Espectáculos

“No es una obra feminista sino humanista”

Feliz con la convocatoria de público, Soledad Silveyra analiza el éxito de ‘¿Quién es quién?’, la comedia francesa que protagoniza junto a Luis Brandoni en el Liceo. “Pese a ser un tema serio la gente la pasa bien”, asegura.

Solita aparece desde el fondo de la escenografía, un living moderno y funcional montado sobre el escenario del teatro Liceo, y el espacio se ilumina con su sola presencia. Los movimientos lentos, la voz dulce y característica, la sonrisa tallada en un rostro lozano con el que el cine y la televisión se han regodeado a lo largo de más de medio siglo.

Hoy, Soledad Silveyra protagoniza, junto a Luis Brandoni, una de las obras teatrales más taquilleras de la cartelera porteña: ‘¿Quién es quién?, de la autora francesa Audrey Schebat y dirigida por Héctor Díaz. El último registro de Aadet, la asociación que reúne a los productores del circuito comercial, la ubica segunda en recaudación entre el 5 y el 9 de marzo. Prácticamente no ha descendido del podio de los títulos más vendedores en los últimos dos meses.

“Vivimos este éxito con mucha alegría -admite la actriz a solas con La Prensa- porque la obra genera mucha identificación en el espectador y eso es lo mejor que nos puede pasar. Es muy cálida la gente y nos lo hace sentir”.

-Muy merecido el cariño que reciben por el recorrido que han hecho…

-Son sesenta años de laburo cada uno, es algo impresionante.

-Sin embargo, es la primera vez que se encuentran sobre un escenario.

-Sí, nunca antes trabajamos juntos en teatro.

-Fue por iniciativa suya este encuentro.

-Sí, sí, yo lo pedí a Beto.

-¿Leyó la obra y pensó que el personaje era para él?

-No era para otro más que para Beto. Porque yo sabía que la obra, si bien tiene una cierta densidad, él la iba a enriquecer con el humor. Tiene unos giros muy interesantes de humor la trama. Entonces, me pareció importante que estuviese por el bien de la obra.

"La obra genera mucha identificación en el espectador y eso es lo mejor que nos puede pasar", entiende la actriz.

“Gracias, mi niña”, le agradece Solita, toda ternura, a una asistente que le acerca una bebida, y continúa. “Está funcionando muy bien la dupla con Brandoni, trabajamos con mucha tranquilidad, con un director maravilloso como Héctor (Díaz). Se nota que al ser actor él tiene otra sensibilidad”.

-¿Cómo llegó Héctor al proyecto? ¿Quién lo trae?

-Lo trae Caballé (Juan Manuel, coproductor junto a Tomás Rottemberg). Yo lo conocía, claro, lo había visto en ‘Antígona en el baño’ y había seguido su trabajo con (Javier) Daulte. Es un chico con una formación importante con (Ricardo) Bartís y con Daulte, sobre todo. Entonces, confiaba mucho en él. Pero igual, encontrarlo desde el lugar de director era una cosa diferente. Sobre todo porque no sabía cómo lo iba a tomar Beto. Pero por suerte le cayó de diez. Creo que él también se sorprendió del rol de director de Héctor.
 

NUNCA ES TARDE

-'¿Quién es quién?’ habla, de algún modo, de un nuevo rol de la mujer, tanto en la pareja como en la sociedad. ¿Cómo resuena en usted este tema?

-Hay distintos puntos de vista. Acá mismo, Beto piensa de una manera y yo pienso de otra. Sobre la obra, digo. Para mí es una obra que plantea que en cualquier momento de la vida una puede elegir qué es lo que quiere. Puede encontrarse consigo misma y decidir. Eso creo que es lo que le da valor a esta pieza en el sentido de que hay que atreverse después de treinta años a hacer un planteo en la pareja. En el fondo subyace el mensaje ‘nunca es tarde’. Leí a un crítico francés que decía que esta obra no es feminista sino humanista. Y me pareció muy atinado.

-Aparece también el tema de la mentira como trasfondo.

-Claro, la mentira de todo lo que pasa la noche en que transcurre la acción con este cínico (el personaje que encarna Brandoni). Pero yo no soy tan maquiavélica como ella, soy directa. Voy y te digo todo lo que te tengo que decir. No aguanto treinta años para abrir la boca. En ese sentido, tuve que hacer todo un trabajo de composición porque no tiene mucho que ver conmigo el personaje. Yo soy fatal con los hombres y ella no. Ella es una mujer que está acostumbrada al maltrato, a que no le presten atención.

-Más que maltrato, hay un destrato de parte de él hacia su compañera de tantos años.

-Es cierto, destrato es la palabra. Destrato, muy bien corregido. Es así.


-Está visto que la obra genera una identificación enorme en la gente. Nada cuesta imaginar que muchos de los espectadores están o han estado en situaciones similares a las que se plantean.

-No te quepa duda que es así. En un matrimonio de treinta años, seguro que algo de eso te tocó vivir. Son muchas las cosas que antes no se hablaban, que ni siquiera se pensaban. Las preguntas que ella le hace a él: ¿por qué ya no hacemos el amor? ¿por qué no me decís ‘te amo’? Ni ‘te quiero’ me decís, no me pedís ‘por favor'. Yo cada día que pasa la quiero más a esta obra.

 

UN RUBRO FUERTE

-Y este suceso de público que están viviendo, ¿cómo compatibiliza con la situación actual del país?

-Considero que hemos armado un rubro fuerte. Eso ayudó mucho. Lo demás lo hace el boca a boca. En una obra pueden estar los dos mejores actores del mundo, pero si la obra no es buena, si no atrae, tarde o temprano termina cayéndose. Acá el público se divierte mucho. Pese a ser un tema serio la gente la pasa bien, y eso es fundamental.