“Hay mucho desconocimiento sobre el sistema de residencias en el sistema sanitario público en general y en el Hospital Garrahan en particular. El residente siempre estuvo mal pago, es un médico que está aprendiendo una especialidad, no tiene independencia y forma parte de un sistema de formación. No es, de ninguna manera, un médico de planta”.
La explicación es del doctor Salomón Schächter, uno de los profesionales más prestigiosos de la Argentina. Su dilatada carrera incluye cargos muy relevantes. Fue decano de la Facultad de Medicina y Consejero Superior (UBA, 1998-2000) y director de la Residencia en Traumatología de los Hospitales Alvear, Fernández y Clínicas. Es profesor emérito de la UBA y Doctor Honoris Causa de la Universidad Católica de Córdoba. Escribió siete libros, varios capítulos en obras de terceros y de más de 130 trabajos publicados en Argentina y el exterior. Miembro de Honor y/o Correspondiente de más de 40 Sociedades Científicas Nacionales e Internacionales y Facultades de Medicina Nacionales y Extranjeras. Nadie más calificado para opinar sobre el conflicto entre con los residentes del Hospital Prof. Dr. Juan P. Garrahan.
El doctor Schächter recordó su experiencia personal como residente. Fue en Estados Unidos. Hacía guardias día por medio y fin de semana por medio. Solía entrar viernes a las ocho y salía el lunes a las seis de la tarde. Cobraba apenas 75 dólares por quincena, que, tras el descuento de impuestos, quedaban u$s 68. Se le ofreció -un gesto excepcional- quedarse como médico de planta una vez terminada la residencia, pero rechazó el convite. Quería volver a la Argentina.
“Por supuesto que me gustaría que los residentes cobrarán más. Todos los profesionales de la salud pública deberían tener sueldos altos”, dice Schächter a La Prensa. “Pero hay que recordar que siempre estuvieron muy mal pagos. Es un trabajo muy duro, con guardias muy largas, pero un aprendizaje al fin. Los residentes son médicos que están aprendiendo una especialidad. A los cuatro años deben irse, es un sistema educacional, y muy excepcionalmente se le ofrece a alguna mente brillante quedarse en el hospital”.
Al eminente doctor no le agradan las medidas de fuerza. “Qué es esto… Huelga de residentes nunca hemos visto ni en la Argentina ni el mundo. Ser residente, quisiera remarcar, en el Hospital Garrahan es un privilegio, es un lugar de excelencia, donde la formación profesional resulta inmejorable. Uno debería agradecerle a Dios por semejante privilegio”, declara.
“He notado -añade el entrevistado- un desconocimiento absoluto sobre el régimen de residencias en los hospitales públicos. Debo aclarar que si bien son médicos recibidos -pueden escribir recetas- no tienen autonomía, dependen para todo de un médico de planta. Los residentes no tienen una especialidad, justamente la están aprendiendo con la residencia. Son estudiantes no médicos pediatras, quisiera insistir”.
El doctor Schächter concluye con una comparación interesante: “En mi época, era habitual trabajar en un hospital público. Quien no lo hiciera era muy mal considerado por sus colegas. Espero que no se pierda esa vocación”, remata.