La esencia del liberalismo son los derechos y garantías individuales, las libertades políticas, económicas y civiles, dentro de un marco normativo que las posibilite y asegure. Todos iguales ante ley y todos con la libertad de elegir cómo hacer su vida, aceptando no sólo lo bueno logrado sino también, con responsabilidad, los costos que implica tener la posibilidad de hacerlo.
Luchar por las ideas liberales es por lo que Javier Milei ha ingresado a la política. No se deberían sacrificar por una supuesta mayor penetración electoral. Más, sabiendo que estas ideas llevan al progreso del país y al mejoramiento moral y material de sus habitantes. Si se cae en la indefinición de las terceras posiciones y en la demagogia, si no se siguen diferenciando de las propuestas existentes y probadas, si se las imita, aunque sea un poco, por considerarlas populares, LLA no tendría razón de existir como fuerza política.
No debería el Gobierno dejarse presionar por soluciones intermedias, las que llevan a indefiniciones que si bien pueden evitar algunos conflictos no resuelven los problemas. Tampoco contemporizar con lo mediocre, no es por lo que se lo ha votado. Lo que se conseguiría es desdibujar el proyecto de país al dejar de presentarlo como algo distinto, como una alternativa válida, la verdadera solución a los problemas, como bien se explicitó en el Pacto de Mayo.
Si bien no es útil aferrarse a esquemas dogmáticos, cerrados, los modelos absolutos niegan la realidad, es preciso un rumbo y una concepción bien determinada, encaminarse hacia ella como estrella fija y que se refleje, nítidamente, en el proceder político. Procurar, en vez de modificar la ideología, convencer: para ello es la política, lamentablemente despreciada por algunos fanáticos de las redes.
Ellos niegan usar un buen lenguaje, explicaciones y ejemplos accesibles para la mayoría que sirvan para conseguir el apoyo o mantenerlo. Deberían dejar de lado expresiones descalificadoras para quien las dice. Demuestran una vana omnipotencia, la cual no lleva a ningún lado. La moderación es una virtud que cuadra dentro del espectro democrático, los impulsos violentos y desmedidos, las determinaciones rápidas, sin ser analizadas a fondo, son armas de gobiernos inseguros, improvisados, los cuales cuando ven tambalear su poder actúan con decisiones resonantes para la distracción y creación de cortinas de humo. El Gobierno no perderá apoyo si encuadra el comportamiento en los límites de la Constitución y hace todo lo posible para poner al país en marcha ascendente. Lo demás vendrá por añadidura.
PRIVATIZACIONES
Las empresas estatales deben volver a la actividad privada, evitar sistemas híbridos con el propósito de evitar el choque con una oposición irresponsable y con una parte de la opinión pública envenenada por una nefasta propaganda que tiene su origen en intereses inconfesables. En caso contrario las soluciones no serán ni buenas ni definitivas y el país seguirá a los tumbos.
La reforma laboral se espera con entusiasmo, también la impositiva: lo que el Gobierno le quita al ciudadano en impuestos, lo invertirá con fines políticos y en empresas tan lamentablemente deficitarias como nuestras empresas estatales. Hoy con buena administración tienen beneficio pero ya vimos, por experiencia, que no dura. Hay que privatizar. Cuanto más se postergan las soluciones los gobiernos se acercan más a las soluciones peores: las desesperadas.
Es imprescindible no olvidar que se están viviendo tiempos difíciles: carencia de vivienda, analfabetismo, mortandad infantil, atención médica y sanitaria deficiente. Tiempos delicados, sobre todo para la clase media forjadora de fuentes de trabajo e ingresos. Se tiene conciencia de que esta primera etapa fue muy difícil pues se debió chocar con una mentalidad deformada por décadas de peronismo, pero se ve que poco a poco se está encontrando comprensión y adhesión al programa de gobierno.
Se debió no solo a la situación de crisis sino, en gran medida, a unos pocos hombres que salieron a la calle y a los medios de comunicación a decir la verdad, a mostrar cuál era el camino para superarla. Es por ello que el Gobierno no se debe tentar por motivos electorales, seguir sin respiro con la apertura económica, explicando con claridad, sin temer las fuerzas ya caducas y con poca gravitación en la opinión pública. Ellas pretenden continuar deteniendo la vida y progreso del país.
Las soluciones requieren una lucha larga, llena de sinsabores y expuesta a la maledicencia de sectarios e incapaces que después de muchos años siguen con la misión de convertir en esclavos del Estado patrón a todos los argentinos. Para salir adelante se necesita que no triunfe en ninguna elección la corriente estatizante.
RIQUEZA
Hay una riqueza prometedora para el bienestar del país: la minera y petrolera. Esperamos que sea la actividad privada la que nos permita fomentar el progreso social y defender la dignidad y la libertad humana, que se deje para siempre de lado engrandecer y afianzar el poder de un Estado omnipotente. Que la riqueza sirva para elevar el nivel de vida de la gente en vez de financiar una extensa burocracia o costosas aventuras de corte estatista para mantener en el poder al Gobierno.
Por otra parte, la sociedad le hace un urgente reclamo a la Suprema Corte de Justicia: que vuelva a ser el refugio de garantías para la gente. La conciencia, el sentido de responsabilidad y la seriedad en los procederes deben ser cualidades indiscutibles e innegables de quienes imparten justicia. Es parte esencial de la recuperación nacional.
También los partidos políticos necesitan de una renovación, parece traslucirse, en los hechos, que están en crisis los valores morales en Argentina, por lo cual deberían volver a actuar en la función orientadora que les es propia: con lealtad y sinceridad para el país y no con fines pura y exclusivamente políticos y partidarios, cuando no personales, como se ve lo están haciendo en el presente.
La República, en su desarrollo material, espiritual e institucional, está en juego con el éxito o fracaso de este gobierno. El presidente debe tener mucho cuidado, ser muy enérgico en buscar y tomar medidas acordes a la solución de los problemas, en vez de la satisfacción a quienes están o rodean la Casa Rosada. Por último, la sociedad reconoce que el Gobierno ha hecho un buen diagnóstico de la situación que atraviesa Argentina, acepta la medicación sugerida pero también ve las dificultades que aún tiene para llevar a la práctica mucho de lo firmado en el Pacto de Mayo.
El efecto de las medidas que se tomen está en relación directa con la mayor o menor rapidez con que se las aplique. Ello aumentaría la corriente optimista de los inversores quienes actúan con previsión y perspectiva esperando las reformas estructurales prometidas. Quienes confían en Javier Milei saben que hay muchas medidas antipopulares por lo cual deben ser aplicadas con heroísmo, pues sólo se le dará la razón y apoyo, una vez que los beneficios se hagan sentir y lleguen a todos los argentinos.
Pero para ello lo votaron, para que haga un cambio radical del sistema que empobreció y terminó con la ética del trabajo, creó una burocracia enorme que paralizó el esfuerzo nacional y estatizó empresas que produjeron a costos antieconómicos, fueron sostenidas por el Estado o sea cargadas a la espalda de todos los argentinos. No se tuvo en cuenta que la función del Estado no debe suplir la acción de los particulares sino donde estos no puedan o no quieran hacerlo.
Ojalá el presidente nos siga abriendo el horizonte de un futuro bienestar y grandeza nacional garantizando la libre competencia y facilitando la creadora actividad privada, sin olvidar a una justicia independiente que proteja al ciudadano contra los excesos del poder administrador del Estado.
* Miembro de Número de la Academia Argentina de la Historia. Miembro del Instituto de Economía de la Academia de Ciencias Morales y Políticas. Premio a la Libertad 2013 (Fundación Atlas). Autora de “El Crepúsculo Argentino” (Ed. Lumiere, 2006).