Es una necesidad histórica que las fuerzas de centro y centroderecha operen unidas. Entre ellas hay muchas cosas en común como es el control de los partidos de izquierda y de la política exterior para mantener a la Argentina en el ámbito de Occidente.
También el respeto a la libertad y derechos individuales y al sistema económico y jurídico que ha permitido impulsar el crecimiento de la productividad, la tecnología, y el colosal nivel de vida en el Mundo.
Gracias al impulso que le dio una nueva legislación a la propiedad privada, las personas se arriesgaron a asumir riesgos con inversiones que de otra manera no hubieran asumido.
Entre otras cosas importantes, tienen en común el oponerse a los grupos y partidos que vociferan en la calle pidiendo que no se cumpla con los compromisos convenidos con los organismos de préstamo del exterior, o que si se pagan deudas sea imponiendo nuestras propias condiciones a los acreedores.
Juntas y con buenas relaciones, la LLA, el PRO y otras fuerzas afines, podrían luchar por desmantelar la maraña legislativa contraria a nuestra Constitución Nacional que han implantado los gobiernos populistas anteriores.
PELIGROSA OBSESION
Las posibilidades de cambio, aunque el Gobierno haga una buena elección, dependerá en gran medida del apoyo que obtenga el Gobierno de otros partidos.
Pretender ser la única fuerza de centro, destruyendo al PRO, hace peligrar la gobernabilidad y las fundamentales reformas económicas, el Presidente debería dejar de escupir hacia arriba.
La situación actual no permite más aventuras, le convendría al Gobierno dejar atrás su omnipotencia, ésa que olvida la falibilidad del hombre y un principio fundamental del Liberalismo: la tolerancia.
Las peleas por cosas menores, los agravios e insultos, disminuyen las posibilidades del positivo cambio que propone y fomenta la violencia.
El futuro será difícil, se necesitará que trabajen juntas en la mayor medida posible: tienen que batallar por terminar con un sistema que provocó nuestro estancamiento económico, nuestra decadencia cultural y nuestra debilidad institucional. Pueden estar unidos fundamentalmente por el respeto a la libertad y a la Justicia, y por vivir de acuerdo a las tradiciones liberales, como manda nuestra Constitución. Solo de esta forma se podrá restablecer el orden moral y la justicia pérdida, es lo que desea, en su mayoría, la Sociedad.
El Congreso es prioritario para la estabilidad política y lograr un cambio perdurable. Como poder independiente tiene que cumplir con la concepción constitucional, en vez de pasarla por encima, como lo está haciendo desde hace largo tiempo.
Es necesario un cambio que evite fanatismos; en el Congreso las alianzas deben darse por ideas y programas concretos, sanearlo mediante el voto, romper el círculo vicioso, es nuestra responsabilidad. Ojalá en todas las elecciones la gente vote con responsabilidad, dejando atrás la mediocridad.
RECETAS FRACASADAS
Los dirigentes tienen la obligación de mostrar sus proyectos, sus ideas, su visión de futuro: se está decidiendo si el país estará en manos peronistas, kirchneristas, o de quienes defienden el orden liberal.
Ya se ha probado que los autoritarismos fracasan, ya sean políticos, económicos, o una combinación. No habrá libertad sin mancha si en las elecciones no se le dan datos correctos a la razón, es prioritario ver lo mejor posible la realidad.
En una democracia la disidencia se expresa en el Congreso, el pueblo gobierna a través de sus representantes por lo cual se debería elegir de acuerdo a la conciencia de cada uno.
Se advierte que mucha gente lo hace solo por la persona o en contra de algún partido, no tendrán después derecho a quejarse. Si el populismo tiene éxito en polarizar en su beneficio al electorado no habrá posibilidades ciertas de vivir en una autentica democracia.
El imperativo es optar por gente capaz, idónea, democrática, o estaremos librados a nuestra suerte: es imprescindible que los ciudadanos antipopulistas lleven al Congreso no solo personas, sino también aquellas ideas que preservan valores permanentes como la libertad en lo político, económico y social, las que salvaguardan al hombre en su individualidad como primera institución de la República, en contra del Estado intervencionista dirigista y estatista.
FICHA SUCIA
La votación a favor de ficha sucia fue una lástima: se dejó, por intereses tontos, una oportunidad de mostrar voluntad por sanear la política. Quienes impulsaron el fracaso de la ley, se dieron el lujo de dejar de lado el medio defensivo que se presentó para dificultar la corrupción kirchnerista, fue una ventaja al enemigo que no se debió conceder. El festejo por la impunidad lo reflejó clarito.
LLA deberá reconsiderar, en el futuro, su actitud respecto a las relaciones con otras fuerzas que mantienen afinidades importantes con el incipiente partido, partidos incluso provinciales, movimientos municipalistas y corrientes internas de otras agrupaciones que ya han comenzado a reconsiderar sus puntos de vista más tradicionales.
Debería respetar a todos aquellos que mantienen simpatía partidaria hacia otros partidos si desean sumarse a la tarea de un cambio liberal.
Es necesario obtener apoyo para poder introducir cambios profundos que hacen a la esencia del sistema y no salir de la crisis mediante paliativos a costa del retroceso del país. Estamos enfrentando graves dificultades y se están tratando de resolver por métodos distintos a los del pasado, por ello el Gobierno tiene por delante una enorme decisión: cumplir con lo prometido en el Pacto de Mayo, hacer lo necesario, cueste lo que cueste, para que el país salga adelante o retardar decisiones ya sea, por opción propia, o por falta de apoyo en el Congreso.
MAS LIBERTAD
Los argentinos y el Gobierno, deberían comprometerse a mantener la democracia política: cubre una parte importante de los valores en que creemos, proporciona además un sistema normativo apropiado para que actuando dentro de él se pueda desplegar una intensa acción política y doctrinaria para construir un país mejor.
No habría que dejar en el tintero fortalecerla, con ella vine la confianza y lo más importante: más libertad en todos los órdenes. Es necesaria como el agua para superar el estancamiento, sanear el Estado, devolver a los argentinos su energía creativa para que generen inversiones productivas. El estatismo no tendría que alcanzar a ninguna actividad productiva, incluyendo servicios. Ya hay muchos convencidos que sin transitar por el camino de la libertad no hay destino para Argentina, por ello convendría evitar el desencuentro entre teoría y práctica.
* Miembro de Número de la Academia Argentina de la Historia.
Miembro del Instituto de Economía de la Academia de Ciencias. Morales y Políticas
Premio a la Libertad 2013 (Fundación Atlas)
Autora de ‘El Crepúsculo Argentino (Ed. Lumiere, 2006).