Opinión
Siete días de política

La parálisis del gobierno puso al PJ en estado deliberativo

El mes de ausencia de la presidenta intranquilizó a dirigentes que se ven a la deriva, con una crisis cambiaria en puerta y un panorama electoral de completa incertidumbre para 2015

Un mes con la presidenta Cristina Fernández fuera del gobierno puso al peronismo en estado deliberativo. Primero hablaron los jefes territoriales ganadores -Miguel Pichetto, Jorge Capitanich, Sergio Urribarri- pero en los últimos días lo hicieron los perdedores, por ejemplo Mario Ishii, y hasta quienes no representan a nadie más que a ellos mismos como el camporista Mariano Recalde.

La inquietud es generalizada, porque el gobierno no sólo parece sin rumbo, sino que durante el último mes estuvo parado. Ishii, un ex nestorista, lo dijo con todas las letras: "la inacción es peor que la acción". Si bien la máxima es opinable, lo que no lo pareció tanto fue el pedido de que el peronismo "se abra", vale decir, que incluya a Sergio Massa, el gran triunfador de las legislativas de hace apenas 15 días.

Ishii hizo también críticas a miembros del gabinete, pero los ministros son en realidad títeres de Cristina, que es la única que decide.

El reclamo del intendente de José C. Paz responde a una lógica de hierro: el poder político debe ser conservado a cualquier precio. Esto quiere decir, aliándose con el que se presume ganador; el tiempo de Cristina ya pasó.

Los intendentes profesan una sola fe política: la preservación del "statu quo" y, si deben saltar el cerco y aliarse con Massa, lo hacen. Ishii pretende, asimismo, disputarle la candidatura a gobernador a su colega de La Matanza, Fernando Spinoza, y está calentando la interna.

En el oficialismo hablaron además los que quieren ser candidatos a la presidencia. Uno de ellos, Jorge Capitanich, se autopropone para ser el presidente del PJ, disputándole la candidatura a Daniel Scioli. Se suponía que contaba con el apoyo de la presidenta y que sería incorporado al gabinete, pero ya avisó que no contaran con él para esa desgastante tarea. En pocas palabras, muestra toda la intención de desprenderse del control presidencial.

La dispersión es tanta que hasta el camporista Recalde terció en el debate. Dijo anteayer que su sector no tenía candidatos propios y que "confiaba" en el juicio de la presidenta para elegirlo. En síntesis, tampoco los incondicionales saben qué ocurrirá ni a quién terminarán apoyando.

Hay, por añadidura, un sector instalado en la Casa de Gobierno que no se resignó a quedarse de brazos caídos mientras la presidenta estaba convaleciente. Hizo circular la voz que jugaría con Urribarri y delizó que aspira a volver con Cristina en 2019. Como el cristinismo no tiene futuro, al menos inmediato, pretenden instalar una fantasía para amortiguar la pérdida progresiva de poder.

A lo que hay que sumar que tampoco tienen demasiada chance si van a una interna abierta contra Scioli. Si faltara algún otro dato para ratificar que la consigna más oida entre peronistas por estas horas es "a los botes", agrupaciones ultra "K" como la Evita y otros incondicionales como el intendente de Quilmes buscan refugio en el devaluado PJ bonaerense.

Por su parte Scioli apuesta por un lado a la estructura, consolidando al intendente de La Matanza en la conducción del partido, y por otro, a reformular su gabinete, abriéndolo a figuras no peronistas. En este último aspecto reproduce la conducta de Massa, porque el peronismo difícilmente sea una marca ganadora en 2015, según la mayoría de los analistas. Y esto es sí por razones tanto económicas como de estrategia electoral.

La economía sigue dando señales preocupantes de agotamiento. Para la crisis del dólar hay sólo medidas de emergencia, como la de obligar a las cerealeras a liquidar divisas, pero el problema de fondo sigue intacto. Es el atraso cambiario, producto a su vez del monumental déficit fiscal que se financia envileciendo el peso.

El jueves el presidente interino aprobó por decreto un aumento del gasto de unos 9 mil millones de dólares. El desajuste se financia con emisión y ya quedan pocas maneras de obturar la fuga hacia el dólar. El "relato" oficial es "No devaluaremos, no ajustaremos", pero la realidad demuestra todos los días que su debilidad es creciente.

En ese marco adverso y con el peronismo dividido, los dirigentes de mayor peso ven un escenario para el 2015 parecido al de 2003: varios candidatos parejos y alta posibilidad de balotaje. Por razones conocidas ese no es una circunstancia favorable al peronismo. Cualquier candidato opositor ÑMacri, Cobos, BinnerÑ podría polarizar en su favor el voto no peronista y dar la sorpresa.