Espectáculos

Nadine Sierra, reina de corazones

En su regreso al Teatro Colón, la soprano estadounidense cautivó con un programa ecléctico.


Recital de Nadine Sierra (soprano), con Bryan Wagorn (piano). Repertorio integrado con arias y piezas de Charles Gounod, G. Puccini, G. Donizetti, Fréderic Chopin, Wolfgang Amadeus Mozart, G. Verdi, Heitor Villa-Lobos, Ernani Braga, G. Charpentier y Gerónimo Giménez/Manuel Nieto. El miércoles 3 en el Teatro Colón.


 

Como era lógico esperar, la reaparición de la consagrada soprano estadounidense Nadine Sierra, nacida en Fort Lauderdale, Florida, hace 37 años, significó una culminación de lujo para el ciclo Aura del Teatro Colón planificado para este año. que tantos resultados brillantes aportó.

Por lo pronto, este cronista adelantó en entrevista realizada a la notable soprano, en una escala de su gira por Latinoamérica, el entusiasmo con que la esperaba el público de nuestro país, hecho que se reflejó en forma permanente durante el recital de su reaparición.

Comenzado igual que en aquella velada de su debut local tres años atrás, cantando ‘Ah,je veux vivre’, aria de ‘Romeo et Juliette’, de Gounod. Ya estuvo presente allí ese material privilegiado que es su voz y su canto. Una emisión perfecta, de un bello timbre vocal, apoyada en su impecable manejo del fiato y su técnica en el pasaje y sus subyugantes agudos.

Enseguida, el aria de ‘La rondine’, de Puccini. completó su acercamiento al músico de Lucca, y no faltaron alusiones a Donizetti, uno de sus belcantistas preferidos, con el aria de ‘Don Pasquale’. Pareció impecable también su Mozart en el aria de Susanna ‘Deh, vieni, non tardar’, de ‘Le nozze di Figaro’, cerrando con una espectacular escena final del acto primero de ‘La traviata’ verdiana, ‘Ah fors’é lui’, y ‘Sempre libera’, donde eclipsó al público, valga el concepto, acompañada entre bambalinas por el tenor compatriota Diego Bento en la voz de Alfredo.

Entre tanto, en los instantes de descanso en los recitales, el solo de piano del tecladista canadiense Bryan Wagorn, del Preludio op. 28 numero 15 de Chopin, puso una pausa de notoria calidad en el tramo inicial del evento.

 

BRASILEÑOS

Ahora bien, la segunda parte inició con el aprecio de la cantante por el folklore brasileño, como comentó a este cronista en entrevista previa. Allí incluyó la llamada ‘Melodía sentimental’ de ‘Floresta do Amazonas’, de Heitor Villa-Lobos, y luego una de las canciones nordestinas de Ernani Braga: ‘Engehno novo’.

Para volver Nadine a su Gilda de ‘Rigoleto’, con un admirable ‘¡Caro nome’, a la cual siguió la universalidad de ‘O mio babbino caro’ del ‘Gianni Schicchi’ pucinano y la bella ‘Depuis le jour’, de ‘Louise de Charpentier’. Juntas dieron lugar al cierre del programa anunciado, que dedicó a la zarzuela.

En este caso, verificando su versatilidad también, al cantar con gracia y salero el fragmento ‘Me llaman la primorosa’, de ‘El barbero de Sevilla’, de Giménez y Nieto.

Pero además vale destacar la labor del pianista Wagorn, maestro asistente del Met neoyorquino, que en el segundo momento de descanso de la cantante ejecutó con solvencia la transcripción del intermezzo del ‘Manon Lescaut’ pucciniano.

 

CON SORPRESA

Por supuesto, la devoción de un teatro repleto hizo añadir a Nadine Sierra agradecimientos en instantes que transcurrieron con ovaciones, como la canción ‘Bésame mucho’, de la compositora mexicana Consuelo Velásquez, o la famosa ‘Summertime’, de George Gershwin.

Y ya llegada al final del repertorio armado, ante las ovaciones comenzó su numerosa serie de encores que demostraron su casi increíble resistencia y control físico-vocal,

Desfilaron entonces, hasta con sorpresa, ‘Vissi d´arte’ y ‘Mi chiamano Mimi’ puccinianas, y nada menos que ‘O sole mio’ (que aclaró obviamente que es para tenor). Todo ello mientras decía “adoro a Buenos Aires” y la respuesta con aplausos y ¡bravi! fue bien explicita y reafirmada por la actitud de todos: ¡Buenos Aires la adora!

 

Calificación: Excelente