En medio de la parálisis económica generada por la pandemia de Coronavirus, concentradas las miradas en las expectativas sanitarias y las medidas de salvataje sobre un sector privado al borde del quebranto, el Gobierno llevó adelante la presentación de la oferta a los bonistas para reestructurar la deuda externa. Resultó, en el contexto, extemporáneo.
Los expertos, que suelen tener una mirada diferenciada y más profunda sobre este tipo de eventos encuentran en la presentación del jueves dos cosas para recalcar: que no se publicaron los detalles, la letra chica de la reestructuración; y que esta maniobra es apenas la primera baldosa de un largo sendero de negociaciones.
El Gobierno puso en marcha la delicada ingeniería de la renegociación, que comprende 21 bonos emitidos bajo el kirchnerismo y el macrismo, los cuales incluyen además series diversas. En este complejo mecanismo financiero, un mínimo traspié puede echar por tierra cualquier acuerdo con afán global. Se transita, de alguna manera, por un campo minado.
Si era o no momento de llevar adelante la oferta, si los bonistas agrupados en los principales fondos dedicarán su tiempo a estudiar el asunto, si terminaremos marchando inevitablemente hacia el default, si el rol del FMI es clave o no, sobre todo eso habló
Todos los análisis, desde los más diversos flancos, son posibles de ser ejecutados en lo que respecta a la renegociación de la deuda externa. Hasta ahora tenemos apenas el trazo grueso de lo ofertado por el Gobierno, pero interesa sobremanera conocer también la visión de los portfolio managers. Pasar del otro lado del mostrador y contemplar desde una perspectiva diferente el plan que ha diseñado el equipo económico.
Especialista en el diario manejo de las inversiones, José Ignacio Bano, gerente de Research de InvertirOnline, encuentra pro y contras en los claroscuros de la oferta. Se trata, por sobre todas las cosas, de un escenario en el cual todavía abundan las dudas y escasean las certezas.
-¿Qué destaca de la propuesta argentina?
-La verdad es que me llama la atención lo poco que dijeron de la propuesta. En realidad no nos hicieron llegar la propuesta al público. Son muchas más las dudas que las certezas. Fue un anuncio político de que estamos negociando la deuda con los acreedores privados. No mucho más que eso. Para cualquier técnico que sepa del asunto y que toma una planilla y descuenta el flujo de fondo, no hay material para trabajar.
-¿Puede considerarse agresiva la oferta?
-Hay algunas cosas dentro de la oferta que pueden ser más agresivas que otras. Se hablaba en la previa de que iba a haber una quita nominal de capital del 5,4%, y no ocurrió. Eso no es agresivo. Está bien. Está bueno que le llegue como mensaje, como señal para el portfolio manager que no lo estás forzando a aceptar una pérdida del capital. Es correcto. Claro que, en cambio, es bastante agresivo el `no te pago nada por tres años'. Lo que está ocurriendo es que el mundo vive a tasa cero y lo que quiere un portfolio manager es mejorar la tasa de sus inversiones, y por eso recurre a estos activos para lograr una mayor rentabilidad. Si esto también es tasa cero, la estrategia se desploma. Sólo se podrá especular entonces con que se aprecie el bono.
-Algunos especialistas remarcan que este tipo de bonos representa un mínimo porcentaje en la cartera de los grandes fondos, y que por eso no van a permitir una reprogramación semejante, para evitar que otros países imiten esta acción. ¿Coincide con este enfoque?
-Es muy difícil. Es un punto valido, pero hay otros tantos puntos en el medio que se hace realmente muy difícil vislumbrar lo que va a ocurrir. ¿La cláusula de acción colectiva nos juega a favor o en contra?
-Con la cláusula de acción colectiva lo que hay que hacer es conseguir que la mayor parte del capital vaya aceptando. El mes próximo viviremos en un juego de rumores. Comenzarán circular versiones de que tal fondo acepta y tal otro no. Será una especulación de un mes. Es un tema bravísimo que nos pone en situación de debilidad muy fuerte. La cláusula de cross default es un riesgo y dice que si uno de los 21 bonos entra en default, el cross activa el default de todos los otros. La cláusula de acción colectiva exige que cuando se pide un cambio en las condiciones como ahora, necesitas la aceptación del total y de cada una de las series en particular. Si sos un fondo buitre que quiere apretar, basta con que compre la mitad de un bono chico, por unos u$s 250 millones, y ya tiene poder para voltear los u$s 68 mil millones que se quieren renegociar.
-¿Era el momento de hacer la oferta?
-Tal vez no era el momento, pero no había otra alternativa. Se están hablando muchas cosas. El G20 dejó que países más pobres no tengan que devolver el dinero, y habrá medidas para emergentes, entre los que está la Argentina. La realidad es que toda la deuda nominada en moneda extranjera, ley Nueva York, es muy baja. Los grandes vencimientos que tiene que afrontar la Argentina son bajo legislación local. Y eso se lo sacó de encima hace unos días con un decreto. Los vencimientos suman u$s 4.000 millones, la mitad de las reservas. Se podía pagar, pero en esta situación de debilidad e incertidumbre, tal vez decidan preservas reservas. A comienzos del año el Gobierno decía que necesitaba tener espalda para pagar la deuda. Ahora, en este contexto, va a necesitar mucha más espalda. Se van a tener que guardar reservas para estimular la economía, por lo cual no van a perder ningún centavo.
-¿El riesgo de default global puede ayudar a la Argentina en su negociación?
-Sí, puede ser. Se espera una acción de clases, que haya una resolución para todos los emergentes. Desde ese punto de vista sí. En la semana hablé con Héctor Torres, que fue director en el FMI, y una de las cosas que planteaba es que si vos ya defaulteaste y vas a un tribunal, la situación a defender es muy distinta si hiciste una propuesta super agresiva y que nadie aceptó, que si se lleva adelante algo más amistoso. Es diferente si se le pide a los acreedores que aguanten un poco hasta que nos recuperemos, en lugar de ser agresivos. Frente a los tribunales, es más defendible. Torres fue muy crítico con la estrategia argentina. Dijo que pretender que los problemas de la Argentina se resuelven arreglando la deuda es una pavada. Tenemos un millón de problemas que nos llevaron a caer en esta situación.
-¿Cómo sigue esto si no hay arreglo?
-Mientras sigamos pagando no iremos a un litigio. En el momento en que dejemos de pagar hay un mes para cerrar el acuerdo. El tema es si vamos a seguir pagando o no. Da la sensación de que la semana que viene no pagarán el vencimiento de u$s 500 millones que está en agenda.