Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. Programa dedicado a obras de Schubert y Mozart. Dirección: Mauricio Benini. Sesión correspondiente al ciclo de abono. El viernes 26 en el Teatro Colón.
Comencemos diciendo que este concierto de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires (OFBA) forma parte de la composición que presentó el Colón a través de su directora, Zoe Zeniodi, para este año en casos como este: programas asociativos de compositores célebres, a manera de homenajes también. Por eso el subtítulo del programa de ‘Schubert y Mozart’.
Pero lo muy significativo para el caso fue la presencia en el podio del director itálico, oriundo de la isla de Cerdeña, Mauricio Benini, de setenta y tres años. que en esta segunda visita al Colón nos ha entregado una valiosa versión de concierto de ‘I Puritani’, de Bellini, festejada realmente por su calidad y cuya evaluación la sitúa en un plano de jerarquía dentro de la temporada en transcurso.
Por sus características y estilo de dirección, Benini es además un minucioso investigador y recreador del belcantismo italiano recibiendo calificaciones como “maestro del bel canto” cuando su actuación tuvo lugar en el Teatro Real de Madrid, entre otros escenarios de su trayectoria.
De manera que se presentaba interesante esta relación con obras de los dos compositores evocados, de los que entregó versiones precisas y lucidas, por las diferentes secciones instrumentales de la Filarmónica, que estuvo ubicada en el proscenio esta vez, con el telón como fondo.
Y que comenzó con Franz Schubert y la llamada Obertura en sol menor, D 668, cuya orquestación pertenece a Giulio Castronuovo, un especialista en transcripciones que la armó de piezas provenientes para piano del propio compositor.
PROLIJIDAD
Tras ella llegó la Sinfonía N° 29 en la mayor, K.201/186, de Wolfgang Amadeus Mozart, que data de 1774, escrita en cuatro movimientos, que volvió a evidenciar el trabajo ordenado del director italiano, minucioso, prolijo, como el ha explicado en algún reportaje, que en las mismas partituras hace anotaciones como también en las de ópera, puntualizando y comunicando esos detalles a los cantantes.
En este caso, para cumplimentar la idea del programa trazado el cierre volvió a Schubert en la parte segunda y final, con la Sinfonía N° 5 en si bemol mayor, que data de 1816 y que por la elegancia y transparencia de la instrumentación parece un referente más mozartiano que los de la veta propiamente romántica que prevalece en Schubert.
La ejecución fue límpida y precisa como, por ejemplo, en el “andante con moto” en mi bemol mayor, una poética evocación sonora. Finalizó con un allegro vivace donde el director mostró su comunicación y empatía con la OFBA en esta despedida de su visita de este año. En suma, un concierto a todas luces destacado y un maestro visitante cuyo retorno es dable esperar.
Calificación: Muy bueno
FOTO: GENTILEZA JUANJO BRUZZA