Opinión
Siete días de política

Los "K" hacen todo para perder pero todavía no lo consiguen

Después de la derrota ante Macri, despreciaron a los votantes. Llaman "giles" a sus críticos y dicen que ganar "no importa". Pero se salvan porque Scioli hoy le lleva 20 puntos a De Narváez.

Cristina Kirchner tiene ya tiempo suficiente en el poder para que su conducta muestre un patrón. Su reacción ante la aplastante derrota de Daniel Filmus el domingo pasado fue idéntica a la que tuvo su marido en 2008 cuando los productores agropecuarios lo enfrentaron por la resolución 125. En esa ocasión Néstor Kirchner declaró la guerra total, perdió el sentido de la realidad y llevó al gobierno al desastre.

En este caso los que osaron desafiar el discurso oficial fueron los porteños y la respuesta resultó similar. Primero una andanada de descalificaciones de "intelectuales" y "artistas" que el gobierno no repudió. Después la presidenta -que no tuvo el gesto de felicitar a Mauricio Macri y se limitó a ignorar el resultado- llamó "giles de adentro" durante un acto oficial a quienes critican su política económica.

El mismo día de la elección y ante las primeras señales de la paliza que se avecinaba Aníbal Fernández menoscabó al 47% de los que votaron Macri. Sus exabruptos no son una novedad, pero se suponía que los decía por cuenta propia.

La posterior reacción presidencial ironizando sobre Macri en la inauguración de una muestra tecnológica puso, sin embargo, en evidencia que el funcionario interpreta a la perfección el pensamiento de su jefa política. Más aún, cuando era ministro de Eduardo Duhalde nunca tuvo esos desbordes, porque le hubieran costado el puesto. Hoy tiene vía libre.

Si bien Filmus y el ministro del Interior Florencio Randazzo intentaron relativizar las agresiones a los votantes porteños, el ministro de Educación, Alberto Sileoni, echó por tierra el viernes esos esfuerzos al decir que Macri "reivindicaba la dictadura" y que profesaba un "falso pacifismo".

El resultado de tanto disparate combinado con la idea de concurrir al balotaje pintan un panorama oscuro para Filmus. Los primeros sondeos lo dan perdiendo 70 a 30, peor que en 2007. Pero eso no preocupa al kirchnerismo, ofuscado porque la voluntad popular -que cree representar- lo rechazó.

Sus "intelectuales" (los Forster, los González, etcétera) creen o pretenden creer que la mitad de los porteños votó a Macri porque es racista, egoista y filistea, es decir por las peores razones. Semejante primitivismo mental hace juego con la ingenuidad (de alguna manera hay que llamarla) de jóvenes "K" como Juan Abal Medina quien dijo que lo que importaba no era ganar las elecciones sino transformar la realidad. Es decir quieren llevar a los argentinos al paraíso aunque sea a las patadas.

La contracara de ese compartamiento es el del jefe de gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Macri ganó porque no se puede dar el lujo de tonterías ideológicas. Sabe, porque se lo dicen las encuestas que paga, que entre el 25 y el 30% de sus votantes los son también de Cristina Fernández. Porque el grueso de la sociedad ignora despreocupadamente los esquemas mentales que son el pan cotidiano de los "intelectuales" K y vota con el bolsillo y el sentido común. Por esa razón en la campaña y hasta por lo menos después del balotaje Macri no va a criticar y mucho menos descalificar a la presidenta, aunque sus epígonos lo agredan de la peor manera. Esa lección la tiene bien aprendida.

Como resulta evidente los "intelectuales" y "artistas" a sueldo del gobierno no tienen esa preocupación, porque no deben ganar elecciones.

Se estima que además de perder en la ciudad de Buenos Aires y empeorar su situación con muestras de intolerancia reiteradas para el balotaje, al kirchnerismo le esperan otros dos reveses. Uno, hoy, en Santa Fe, donde se presume que el socialismo retendrá la gobernación. Otro, el primer domingo de agosto en Córdoba, donde las encuestas dan como favorito a José Manuel de la Sota, peronista enemistado con el gobierno nacional.

Seguramente la serie de posibles derrotas dará aire a la famélica oposición y pasto a la prensa opositora. Las probabilidades de una derrota del kirchnerismo en octubre, no obstante, parecen todavía lejanas. La gestión de la presidenta conserva un 50% de aprobación y la economía no se resiente, a pesar de que las variables macro dan muestras de deterioro.

A pesar de lo que dicen los economistas, el grueso del padrón aprueba la mezcla de alta inflación con consumo sobrealimentado. A lo que hay que sumar que no apareció en el plano nacional una alternativa capaz de canalizar el voto "anti k". Por eso la presidenta no corre peligro, aunque el oficialismo profese una soberbia incomprensible.