Susana Tamaro nació en Trieste, Italia, en 1957. Estudió Cine en el Centro Sperimentale di Cinematografia en Roma, tras lo cual participó en la realización de varios documentales para la RAI. Sin embargo, su carrera profesional dio un giro tras el éxito en 1989 de La cabeza en las nubes, su primer libro publicado, con el que consiguió el Premio Elsa Morante.
A partir de ese momento, decidió seguir escribiendo, tanto narrativa como literatura juvenil, consiguiendo el reconocimiento internacional en 1994 con Donde el corazón te lleve, obra que ha sido traducida a más de 30 idiomas y que ha logrado vender millones de ejemplares en todo el mundo, sobre todo tras la adaptación cinematográfica que se realizó en 1996. En 2007, publicó su continuación, Escucha mi voz.
Otros grandes títulos de Tamaro han sido Anima Mundi, Respóndeme o Más fuego, más viento. A lo largo de su carrera, ha recibido numerosos premios, como el PEN Club Internacional o el Dante de Oro a toda su trayectoria literaria.
De su prolífica producción literaria, Donde el corazón te lleve se presenta como una obra propicia para una reflexión profunda.
Esta novela narra la historia de una abuela que escribe a su nieta, que se encuentra en el extranjero estudiando y que no volverá a ver, una carta en la que le cuenta todo lo que ocultaba en su corazón.
Al deambular en la soledad de su casa, mientras afuera arrecia el viento y el otoño apaga los colores del jardín, impulsada por la certeza de no tener mucho tiempo de vida, decide escribir una larga carta a su joven nieta lejana.
A su modo, es una carta de amor, una tentativa de recomponer una relación desgarrada por las incomprensiones e impaciencias.
Tras una vida de silencio, la abuela toma pluma y papel y realiza un gesto valiente al abrir su corazón a todos los acontecimientos de su vida: una infancia regida por la hipocresía y las apariencias, el matrimonio con un hombre tedioso y previsible, su único y efímero amor verdadero, la relación conflictiva con su hija, de cuya muerte trágica se siente responsable. No esconde nada, aún a costa de ser dura y despiadada, sobre todo consigo misma.
POLOS VITALES
Un tópico que se reitera en muchas de las obras de Tamaro es el de las relaciones entre los polos de la vida, como la vejez y la adolescencia, de una manera profunda, resaltando el valor de la cordialidad, de la razón cordial, la razón del corazón, como hilo narrativo y existencial entre los personajes.
Lamentablemente, en una sociedad en la que muchas veces prima el tener sobre el ser, y donde los vínculos deben ser lo más frágiles posibles, esto no tendría mucho sentido.
“Actualmente, el corazón, dice la abuela, hace pensar en seguida en algo ingenuo, adocenado. En mi juventud, todavía se podía nombrar con desenvoltura; ahora, en cambio, es un vocablo que ya nadie utiliza. Las pocas veces que se lo nombra es tan sólo para aludir a su mal funcionamiento: no es el corazón por entero, sino solamente una isquemia coronaria, una leve patología auricular. Pero nadie alude a él, al hecho de que es el centro del alma humana. A menudo me he preguntado cuál podía ser la razón de este ostracismo”.
Al inicio de la novela se lee el motivo de llevar a cabo la carta a través de la siguiente descripción: “Durante estos meses, vagabundeando en la soledad de la casa, los años de incomprensiones y malhumores de nuestra convivencia han desaparecido. Los recuerdos que me rodean son los recuerdos de cuando eras niña, una cachorrita vulnerable y extraviada. A ella es a quien le escribo, no a la persona bien defendida y arrogante de los últimos tiempos. Me lo ha sugerido la rosa.
Esta mañana, cuando pasé a su lado, me dijo: ‘Coge un papel y escríbele una carta’. Ya sé que, entre nuestros pactos, en el momento de tu partida, estaba el de no escribirnos, y con pesadumbre lo respeto. Si yo no estoy cuando regreses, ellas estarán aquí esperándote.”
SECRETOS DE NIÑA
La mirada narrativa o literaria de la niñez se pone de manifiesto en bellos pasajes que dan cuenta de esa etapa de la vida de una niña con sus secretos e intimidades, de una manera que nos interpela a entender lo que ella siente, percibe y quiere: “Mientras fuiste una niña, juntas éramos felices. Eras una niña llena de alegría, pero en tu alegría no había nada que fuera superficial, que pudiera darse por descontado. Era una alegría sobre la que siempre estaba al acecho la sombra de la reflexión; pasabas de la risa al silencio con una facilidad sorprendente.”
En esos momentos, se preguntaba la abuela: “¿En qué piensas?" y ella, sin dejar su tono infantil, le respondía cosas como: "Pienso si el cielo se acaba o si sigue para siempre.”
Le emocionaba esa profundidad en su mirada, su sensibilidad, tan parecida a la de ella, creando entre ellas una cercanía que iba más allá del vínculo entre madre e hija. No se veía como una figura de autoridad, sino una aliada emocional. La abuela internamente quería creer que esa complicidad duraría para siempre, pero “…era consciente de que no somos seres suspendidos dentro de pompas de jabón, vagando felices por el aire; en nuestras vidas hay un antes y un después, y ese antes y después entrampa nuestros destinos, cae sobre nosotros como una red sobre la presa.”
También se resalta el aspecto biográfico de las relaciones, es decir, el de las vidas humanas en su decurso histórico, con un acontecer determinado en el tiempo y en el espacio. Se percibe en ese itinerario distintas etapas de la vida que van desde la niñez hasta la vejez, pasando por las distintas relaciones de madre, padre, esposa, esposo, viuda, viudo, etc..
En el siguiente pasaje se comprenderá este itinerario humano, contado en primera persona: “Pero incluso cuando más tarde me hice esposa y madre, viuda y abuela, jamás me aparté de esa aparente normalidad. El único acontecimiento extraordinario, si es que se puede llamar así, fue la trágica desaparición de tu madre. Sin embargo, bien mirado, en el fondo aquel cuadro de las estrellas no mentía: detrás de la superficie sólida y lineal, detrás de mi rutina cotidiana de mujer burguesa, había en realidad un movimiento constante que estaba hecho de pequeñas ascensiones, de desgarramientos, de oscuridades repentinas y de abismos profundísimos. A lo largo de mi vida la desesperación me ha embargado con frecuencia, me he sentido como esos soldados que marcan el paso manteniéndose quietos.”
TESORO EN EL TIEMPO
De esta manera, Susana Tamaro nos hace vivir a través de esta novela que lo esencial de nuestras vidas son las relaciones que podemos atesorar y mantener en el tiempo, que nos definen en lo que somos y que nos estimulan en lo que debemos ser como seres humanos racionales, volitivos y, por sobre todo, afectivos.
Terminamos con la última referencia de la abuela que sintetiza nuestro humilde aporte: “Tan moderna es la mente, como antiguo el corazón. Se piensa entonces que quien hace caso al corazón se aproxima al mundo animal, a la falta de control, mientras que quien hace caso a la razón se acerca a las reflexiones más elevadas. ¿Y si no fuesen, así las cosas, si fuese verdad exactamente lo contrario? ¿Y si ese exceso de razón fuese lo que deja desnutrida a la vida?”.
Solo nos resta recomendar a la autora italiana y su obra, cuyo placer estético y espiritual está garantizado.
* Docente Universitario UM – UNCuyo