Opinión
Cajón de sastre

Meteorólgos impunes

Tenía la intención de ir a visitar a un familiar enfermo pero no salí a la tarde porque anunciaban en la televisión desde la mañana “alerta amarilla” por fuertes tormentas, vientos y granizo. ¿Qué ocurrió? No llovió una gota. No es la primera vez que sucede.
Si un abogado pierde un juicio, o un economista no acierta con la profecía de negocios que hizo a una empresa, ambos corren el riesgo de ser despedidos. ¿Cuánto dura en el aire una telenovela que tiene poco rating o en el club un entrenador si el equipo pierde? Hasta el mismísimo Dios es cuestionado cuando no cumple con lo que el feligrés se cansó de pedirle.
El único laburante que la pifia seguido pero jamás se queda sin empleo, ni va preso, ni los Evangelios y la patria se lo demandan....es el meteorólogo. Si, es así, no me lo neguéis.
A la mañana uno enciende la radio o la televisión y se entera de lo que el meteorólogo de turno de tu programa preferido informa como pronóstico del tiempo. Nunca se equivoca, eso sí, cuando analiza lo que ocurrió la jornada anterior. Pero a veces te están afirmando que hay una terrible neblina y uno por la ventana ve un cielo más diáfano que el de la canción Aurora. Y ni hablar de lo que se supone que va a ocurrir en las próximas horas.
Me imagino que son expertos en climatología, gente que estudió años en la Facultad de Ciencias Exactas y que además cuenta con imágenes satelitales, radares, computadoras, inteligencia artificial, sistemas que miden el agujero de ozono en el espacio, la humedad del suelo en las pampas, la velocidad de los ríos de la Cuenca del Océano Atlántico y el grado de congelamiento del Polo Sur. Pero tanto saber, unido a un gran compás y reglas, mapas y gráficos, ordenadores y programas, no nos sirve para planear tranquilos un simple picnic en los bosques de tu plaza más cercana.
Frescamente te anuncian que no va a llover y todos los dibujitos de la contratapa de los diarios te muestran el solcito radiante como el de la bandera argentina. Pero llegaste en pantalón corto a la Costanera o a la playa con bronceador y lentes oscuros.... y una nube negra te tapa todo, y al rato pareces Noé tratando de recordar dónde estacionaste el arca porque el diluvio te impide ver tus propios pies.
En otro momento te asustan con alerta de tsunami, temporales violentos, tornados y granizo de asteroides, y te vas al micro-centro con paraguas, piloto, botas y flotadores pero.....hay un sol que raja la tierra y la avenida central se convierte en el Sahara por diez días. Te aseguran que la temperatura no superará los 17 grados y el pulovercito que llevás te sirve para secarte el sudor cuando la sensación térmica llega a los 37 a las dos de la tarde.
Eso sí, por suerte en un local compré un caballito de mar, un amuleto que cuesta dos pesos y que está azul cuando hay buen tiempo, rosa si se pondrá inestable y violeta si va a llover a mares. Y no da excusas porque no las necesita. Acierta. Los meteorólogos podrían conseguirse uno, ver si las vacas miran el alambrado, los pájaros cantan a coro, o la mantis religiosa vuela nerviosa. Pero dudo que lo hagan. En la época de los faraones hubieran perdido la vida, pero aquí y ahora, no están obligados ni siquiera a pedir disculpas.