Marisol Otero estaba por estrenar su protagónico en ‘La Bella y la Bestia’ (1998) en el Opera cuando el director Keith Batten se le acercó y le preguntó si tenía miedo y ella le dijo: “No, ¿cómo le voy a tener miedo al arte?” No es menor esa respuesta que dio a los 23 años porque, de algún modo, fue el arte el que la transformó y le abrió el camino para que su nombre sea hoy un referente dentro de la comedia musical.
El jueves, el mismo día en que cumple 50, estará celebrando sus 35 años de carrera junto al público en ‘Marisol Otero sinfónico’, un espectáculo en el que cantará las canciones que marcaron su historia artística y la de varias generaciones, en el Auditorio Belgrano. “Es un sueño que tenía pendiente y es muy importante para mí. Lo cumplo justo el día de mi cumpleaños, así que imaginate, siempre digo que yo me gestiono la felicidad”, sostiene la artista que a lo largo de estos años protagonizó también obras emblemáticas como ‘Grease’ y ‘Mamma Mía!’.
“Yo me creo en mi cabeza y me fabrico en mi corazón mi propia felicidad. Mi felicidad va construyéndose con momentos todos los días. Comparto mucho el arte, lo que amo, como ahora, por ejemplo, estar arriba del escenario haciendo un show sinfónico y que vengan un montón de amigos, familia y artistas que quiero mucho”.
RECORRIDO INTIMO
-¿Con qué se va a encontrar la gente cuando vaya al Auditorio Belgrano?
-Con un recorrido por canciones de películas y musicales que tienen que ver con mi historia, no solamente con las comedias musicales que hice, como de ‘La Bella y la Bestia’, ‘Mamma Mía!’ o ‘Grease’, sino que también hay una canción propia, que además está en los títulos de una película que protagonicé (‘Convaleciente’). Después, habrá temas que fueron muy representativos a lo largo de mi vida como aquel con el que me di mi primer beso. Mariano Tacaggni, Maite Valdés, Las Dynamos (Flavia Pereda y Lula Rosenthal), Chacho Garabal, los músicos de mi banda y mis hermanos Nicolás, Florencia y Micaela, van a acompañarme en algunos momentos del show. Mi marido Ricardo Zabala está en la producción y mi hijo tiene también una pequeña participación. Y va a estar Patricia Sosa, que es una gran amiga y una artista increíble que me llena de orgullo que pueda venir a mi show. Va a ser una fiesta arriba y abajo del escenario.
Marisol Otero celebra 50 años de vida y 35 de carrera.
-Estuvo haciendo ‘Mamma Mía!’ hasta hace muy poco, ¿cómo fue reencontrarse con el personaje de Donna trece años después?
-La verdad es que fue mágico. Quizás es una palabra que suena cursi, pero fue así. Yo estaba en Canadá con ‘Come From Away’ y en un momento me enteré de que se iba a hacer de nuevo ‘Mamma Mía!’. Ale Veroutis (histórico jefe de prensa) me decía: “Vos tenés que hacer otra vez ese personaje”, y yo le explicaba que estando allá no podría duplicarme. Me acuerdo que en ese momento me fui a un lago que había ahí, muy frio pero hermoso, y nos metimos con todo el elenco, algo espectacular. Y desde ese lugar le dije al universo: “Si tiene que ser para mí volver a hacer este rol, sería maravilloso”, y lo empecé a pensar como algo posible, aunque en ese momento no lo era. Al año, Florcita Peña, que es un sol de persona, se va a hacer ‘Pretty Woman’ y le dice a Ricky Pashkus (el director) que para ella yo era la que mejor podía hacer a Donna. Ricky estuvo de acuerdo, al igual que Miguel Pardo, que era el productor. Así que terminé haciendo otra vez ese rol increíble que para mi fue volver de una manera redoblada, porque todos los años en el medio también conllevan una experiencia, una ha ido aprendiendo cosas. Al mismo tiempo fui mamá de Valentín y todo ese amor se lo pude imprimir al personaje desde un lugar distinto porque lo siento muy profundo en mi corazón. Si bien uno como actor se imagina cómo sería, cuando además transitó la experiencia se hace todo mucho más poderoso y verdadero. Por eso esta fue una Donna mucho más real y más parecida a mí en un montón de aspectos.
-A partir de esto que dice pensaba que a lo largo de su vida le han pasado cosas muy lindas y otras difíciles, ¿cómo creé que todo eso ha moldeado a la artista que es hoy?
-Sí, como a todos. Por supuesto, un actor es como un envase que está al servicio de contar cuentos a través de los personajes, y cuantas más herramientas tenés en ese envase, que vos ponés al servicio del arte, más verdadero todo y más le llega a la gente porque empatiza con ese sentimiento que es real de lo que estás contando. Pero para eso tenés que ser muy generoso también, abrir el corazón y mostrar lo que de verdad a vos te pasó y al mismo tiempo cómo lo ponés al servicio de ese nuevo vestuario, de ese personaje del que te vestís. Creo que a través del tiempo uno va juntando todas las cosas que vivió, y si te animaste a transitar ese dolor, porque muchas veces lo apagamos o tapamos por el miedo a sentir tanto, y lo sacás afuera y lo vivís, después lo podés recordar o sabés que contás con esa herramienta arriba del escenario.
EL DISFRUTE
-¿Qué siente cuando mira hacia atrás y ve el recorrido que hizo?
-Siento una felicidad enorme. Soy muy de Virgo con luna es Piscis; tengo mi parte sensible en la Luna, pero soy muy perfeccionista así que me estreso un poco en el armar y tengo que estar meditando y bajando a tierra y diciendo: “no te pierdas el proceso, disfrutá”. Y es ahí, cuando me pongo a ver eso, que digo: “¡Qué lindo esto que estoy haciendo, qué bueno esto que hice!” Me agarra una cosa de felicidad y de amarme mucho y decir: “Bien, Mari, lo hiciste”.
-¿Hay algún personaje que la haya marcado de una manera en especial?
-¡Sí, claro! Bella fue un personaje que marcó algo muy importante, porque no solo lo hice acá, en el Opera, sino también en Broadway. Es un papel que me trajo un montón de cosas maravillosas, y años después volví a hacer la obra en el rol de la tetera. También me tocó hacer ‘Grease’ e interpretar el personaje de Olivia Newton-John en la película, y ni hablar de Donna, que es algo que me regaló el universo y me dijo: “Esto es para vos, tomá. Disfrutalo. Una segunda vuelta”.
-Si pudiera darle un consejo a esa Marisol que estaba dando sus primeros pasos, ¿qué le diría?
-Que vuelva a recordar a esa Bella cuando se subió al escenario por primera vez y vino el director Keith Batten a preguntarme si tenía miedo y yo le dije: “¡No! ¿cómo le voy a tener miedo al arte? Esto es amor”. Me encantaría volver a sentir eso, la seguridad y la certeza de que todo va a estar bien y no estar tan pendiente de si algo sale mal, del detalle, porque a veces, con los años, uno se llena de contaminación y de miedos. Me diría: “¡Tranquila, Marisol! Confía que todo está bien”.
Junto a Alejandro Paker, este año, en la última puesta de ‘Mamma Mía!’, que tantas satisfacciones le ha dado a la actriz.