argentina, explotó, por una casualidad, por un faux pas, casi por descuido, el tema del gasoducto y la acusación de redireccionamiento a Techint como adjudicataria de la obra. Vale la pena recordar que Macri comenzó esta licitación un año antes de terminar su mandato, acaso con un año largo de atraso. El kirchnerismo lo cajoneó, hasta que la urgencia lo obligó a reflotarlo, hace un año. Es vital para abastecer al país del gas de Vaca Muerta, y obviamente también para esta explotación.  El despecho del exministro Kulfas, que debió estar a cargo de esta obra si no hubiera sido adjudicada a un favorito de Cristina, hizo que se dejara entrever que la obra estuvo direccionada a Techint. Noticias periodísticas arriesgaron la cifra del supuesto retorno: 300 millones de dólares. El resultado inmediato es una nueva demora en la obra. El resultado mediato es una grave falta de gas irremediable. 

Ninguna novedad. Los cuadernos son solamente una foto de un instante nacional. No la película. Techint explicó que no hay tal cosa como direccionamiento, sino que sus caños son los únicos que pueden usarse para un gasoducto de esas dimensiones. Es posible que sea cierto. También hay una creencia generalizada de que la coima existió. Lo peor sería que Techint hubiera ofrecido o garantizado el retorno sin necesitar hacerlo. Eso mostraría un país no solamente corrupto, como lo es, sino un país mafioso, podrido. 

¿Eso es culpa de Cristina? No sería justo decir eso. Es culpa de muchos. El país que merece lo que le pasa, el país infantil que busca los milagros. El país alcancía. Néstor y Cristina son sólo el capítulo más dramático de la corrupción rampante, El Padrino IV, una evolución de la coima al apoderamiento de empresas, que culmina en Eskenazi y la fortuna tirada a la basura con YPF, o repartida con los exsocios y testaferros, más las que se seguirá tirando al río con cada uno de los juicios inagotables que se seguirán inventando y perdiendo por sistema. Por sistema corrupto, también. Pero ella ahora no está preocupada por minucias como el dinero. Ella está comprometida a ultranza con la Patria Grande. 

Argentina, una vez más, es un ejemplo para el mundo, un país adelantado:  muestra el resultado del facilismo, del populismo, de los subsidios, de la renta universal, de la AUH, de vivir sin trabajar, de los políticos profesionales que viven del Estado, de los ceócratas, de los impuestos sin fin pero finales, de la corruptela, del sindicalismo paralizante y empresario, del reparto generoso y solidarios de riqueza, del déficit, de la emisión, del robo estatal, de la trabas  mortales a las empresas y a la inversión, de la defensa de reivindicaciones estúpidas, de la connivencia delictiva entre grandes empresas y el sistema político, de la destrucción de la confianza y la seguridad jurídica, de la aniquilación de la educación, de la pérdida de la cultura del trabajo, del reinado de la droga, de la inmigración con coima, que inventó Perón con los alemanes ricos que luego siguió vías los cónsules de los vecinos pobres. Del abolicionismo zaffaroniano, del estatismo como recurso laboral de pobres y ricos, de los controles de precios. De la entrega a los indios disfrazados, de la claudicación ante el narco sobornador y socio, de la pobreza inducida, del proteccionismo, del vivir con lo nuestro, de las vacunas con coima, de los amantes con pretensiones de gobernar, del miedo culposo de la corrección política, del delito en las calles, de la violencia naturalizada y tarifada. 

Argentina no necesita copiar el modelo del reseteo, porque hace rato que llegó ahí. Ahora sólo sufre las consecuencias inevitables. Y el resto del mundo, con su agenda 2030, tiene que mirarse en el mágico espejo de su futuro que es Argentina. Esto es lo que van a ser si siguen ese camino. Evidencia empírica, le dicen. Son todos kirchneristas. Claro que aún no lo saben.