Por Marcelo Carignano *
Las revueltas que tienen su origen en la transformación del status quo pueden parecer heroicas, pero cuando se enraízan en el extremismo y el irracionalismo, se consumen en su propia violencia. A lo largo de las últimas décadas, tres movimientos que nacieron con buenas intenciones -el Mayo Francés, las protestas estudiantiles chilenas, y las actuales manifestaciones en universidades estadounidenses- comparten un patrón: emergen del inconformismo, apelan a causas justas, pero abrazan métodos y discursos radicales que culminan en meras victorias simbólicas firmadas con sangre.
Según Albert Camus, la rebeldía nace cuando un individuo, incluso alguien que aceptó pasivamente una situación tal durante mucho tiempo, de repente considera inaceptable una nueva imposición o límite. En confluencia con ese mismo hilo reflexivo, el historiador y periodista Juan Pablo Stefanoni sostiene que sectores jóvenes, incluso de clases medias acomodadas y en sociedades estables, abrazan ideologías extremas o posturas antisistema, no solo desde una ideología de izquierda sino también desde la derecha, como forma de protesta y búsqueda de identidad política.
Se trata de personas que padecen una sensación de hastío, insatisfacción o pérdida de sentido; y encuentran consuelo o significado en ideas que, indefectiblemente, los empujan a comulgar con la violencia.
TRES CASOS
Podemos mencionar similitudes entre las revueltas parisinas (luego extendidas al resto del país) y las recientes protestas estudiantiles en universidades estadounidenses, aunque también hay diferencias importantes en cuanto a contexto, motivaciones y resultados. En ambos casos los protagonistas eran en su mayoría de clase media o media alta, en el primer caso desde universidades como Nanterre y La Sorbona, de manera más reciente desde Columbia, Harvard y Yale. En tanto, en Chile, si bien gran parte de los organizadores pertenecía a la élite, las revueltas estudiantiles tuvieron una base más amplia, incluyendo estudiantes de sectores populares y medios. No obstante, solo en Francia la clase trabajadora acompañó de forma directa.
Como mencionamos, cada uno, por contexto geográfico, histórico y social, tuvo su propio motivo. El Mayo Francés promovió demandas radicales contra la autoridad, el capitalismo y la rigidez social, con influencias marxistas y anarquistas. En Chile, la demanda era por educación gratuita (en el Informe PISA 2013 el país obtuvo el puntaje más alto en América Latina), justicia social y fin de la desigualdad estructural; mientras que en EE.UU., adoptaron causas radicales vinculadas a la justicia social, a la lucha contra el racismo, y al feminismo.
Todas búsquedas nobles, si bien veremos que ninguno de los tres movimientos consiguió mejoras reales y sostenibles. Quizás se deba a las mencionadas posturas radicales y, por ende, violentas, que tuvieron las protestas. El levantamiento en Francia, con su fascinación por el maoísmo, el castrismo y el anarquismo; la postura antineoliberal y de defensa de lo público de Chile, que curiosamente tuvo momentos muy intensos -como en 2011 y durante las movilizaciones de 2019- donde quemaron trenes y hubo destrucción de propiedad pública y privada; y los campus norteamericanos con su romance con Hamás, Hezbolá y otros grupos extremistas.
En todos los casos hubo respuestas represivas por parte de las autoridades universitarias y estatales, lo que intensificó el conflicto. El Mayo Francés trascendió el ámbito estudiantil y logró movilizar a trabajadores en huelgas generales, pero no contó con el apoyo de la clase media francesa, que temía una deriva comunista y se mostró reticente ante la radicalización del movimiento. Mientras que las protestas en Estados Unidos, aunque masivas y extendidas en decenas de campus, no tuvieron un nivel de movilización obrera o sindical comparable. Por su parte, en Chile no toda la clase trabajadora estuvo unificada ni alineada con las protestas estudiantiles. Algunos sectores mantuvieron distancia o rechazo, y hubo tensiones entre demandas específicas y prioridades laborales.
CONSECUENCIAS
En Francia, aunque el estallido social abrió espacios culturales y políticos, las desigualdades sociales y educativas continúan siendo un desafío. En Chile, a pesar de décadas de movilizaciones estudiantiles y reformas, la educación sigue siendo desigual y costosa para muchos,. En EE.UU., las protestas en universidades generaron debates relevantes, pero las disparidades educativas y sociales persisten, y el antisemitismo creció de manera exponencial.
Es difícil, entonces, hablar de victorias movilizantes en marcos donde la rebelión irresponsable se impone a la búsqueda del fin noble. O, ¿qué creen los estudiantes de las universidades acomodadas de Estados Unidos o los militantes treintañeros de la izquierda inmaculada argentina que significa “intifada”? ¿Cuál suponen que es el sentido de la frase “desde el río hasta el mar” quienes la repiten en Europa occidental?
Creo que el reciente asesinato de dos jóvenes judíos en las cercanías del Museo Judío en Washington, a manos de un hombre estadounidense que gritó “Palestina libre” al ser detenido y militaba en partidos asociados al marxismo y el socialismo, es respuesta suficiente y calificada.
Quiero decir: no se trata de un simple eslogan generalista, similar a “abajo el imperialismo”. Estas frases apuntan directa y decisivamente a la población judía. No tienen otro objetivo que exterminarla. ¿Lo saben quienes repiten sin descanso “Intifada” o “desde el río hasta el mar”? Parecen más una muestra cabal del "pueblo adolescente" que Jean-Pierre Le Goff pensaba en la década del 60: la búsqueda de lo inmediato, la exaltación de la emoción, la resistencia a la autoridad y la dificultad para asumir responsabilidades adultas.
LOGICO BINARIA
Cualquier movimiento social, aunque surja de causas nobles, pierde su potencial transformador cuando cede a la lógica binaria e infantil de “buenos contra malos”, y se coloca en el lugar de bueno mientras abraza discursos violentos o fundamentalistas.
La rebeldía irresponsable degenera en dogma, y el romanticismo revolucionario, cuando se aleja del pensamiento crítico y cae en la exaltación simbólica, suele dejar como saldo más frustración generalizada que justicia. O todavía peor: crímenes contra inocentes justificados por la búsqueda de un bien común que, precisamente por estos hechos, quedan anulados.
* Periodista y consultor político.