Opinión
El análisis del día
Milei completa el gabinete sin problemas de sastrería
La decisión del presidente Javier Milei de designar como ministro de Defensa, en reemplazo del exradical mendocino Luis Petri, cooptado por La Libertad Avanza, al jefe del Ejército, general Carlos Presti (que seguirá en el servicio activo) constituye una medida de gran densidad política.
Más allá de la personalidad del futuro ministro (asumirá el 10 de diciembre) y aún de las ideas (liberales) que se le atribuyen, su nombramiento como miembro del gabinete tiene un significado más profundo: pone prácticamente un punto final a la extendida penitencia que el sistema político impuso a las Fuerzas Armadas después de la derrota en Malvinas y de la retirada del régimen tiránico inaugurado en 1976 con el derrocamiento de Isabel Martínez de Perón.
Algunos críticos de la medida han sostenido que mantener civiles en ese ministerio permitía “garantizar la subordinación militar al poder político y evitar retrocesos en materia institucional”. Se trata, en el mejor de los casos, de argumentos ingenuos. Las desobediencias o insubordinaciones no dependen de criterios de sastrería: el gobierno de Isabel Martínez tenía un ministro de Defensa civil cuando fue desplazada de la Presidencia y Raúl Alfonsín tenía un ministro civil cuando tuvo que sobrellevar la desobediencia carapintada.
Si bien las opiniones negativas han surgido principalmente de filas kirchneristas, se destacó, diferenciándose de ellas, el general (RE) César Milani, a quien se le han adjudicado esas simpatías políticas. "Nombrar a un militar en la conducción de Defensa no solo no es un retroceso: es una decisión que el peronismo debió tomar hace décadas -sostuvo Milani-. Lo lamentable no es la presencia de un militar conduciendo Defensa, sino que ese militar responda al ala liberal que históricamente perjudicó a la institución".
SELLO MILEI
A principios del mandato de La Libertad Avanza una iniciativa de este carácter probablemente se le habría adjudicado a la vicepresidenta, Victoria Villarruel. Pero la vice hoy está lejos de la Casa Rosada y la iniciativa de designar al general Presti tiene el sello Milei: una idea de Karina, la secretaria general de la presidencia, entusiastamente concretada por su hermano, el jefe del Ejecutivo. Entre los rasgos que identifican la fuente de la decisión hay que contabilizar el escaso interés en los detalles.
Por ejemplo, Presti, que en tanto comandante del Ejército es subordinado de jefe de Estado Mayor Conjunto, brigadier general Xavier Isaac, pasará a tenerlo a Isaac como subordinado cuando asuma el ministerio. Ese intríngulis, sumado al hecho de que Presti es de una promoción menor a Isaac, obligaría a éste a pedir el retiro.
Lo curioso es que hasta hace una semana, era el aviador Isaac quien sonaba para ascender a la titularidad de la cartera y ahora deberá aterrizar en la condición de retirado.
LA INFLUENCIA Y LA CONFIANZA
El ministro saliente, Luis Petri, asumirá como Diputado Nacional y empezará a trabajar para competir en 2027 por la gobernación de Mendoza, probablemente enfrentando a su antiguo partido, la Unión Cívica Radical. Petri no pudo entregarle el sillón en Defensa a su jefa de Gabinete, Luciana Carrasco. Aunque se reconoce a la técnica un conocimiento amplio de la materia, la Casa Rosada prefirió jugar fuerte y empujar a un general en actividad, con una nutrida foja de servicio.
La influencia que le faltó a Petri para coronar una heredera le sobró a Patricia Bullrich para colocar a cargo de la cartera de Seguridad a su candidata, hasta ahora secretaria de Estado, la cordobesa Alejandra Susana Monteoliva.
Bullrich, que se convertirá en armadora de La Libertad Avanza en el Senado, tenía garantizada esa sucesión por los hermanos Milei y lo sugería discretamente, declarando que “estaría mal que yo me anticipe a declarar lo que anunciará en su momento el Presidente”.
Bullrich hace valer su capital político: es la dirigente oficialista mejor valorada según las encuestas y cuenta con una experiencia polifacética, que no abunda entre los cuadros de La Libertad Avanza. En algunos aspectos, ella se ha constituido en un lado más del polígono de poder que alguna vez sólo fue un triángulo, pero que ha mudado su geometría al incorporarla y al relativizarse parcialmente el espacio de Santiago Caputo, de protagonismo declinante.
Bullrich ejerce una autonomía de criterio que no la favorece para ganar los niveles de confianza que supo acreditar el joven Caputo ni los que Javier y Karina Milei conceden a Manuel Adorni. Allí surge un eventual pronóstico de tormentas: no es un secreto que, en el abanico de destinos posibles que escruta Bullrich quizás el más tentador es competir en 2027 por el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, reemplazar el apellido Macri e iniciar una construcción nacional apalancada en la ciudad autónoma. Tampoco es un secreto que Karina Milei preferiría que el candidato para ese proyecto fuese un personaje “de la casa”, como Adorni. Habrá que observar con atención cómo juegan sus cartas todos los interesados.
Un escenario análogo puede plantearse en la provincia de Buenos Aires, en este caso, está claro –él lo confesó sin complejos- que el ministro de Interior, Diego Santilli tiene la expectativa de conseguir la candidatura del oficialismo en la carrera por suceder a Axel Kicilof en el mando bonaerense. Pero, como Bullrich, aunque se le reconocen las cualidades y se admiten sus méritos en la victorial electoral de octubre en el distrito, seguramente tendrá que competir alguien que acaricia el mismo objetivo: el fiel lugarteniente de Karina, Sebastián Pareja, hábil arquitecto de la estructura partidaria del mileísmo en la provincia.
Es quizás demasiado temprano para bosquejar esos escenarios, pero los tiempos marchan con mucha celeridad y, además, la ausencia (veremos cuánto dura) de una vereda de enfrente, insensiblemente va delimitando espacios en el sector que muestra vitalidad, control y esperanzas de perduración.