Ciencia y Salud

La nueva medicina en un mundo de nuevas normalidades

Un libro que se considera una de las "biblias" en medicina es el tratado de Medicina interna de Harrison (Harrison Principles of internal Medicine, Mac Graw Hill). En realidad, estos tratados como "el Kaplan" en psiquiatría, "Adams" en neurología, y otros, son obras que han comenzado hace décadas y con nuevos editores, se van nutriendo de los más prestigiosos médicos que continúan la labor tanto como docentes, clínicos e investigadores, cada uno en área de su subespecialidad.
En su última edición (21 ed. 2022), el capítulo introductorio traza un panorama de la medicina actual (muy impresionante es ver los avances y cambios en el curso de los años para quienes leímos y estudiamos del mismo hace décadas, las ediciones 13 y 14), en la cual los aspectos sociales, informáticos, culturales, la sociedad globalizada, etc. aparecen en el espectro de información para el futuro médico. Una sección dentro de ese capítulo lleva por título "El médico como estudiante perpetuo", señalando lo que todos sabemos y es que nuestro saber se renueva a velocidad creciente y quien no esté actualizado puede quedar practicando otro oficio, pero quizás ya no sea medicina.
La visión en conjunto a la que invita este primer gran capítulo del tratado, permite si nos detenemos a reflexionar de manera adecuada, sobre todos los ítems, algunos señalados pero otros no, en qué consiste la medicina hoy y especialmente qué es aquello que consideramos salud.
La pertinencia de esta pregunta es quizás más importante que nunca, toda vez que no solo las sociedades cambian de manera vertiginosa y así sus retos y demandas para el médico, sino que el impacto histórico en sus consecuencias, de la epidemia de SARS-2, planteó nuevos paradigmas. A ese cambio de paradigma hay que asociar uno no menor y es que este no vino desde la ciencia, sino en nombre de ella pero de lugares políticos y económicos principalmente y difundidos por los medios, con metodologías propias a ellos y no por descubrimientos y publicaciones científicas contrastadas que los comunicaban, como es la tradición, sino por procedimientos de "excepción o emergencia". La vía dejó de ser la ciencia contrastada para ser el comunicado, la resolución, en definitiva el dogma.
Hasta hace cierto tiempo, en función de lo delicado del tema, ya que no se trataba de un producto de consumo, los laboratorios tenían prohibido hacer publicidad en medios, pero hoy en Estados Unidos por ejemplo en las principales cadenas son los principales auspiciantes, en particular uno que registró ganancias récord y que reinvierte en auspicios. Al mismo tiempo, en la medida que lo que se emite en medios tiene para muchos presunción de certeza, con lo que la idea de la ciencia desaparece para dar paso al dogma o a la propaganda, se instala la figura del experto, que indefectiblemente confirmará el mismo mensaje. Hay interesantes videos de éstos diciendo lo mismo, al punto de usar la misma sintaxis y, desde ya, el contenido. No importan publicaciones científicas en sentido contrario.
Este fenómeno que vimos emerger en el tema Pandemia/CoVid y todos los nombres que se ha querido dar, va mucho más allá y es ni más ni menos replantear no solo el modelo de la medicina sino replantear qué es salud, y por supuesto qué es gozar de buena salud. Es la era de la deconstrucción y todo debe ser desarmado (quizás destruido) para que emerja la nueva y superadora construcción. 
La comparación con las estructuras totalitarias y el "nuevo hombre" se han repetido en la historia. En otros términos, esa deconstrucción de la salud es, por ejemplo, replantear la curva de Gauss relativa a la frecuencia de una variable y a una palabra que causa escozor, la "normalidad" de la misma. El concepto de "nueva normalidad", no es casual, sino que implica un cambio de paradigma en todo, dentro de lo cual está nuestra propia salud. La idea que se insistió era ligada a teorías conspirativas hoy ha quedado resumida en una broma cruel: "¿Qué es una idea/teoría conspirativa? La verdad de mañana". Mientras escribo esta nota, alguien por redes sociales critica un posteo citando un artículo en Lancet, la prestigiosa publicación científica, diciendo que no debo esparcir teorías conspirativas sin evidencia científica, apoyándome en "rumores" de redes sociales. En el mundo nuevo, en la nueva normalidad, los mecanismos psicológicos que antes considerábamos característicos de ciertas estructuras de personalidad, como la proyección y la negación, ahora son "la nueva normalidad" psicológica.
Así, de manera constante y persistente los "criterios de normalidad", base de la posibilidad de comprender el padecimiento o la presunción de un síndrome por ejemplo, se han ido relativizando en función de esa normalidad. Lo interesante es que este relativismo no es ingenuo. Hubo médicos que "descubrieron" la anosmia, pero en su descubrimiento aseveraron era un indicador certero de CoVid. Los otorrino y los neurólogos podrían contar varias otras causas. O la temperatura tomada a distancia, sin importar las condiciones ambientales, sin correlato con otro síntoma, podía indicar lo mismo. Para ese cambio de paradigma había que replantear los criterios de diagnóstico, así por ejemplo a falta de prueba contraria aun la ausencia de síntomas, de una larga y difusa lista, era "LA" enfermedad hasta se demostrara lo contrario, cambiando las reglas de juego. Esto es como si para la justicia todos fuesen culpables hasta demostrar firmemente y de manera inapelable lo contrario. Digamos al pasar que en este ámbito, el de la justicia, algo de esto ya está ocurriendo en el mundo.
Al mismo tiempo, este cambio en conceptos normales que son reemplazados por unos "nuevos" conceptos o valores normales, dejan a los anteriores en la "anormalidad". Este juego de palabras lleva indefectiblemente a la confusión en todos profesionales y no profesionales de la salud. 
La actualización constante, el estudiante perpetuo, se enfrenta sin embargo con un reto que no deja de ser estimulante, no ceder a la moda vigente del momento y a la vez no quedarse aferrado a conceptos que pueden estar superados o con miradas e información que modifica completamente su concepto previo. Así aprendimos hace muchos años sobre la neuro plasticidad, pero un infarto cerebral intraparenquimatoso, sigue necesitando un clínico avezado, con la experiencia y el arte tradicional y a la vez actualizado.
La información sin embargo es caótica por momentos y fragmentada al extremo, y reproduce perfectamente la historia del zigurat (Torre) de Babel, donde todos hablan diferentes lenguas.
Iremos avanzado en algunos temas en los que las trasformaciones radicales pueden ser simplemente oponerse a lo anterior, con las consecuencias imaginables, o inclusive como a veces se comenta, "cambié completamente: di un giro de 360 grados".
Nos vemos hablando de imagen corporal y nuevos modelos.