Para Javier Milei llegó la hora de convertir el poder obtenido en las urnas en control institucional. De demostrar que es capaz de evitar rebeliones en el Congreso, ese territorio adverso que este año puso en riesgo la gobernabilidad y el programa antiinflacionario. Todos aceptan que el resultado de las sesiones extraordinarias será decisivo: el gobierno, el electorado que le extendió su confianza por dos años y la oposición que, si Milei se sale con la suya, puede ir olvidándose del 2027.
En esa lucha el presidente tiene un arma flamante: el bloqueo de los proyectos contra el equilibrio fiscal. Pero continúa necesitando el apoyo de aliados. En Diputados su bloque es por poco la primera minería; en el Senado, apenas la segunda. Esa es la fuente mayor de incertidumbre sobre el futuro del paquete legislativo armado para las extraordinarias.
El poder de bloqueo de Milei es real y demostró su eficacia con la parálisis en la que ingresó el Congreso a partir del 26 de octubre. A pesar de que hasta el miércoles pasado Milei contaba con bloques ínfimos, en ninguna de las cámaras se movió un papel. La esposa del ex gobernador peronista Juan Schiaretti (hoy en Provincias Unidas), la senadora Alejandra Vigo, quiso activar el tratamiento del proyecto que impedía a Milei en la práctica el uso de los DNU y no pudo.
Se espera que a partir del martes próximo comience la tarea más difícil para el oficialismo: la de construir una mayoría en el Senado para la aprobación de la reforma laboral. Se trata de una pulseada crucial. La oposición intentará derrotarlo para demostrar que, pese al 26-O, acá no ha pasado nada.
Desde el restablecimiento democrático hubo dos intentos de reducir el poder sindical que terminaron mal. El de Raúl Alfonsín en 1984, hundido en el Senado, y el de Fernando de la Rúa, que le costó el gobierno. En esa oportunidad la derrota del oficialismo se consiguió con una denuncia propalada por los medios -y que la Justicia demostró falsa- sobre coimas en el Senado. En resumen, la Cámara alta es un feudo peronista difícil de doblegar, donde el gobierno arriesga mucho.
Esa realidad parece haberlo decidido a optar por la versión más dura de la “modernización” que apunta directamente contra la caja de los caciques gremiales: los aportes obligatorios de los trabajadores, aunque no estén sindicalizados. La reforma, por lo tanto, no se limitará a los días de vacaciones, el aguinaldo o las indemnizaciones. Es una ofensiva contra un poder corporativo.
Un dato llamativo es que la reforma no es urgente, porque las condiciones de contratación no cambiarán lo esencial: el desempleo. Ese problema solo se resuelve con inversiones, que no van a llover por el cambio en la ley, sino por la aparición de negocios rentables. Con la “pérdida” de derechos de los trabajadores se fomenta otra confusión. El 40% está en negro. Es decir, no tiene ningún derecho.
Pero como la cuestión es más política que legislativa el Poder Ejecutivo aceleró y la CGT armó un plan de resistencia en defensa de sus ingresos. Ahora Patricia Bullrich podrá comprobar de primera mano a quienes debe derrotar en el Senado.
Pasado mañana habrá reunión de presidentes de bloque para definir la integración de comisiones y la agenda de diciembre. Se definirá quién tiene las mayorías en las comisiones de Trabajo y de Presupuesto y quiénes las presidencias. También si el 17 se podrá dictaminar el proyecto para tratarlo en el recinto el 24. Difícil.
Además, se verificará si atiende a las urgencias del gobierno Victoria Villarruel que, según fuentes legislativas, ya comenzó a poner piedras en el camino (ver “¿Para quién juega?”).
Al margen de la interna oficialista, no está claro el papel que jugarán los distintos bloques. Se descuenta que el PRO apoyará a LLA, que le sacó legisladores (Luis Juez y Carmen Alvarez Rivero) y lo dejó reducido a tres integrantes. Pero Bullrich debe además asegurarse el apoyo de los radicales, que son diez, pero están divididos y también de peronistas anti K como los que representan a gobernadores de diálogo fluido con la Casa Rosada. Otro enigma son los senadores que responden a Gerardo Zamora.
Si el proyecto pasa, en Diputados la historia sería distinta porque la UCR está muy disminuida y se unió al PRO. Provincias Unidas jugará con el peronismo, pero los bloques de peronistas no “K” son una cantera apta para que el Ejecutivo consiga votos.
En esa Cámara el proyecto más relevante y que justifica la convocatoria a extraordinarias no es la reforma laboral, sino el de inocencia fiscal. El gobierno apuesta a que la liberación de los dólares del “canuto” -un segundo blanqueo- aumentará el consumo, la actividad y las reservas del Central como reclama el FMI.