Opinión
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Las drogas y la ‘sed de padres’

Mi maestro francés C. Oliweinstein decía en la clínica Marmottan de Paris: “El padre siempre está por ausencia, ignorancia, inmadurez, perversión, pero siempre está y el síntoma adictivo es un llamado a esta figura simbólica desaparecida”.
El maestro decía que siempre la adicción es un llamado y con los años aprendí, de tanto ver y ver pacientes y acompañarlos en su tarea de lograr la sobriedad y un sentido para su vida, que la enfermedad tiene un guion.
Cada enfermedad tiene su guion. No hay dos enfermos iguales, como no hay dos personas iguales y en ese guion la vida familiar es clave, ya que ahí se dan tres elementos fundamentales para un desarrollo sano: contacto personal continuo, contacto emocional y el sentirse formando parte de una labor común (sentido de pertenencia a una progenie). Todo esto genera el sentimiento de una trascendencia: saber de dónde venimos para saber a dónde vamos.
Los pacientes nos enseñan todos los días si los podemos escuchar. Jorge llevó una vida de abandono. No conoció a sus padres, su padres adoptivos lo obligaban a robar en su provincia natal y ya desde los nueve años consumía. Pasó por Institutos de menores, vivió en plazas. Fue nuevamente adoptado, pero conflictos de la nueva pareja de los padres que llevaron a la separación lo hunde nuevamente en la calle. Ahí roba, vive debajo de puentes, en las plazas. Lo conozco hace un año y medio en sus 17 “abriles”. Su vida era el crack, los revólveres, ser “barra brava” de un equipo de fútbol con una pertenencia en donde encontraba padrinos (padres perversos).
Poco a poco fue mejorando. Encontró en nosotros una familia sustituta y contamos con el apoyo inestimable de los padres adoptivos que participaron en todas las sesiones familiares y multifamiliares.
Lo veo y me cuenta de que va a ir a la casa de la madre a pasar el día con un compañero que el eligió. Dante es un joven maduro de 38 años que vivió una historia con un guion familiar, con un padre adicto que lo abandonó, sufrió mucho la muerte del abuelo que era una figura paterna supletoria y también robó y estuvo preso. Desde los 13 años hasta los 35 años utilizó todo tipo de drogas y ahí empezamos a trabajar. Hoy Dante está reestructurando su vida; volvió a conectarse con su hijo al cual, repitiendo la historia, también abandonó. Volvió a la empresa familiar, saldó sus cuentas con la justicia.
Le pregunté por qué lo eligió a Jorge y me dice: “Es como un padre para mí”. Sentí como terapeuta una conmoción interior porque ya había encontrado un guía, un modelo en aquel que también fue barra brava, robó, vivió en Villas, en la calle, en plazas y hoy para él es una luz en el túnel de su vida.
También me confiesa que vive un conflicto interior entre vivir debajo de los puentes y este otro que está surgiendo. Añora todavía la vida marginal. Le dije que cuente con nosotros, pero que no hay logro sin sacrificio y necesitaba dejar un estilo de vida. Sin familia y con abandono, el maestro Winnicott enseñaba que estaba ahí nomás, cerca la vida antisocial.
EL DERECHO A TENER UNA FAMILIA
Tendremos conciencia que todo niño tiene derecho a tener una familia. No creo y esto forma parte del default humanístico de la Argentina. La palabra familia se ha borrado y parece formar parte del léxico burgués que los “progres” han lanzado como palabras vacías y sin contenido de realidad.
Ilya Prigogine (Premio Nobel de Química) nos enseñaba que a veces el caos conduce al orden. El caos de Jorge y de Dante no fue pavada, pero la vuelta a un orden humano va a ser con dolor seguro. Todo esto creo debemos tomarlo como una pandemia de locura que tenemos como civilización: crecer sin amparos seguros es un genocidio adelantado.

SED DE PADRES
Nos encontramos hoy con una nueva clínica: padres que consumen con sus hijos, padres que avalan con su ‘billetera’ la adicción, padres que solo permiten una desintoxicación del hijo y luego lo sacan, padres que se separan y dejan al hijo ‘a tontas y locas’ en un mundo que no entienden. En fin, distintas variantes del default humanístico argentino o que otros denominan “pandemia de locura civizacional”.
Cuando empezamos un diálogo profundo con el paciente encontramos esta ‘sed de padres’. De lo contrario nuevos padrinos portadores de una ley perversa se harán cargo de los jóvenes y de una parte de la sociedad.
La caída del padre como función de transmisión de valores y límites es clave en estos momentos de la humanidad y de esto se aprovecha ese poder supranacional de venta de drogas que encuentra sujetos inermes y desvalidos de transmisión simbólica.
Recuerdo un grupo sobre el Día del Padre que realicé con más de 20 pacientes en tratamiento hace unos años. Jorge me comentaba que su padre estuvo ausente y fue maltratador. Huye de su casa y busca un “padrino” en una plaza que junta a 20 jóvenes en donde la ley perversa que este “padrino” incita es consumir, robar e incluso darles una casa como “aguantadero” en donde puedan pasar el día (todo en pleno barrio ‘paquete’ de buenos aires).
Son más de 20 los grupos apadrinados por estos “desaparecidos sin nombre” con diversos “patronos” y con un “patrono” desconocido que era el jefe global de todos los territorios. Verdaderas comisarías de la transgresión.
Oscar me comentaba que no conoce a su padre biológico y que su padre adoptado lo abandonó. lo llamaba y este no estaba nunca. De él solo tenía un celular habitualmente desconectado.
Carlos me comentana con emoción que no sabe a quién llamar padre, sí al biológico desaparecido o al adoptivo separado su madre también adoptiva. Vagando por las calles creyó perder todo. La comunidad terapéutica lo está ayudando a reconectarse con su padre adoptivo. Me pregunta a quién llamar padre y le digo que padre es el que adopta como enseñaron los antiguos pensadores.
En la antigüedad se distinguía entre el ‘padre padrillo’ que ejecuta el acto de inseminación y el padre que adopta, o sea que hace propio un hijo, lo acoge, lo quiere y realiza el tercer acto de todo progenitor: darle un status legal, de transmisión generacional, de donación de sentidos, valores y como modelo de vida.
Nietzche nos acerca a la noche de los tiempos, noche que también viven los pacientes cuando se sienten sin vida en la agonía del vivir, cuando anuncia la ‘muerte de Dios’ y luego dice: “¿No habrá que encender las linternas desde la mañana?”. Para luego seguir diciendo: “¿No vamos errantes hacia la nada infinita? ¿Cómo pudimos desagotar el mar?”. Se refiere a la ‘noche’ que se avecinaba sobre el mundo por las consecuencias de la muerte de Dios.
El padre, también, parece estar muerto o los padres en general en muchas circunstancias y muchos pacientes jóvenes hoy nos hablan desde esta ‘noche’ de la vida lamentando ausencias significativas.

INVOCACION AL PADRE
En las adicciones se muestra un llamado al padre. Hoy miles de jóvenes anuncian desde el síntoma autodestructivo de las drogas y el alcohol, en muchos casos, el exilio de sus padres.
Esta apelación al padre en una crisis agónica, o sea de lucha por vivir, es una invocación o sea un llamado. La Real Academia Española incorpora la invocación como la apelación a un poder superior, a una ley, un acogerse a esta ley. El padre es ley y su ausencia manifiesta en muchas situaciones de la vida, es un factor de riesgo en el crecimiento de los chicos.