Opinión
La mirada global­

Latinoamérica se une a la ola de violencia extrema­

­Evidentemente, las guerras no vienen solas. En la aldea global donde estamos viviendo, sus efectos en cascada se multiplican velozmente en múltiples direcciones, desde la criminal y extrema violencia imperante en los campos de batalla de Ucrania. Allí están chocando dos modelos de organización social, institucional, política y cultural. La Federación Rusa representa un modelo imperial más parecido al de los zares, con un paneslavismo centrado en San Petersburgo y Moscú, con el decidido apoyo del Patriarcado Cristiano Ortodoxo de Moscú, un capitalismo de amigos y una mano de hierro para mantener disciplinadas las veinte etnias que ocupan, con 144 millones de almas, los 17 millones de kilómetros cuadrados del país más extenso de la Tierra. La disciplina social y política de la Federación Rusa alcanzaría también, en los sueños imperiales de los actuales oligarcas rusos, a las zonas aledañas de dicho país: Ucrania, Georgia, Kazajastán, y unas cuantas ex repúblicas soviéticas más linderas al Mar Caspio, o al Mar Aral.

Ucrania, en cambio, quiere ser un país atlantista, miembro de la Unión Europea, y de la OTAN. Sus miembros se caracterizan por la existencia de tres poderes de igual jerarquía (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), alternancia en el poder, elecciones libres y transparentes, libertades públicas y derechos humanos. A ese club quiere ingresar heroicamente Ucrania, jugándose la vida no solamente en sus campos de batalla, sino también en sus ciudades, arrasadas permanentemente por la artillería pesada rusa.­

­EN SUDAMÉRICA­

La lucha armada en Europa, en las vecindades del Mar Negro, entre dos sistemas políticos muy diferentes, también tiene su correlato en tierras americanas, especialmente desde finales del año 2022. No digo que se trate de una consecuencia directa del conflicto Rusia-OTAN pero, evidentemente, pueden ser hechos relacionados, porque tendrían un parecido perfil ideológico, o psicológico. Son hechos muy bien descriptos por el sociólogo francés Gabriel Tarde (1843-1904) en su famosa obra Las leyes de la imitación o también Sociología de la Imitación, donde comprueba la existencia de comportamientos similares en grupos sociales diferentes.

El primero de los hechos de extrema violencia política registrados en América (pasando por alto el siniestro ataque de las huestes de Trump al Capitolio) ocurrió el 7 de diciembre de 2022, con el Golpe de Estado intentado por el presidente peruano Pedro Castillo, cuando anunció públicamente el cierre del Congreso y la instauración de "un gobierno de excepción'', lo cual fue considerado por los peruanos como un golpe de estado mondo y lirondo.

Pedro Castillo terminó preso y fue reemplazado por la vicepresidente Dina Boluarte, según lo establecía el orden constitucional. ­

El segundo hecho de gran violencia política en Sudamérica sucedió el 28 de diciembre del 2022, cuando el presidente boliviano Luis Arce secuestró y envió a un penal de máxima seguridad a Luis Fernando Camacho, gobernador del Departamento (Provincia) de Santa Cruz de la Sierra, elegido democráticamente en ese importante distrito (el de mayor población de Bolivia, con 3,2 millones de habitantes) con el 53 por ciento de los sufragios.

La acusación no resiste el menor análisis  porque fue acusado de haber provocado un golpe de estado contra Evo Morales, en noviembre de 2019. El golpe lo había realizado el propio Evo Morales en su locura de eternizarse en la presidencia de Bolivia por un cuarto período presidencial, cuando la Constitución de 2009, en su artículo 168, establece el máximo de una sola reelección.­

El tercer hecho de enorme violencia política en Sudamérica ocurrió el domingo pasado en Brasilia, cuando una multitud de seguidores de Jair Bolsonaro entró por la fuerza en los tres palacios correspondientes a los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial, donde provocaron muy importantes saqueos y destrozos, a la vez que pedían a las Fuerzas Armadas  que tomaran las riendas del Estado.­

Dos golpes que podrìan responder al Socialismo del Siglo XXI (en Perú y Bolivia) y uno a las fuerzas de derecha de Bolsonaro. Pero estas calificaciones de izquierda y derecha cada día significan menos, porque Putin actualmente representa un partido ruso ultraconservador, capitalista, homofóbico, portador de un cierto fundamentalismo religioso ortodoxo y una visión del mundo más parecida a la de los zares que cualquier otra. Por algo Bolsonaro ha sido un aliado extremo de Putin y ha pedido fervorosamente que no expulsaran a la Federación Rusa del G-20.­

En cuanto a las andanzas de Evo, el gobierno del Perú le ha prohibido su ingreso a ese luego de documentar sus arengas revolucionarias en Puno y Cuzco.­

Por ahora, solo se avizora violencia política en nuestros países americanos, si estas sangrías y salvajadas no se corrigen a tiempo.­