Siempre es un placer intelectual y personal conversar con Rosendo Fraga. Tiene una mente tan poderosa como sutil, capaz de percibir los movimientos de las placas tectónicas que desplazan a la Argentina y al mundo. Sus análisis nunca revolotean por la superficie. Parafraseando a Marshall McLuhan: Ciertos intelectuales son las antenas de nuestra especie.
Un días después de las elecciones porteñas, este diario visitó al destacado historiador para consultarlo sobre tres prodigios de nuestro tiempo: el fenómeno Milei, la rareza Trump y el portento León XIV. A continuación, los puntos salientes de la charla:
-Lo sorprendió el resultado de las elecciones porteñas.
-Le diría que no.
-¿En qué sentido?
-Javier Milei, en mi opinión, es la expresión local de un fenómeno global en ascenso. Por eso no me sorprendió en absoluto. Observe que el mismo domingo hubo elecciones en Polonia, Rumania y Portugal. En los tres países fue una elección entre la nueva derecha y la derecha moderada. Los demás no figuraron. Fue como la puja entre el PRO y la Libertad Avanza.
Ahora bien, los comicios -como decían los viejos punteros- se ganan con un voto. Era imposible saber si Manuel Adorni iba a sacar un voto más que Leandro Santoro. Pero que iba a ganar la interna -o la primaria- de la derecha no me quedaba ninguna duda, porque la tendencia en el mundo occidental es hacia el crecimiento de la nueva derecha.
-¿Usted cree que el liderazgo del espacio antipopulismo en la Argentina ya está definitivamente zanjado? Es decir, Milei ha doblegado a Macri.
-Yo creo que sí, pero asumiendo que el término "populismo" es ambiguo. El liderazgo de la derecha argentina está definido, diría.
-¿El fenómeno Trump es la manifestación más visible de esa tendencia mundial que usted señalaba, verdad?
-Por supuesto. Hace tres años, Milei decía públicamente "yo soy Trump, Bolsonaro y Vox en la Argentina". Nadie le creía y nadie pensaba que podía acceder a la presidencia, como ocurrió en su momento con Trump. Pensar que el bolsonarismo podía ganar una elección tampoco fue previsto por algún analista. Hoy el viento sopla en esa dirección. Vox no llega todavía al poder en España, pero tiene el 17% de los votos, el doble que en ese momento. Milei, le diría, tiene más para crecer que para decrecer en nuestro país.
-¿Entonces es lógico el alineamiento de Milei con Trump?
-La dirección que eligió el Presidente es muy clara. Alianza estratégica con el Estados Unidos de Trump. Lo anticipaba en la campaña electoral, no es un viraje nuevo. Fíjese que en los últimos días la Argentina se encuadra con Washington contra Benjamin Netanyahu -a pesar de las simpatías de Milei con el Estado de Israel- respecto a la nueva ofensiva en Gaza. Trump quiere paz y Netanyahu, no. Milei se alinea con Estados Unidos.
Esa alianza política tiene un correlato económico: no sólo la Casa Blanca ha respaldado el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, sino que el propio secretario del Tesoro ha anunciado que apoyarían con fondos propios a la Argentina a hacer frente a una emergencia o una crisis. Por consiguiente, desde el frente de la política exterior y la política económica creo que los riesgos están contenidos. El riesgo podría aparecer, para el gobierno de Milei, desde el terreno de la política.
-¿Daños autoinfligidos? ¿En qué está pensando, Rosendo?
-Creo que una derrota electoral importante en la provincia de Buenos Aires tendría mucho impacto para el Gobierno. El Congreso, por otra parte, en algún momento tiene que empezar a funcionar con fluidez. Alguna vez habrá que completar los cargos vacantes en la Corte Suprema.
-La última vez que conversamos usted señalaba como un desafío crucial para el Gobierno el hecho de funcionar sin un apoyo importante en el Parlamento. Pero el Presidente ha sacado las leyes más significativas... ¿Ha pasado esa prueba?
-Sí, pero hubo una jugada estratégica que le salió mal: la ampliación de la Corte por decreto. Hubiera sido un error importante. Es verdad que consiguió las leyes para gobernar en la emergencia y, lo que es destacable, siempre dentro del sistema institucional. Se criticó el DNU, pero todos sus antecesores también lo usaron. Los vetos a las leyes también están previstos en la Constitución. Prorrogar el presupuesto por decreto, también. Yo lo que yo no comparto es el nombramiento de los jueces de la Corte por decreto; se deben designar con dos tercios de la voluntades del Senado.
-¿Vislumbra la emergencia de algún liderazgo opositor?
-Hoy lo único que parece armado como fuerza opositora es el peronismo K. Pero surge una pregunta: ¿El peronismo va a aprovechar para desembarazarse de los K? Ha llegado el momento, me parece, de cambios trascendentes en una agrupación política que ha sobrevivido durante ochenta años y -como todas las fuerzas tradicionales- está sumida en la crisis. ¿Se reinventará como lo hizo en su momento con el menemismo y el kirchnerismo? Es un tema abierto y paradojal.
-¿A qué se refiere con paradojal?
-A los gobernadores peronistas no se los vé hoy muy distantes del Gobierno Nacional. La cuestión clave para el peronismo K es la provincia de Buenos Aires -la interna dentro de la interna- y no sabemos cómo van a actuar los intendentes de distritos importantes que ya tienen una tradición de alianzas cruzadas con la Casa Rosada. Yo creo que Milei ha provocado una crisis profunda en un sistema político que gobernó la Argentina durante ochenta años. El sistema radical-peronista.
-¿Cómo imagina que se va recomponer ese sistema?
-Veremos. Hay algunos casos en Europa de que entraron en crisis los partidos tradicionales y se generó algo totalmente nuevo. Lo vimos en los tres países que votaron el domingo pasado (Polonia, Portugal y Rumania). También en una elección parcial legislativa en Gran Bretaña donde se impuso el partido del Brexit.
-¿Qué debemos saber sobre la guerra arancelaria qué lanzó Trump? ¿Hay detrás la convicción de que, tarde o temprano, Estados Unidos irá a la guerra con China?
-Hay una convicción dentro de la administración Trump, con gran sentido de la historia, de que los grandes imperios nacen, crecen, se expanden, crean intereses y enemigos. La sobrextensión imperial conduce, finalmente, a la decadencia. Por eso, Estados Unidos debe concentrarse en los intereses vitales. Se terminaron los tiempos de ser el gendarme del mundo. Tenemos que adelantarnos a la decadencia, creen. Y están actuando en consecuencia.
-¿Peter Navarro, el zar de los aranceles, un catedrático que ha escrito varios libros sobre los peligros del ascenso de China, es el hombre clave de la administración Trump?
-No, el gran ideólogo es el vicepresidente, J.D. Vance. El ha ordenado algunas de las ideas dominantes de Trump. Navarro sólo se ocupa del comercio. Yo creo que la administración Trump tiene en claro la decadencia de Europa. En 1492 los españoles llegaron a América. En 1498, los portugueses llegaron a la India. En 1997, los ingleses devolvieron Hong Kong a China; en 1999, los portugueses le devolvieron Macao. Se cierra un ciclo de cinco siglos. Europa ha dejado de ser el centro de aquello que llamamos Occidente.
-Es un mundo nuevo...
-Trump, esto lo ha dicho incluso antes de asumir, tiene perfectamente en claro que la acción diplomática multilateral está finiquitada. Entramos en el mundo de los grandes líderes. El presidente de Estados Unidos ha identificado un puñado de poderosos estadistas y va a arreglar los asuntos mundiales directamente con ellos. Va negociar con Putin, con Xi Jinping, con Modi, con Erdogan, con el príncipe Salman de Arabia Saudita. Alguno más, alguno menos. Ahora, observe que ninguno de ellos es de Europa occidental. ¿Japón? Se verá. Es la contracara del multilateralismo. Estados Unidos es sólo el primus inter pares que no acepta órdenes de la ONU, la OMC o la OTAN. Insisto, se ha terminado la era de la Policía Mundial. Esto también explica la guerra comercial, donde todo volverá a ser negociado directamente entre los líderes de los países.
-¿Será belicoso o pacificador este modelo global de líderes poderosos, sin ataduras?
-El primer conflicto que han cerrado es el de la insurgencia kurda en Turquía, que llevaba más de 40 años y 40.000 muertos. El PKK ha dejado las armas. Turquía es una potencia regional, a pesar del PBI que tiene. Extiende su influencia desde el Asia Central (cuatro de los cinco países de la región son túrquicos) hasta Libia, donde están maniobrando a favor de una las facciones de la guerra civil. Estados Unidos lo tiene en cuenta a Erdogan, algo que los europeos no pueden entenderlo... A mi no me sorprendería si mañana Estados Unidos llega a un acuerdo con China para la absorción de Taiwán... Yo no lo veo a Trump haciendo la guerra a China; ni a China buscando un enfrentamiento militar.
-¿Este alineamiento, digamos, automático con Estados Unidos, no sabotea la relación de la Argentina con China, un importante socio comercial?
-El gobierno de Trump ha dejado en claro que si algo le molesta de nuestra relación con China es el swap de monedas. Esto es clarísimo. Lo dijo Bessent en Buenos Aires. Milei responde: "Bueno, no tengo los dólares para cancelarlo". A Washington también lo perturbaría que América latina adopte el yuan como moneda de intercambio o de reserva. Es una medida que va contra la hegemonía del dólar. Incluso, usted recordará, que cuando los BRICS anunciaron la discusión de una moneda común, Trump amenazó con duras sanciones y todo quedó en la nada.
-¿Qué opina usted sobre la elección de León XIV?
-Poco sé de cuestiones religiosas, por lo que sólo puedo abrir juicio sobre la geopolítica de la Iglesia Católica. En principio, recordemos que León XIV es el cuarto papa no italiano consecutivo y el segundo no europeo. Creo que uno de los grandes legados de Francisco fue el avance de la Iglesia en Extremo Oriente, el Indico y Africa. Creo que el nuevo Pontífice va a seguir en esa dirección. Su elección, asimismo, reconoce la vitalidad del catolicismo en América y la importancia de la Iglesia Católica de Estados Unidos.
-Se rompió un tabú: ¡Un papa estadounidense!
-La Iglesia Católica de Estados Unidos es la cuarta a nivel mundial (después de Brasil, México y Filipinas) y la mayor aportante al Vaticano. Uno de cada cuatro estadounidenses son católicos hoy en día. El vicepresidente es católico y la mitad de la Corte Suprema, también. En 2050 será la mayor confesión de la superpotencia. Creo que la elección de un papa estadounidense no está desconocectado de la sutil geopolítica de la Santa Sede. Piense usted que dentro de 25 años los europeos serán sólo el 7% de la población mundial.
-¿Qué piensa de las ideas de Robert Francis Prevost?
Parece ser más conservador que Francisco. Sus primeros pasos van dirigidos a refirmar la unidad frente al riesgo de herejía, peligro que, al fin y al cabo, Bergoglio logró conjurar con eficacia.