Política
El escenario electoral

La necesidad de un cambio imperioso

Por Roberto Chiti

Con la campaña lanzada y un contexto de hartazgo generalizado, la única expectativa de torcer el rumbo está dada por la confirmación de alternativas de centroderecha.

Las próximas legislativas serán las vigésimas elecciones ininterrumpidas desde 1983 para definir la composición del Congreso. El indudable logro de haber mantenido la continuidad democrática durante casi 38 años (hecho significativo si se consideran las sistemáticas rupturas institucionales que caracterizaron gran parte del siglo 20) contrasta con un estado de situación del país que ha ido en constante involución. En casi todos los órdenes, el declive de la Argentina ha sido estrepitoso desde el regreso de la democracia. 

 

La evidencia es concluyente. Un nivel de pobreza que pasó de estar en torno al 12% a mediados de los 80, a estimarse en el 45% para 2021 (con agravantes como un componente estructural cada vez mayor, con un porcentaje de pobreza infantil del 63%). Y una clase media que se redujo a la mitad (del 70% al 35% aproximadamente) en el citado período. ­

El empeoramiento generalizado en indicadores estructurales -a contramano de la tendencia del resto de países de la región- sólo pudo consolidarse por la complacencia de la sociedad con una dirigencia política que promovió de manera sistemática la cultura asistencialista en vez del trabajo (los planes sociales pasaron de 700.000 en 1984 a 22.000.000 en 2021). La misma dirigencia que hizo defeccionar al Estado en muchas de sus prerrogativas básicas, al legitimar -y en algunos casos hasta promover- situaciones propias de Estados fallidos. Basta al respecto considerar un fenómeno como el piqueterismo, que sólo en los últimos 12 años registró más de 63.000 cortes en las vías públicas del país.

Con diferentes grados de responsabilidad (el peronismo gobernó 26 años, el radicalismo 8 y el PRO 4), y evidentes diferencias de forma y de fondo (no es lo mismo la impericia e incapacidad que mostraron los gobiernos de Fernando de la Rúa o Mauricio Macri, por ejemplo, que la impericia e incapacidad sumadas a corrupción estructural, promoción del delito y populismo autoritario propios del kirchnerismo en todas sus etapas, incluida la actual), la clase política toda hizo su aporte al continuo proceso de decadencia. 

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REALIDAD REDUCIDA­

­Sin embargo, como ocurre ante cada instancia electoral en los últimos años, el negocio planteado desde los dos sectores mayoritarios de la política argentina es reducir la realidad a un escenario de bipolaridad, en base a clivajes como kirchnerismo-antikirchnerismo, o populismo versus república. Votar por fuera de esos ejes es "hacerle el juego al neoliberalismo", o ser "funcional al proyecto chavista". 

Lo cierto es que estas dicotomías, si bien es incuestionable que reflejan el pensamiento político-ideológico de amplios sectores de la sociedad, no expresan de manera fiel la dinámica política que ha caracterizado el accionar de las dos principales fuerzas. A tal punto es así, que en los últimos dos años abundan los casos de leyes votadas en conjunto por Frente de Todos y Juntos por el Cambio: desde la ley de alquileres, ley de góndolas, ley de teletrabajo, ley ambiental y ley de cupo trans, hasta la reciente postergación de las PASO. Más allá de la valoración sobre cada una de esas iniciativas, la sintonía en temas de alta relevancia no pareció dar cuenta de modelos antagónicos como los declamados entre oficialismo y oposición.­

Tampoco pareció estar "en juego la República'' cuando numerosos representantes de Juntos por el Cambio fueron determinantes con su voto para la inconstitucional legalización del aborto irrestricto y gratuito, proyecto insignia de Alberto Fernández para el que el mandatario no dudó en extorsionar y comprar públicamente a legisladores propios para torcerles la voluntad. ­

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EL HILO CONDUCTOR­

­En los hechos, hay un evidente hilo conductor común los últimos años: lineamientos políticos basados en seguir aumentando los impuestos y el tamaño del Estado, cada vez más asistencialismo, y una alta dosis de corrección política para contentar a minorías intensas (con la agenda de género como punta de lanza). Todo combinado con eslóganes electorales vacíos (Juntos, Todos, Vamos, etc.). ­

Así, desde un enfoque ideológico, también carece de sustento el proclamado antagonismo. La Argentina de los últimos años oscila entre la izquierda populista kirchnerista y la centro izquierda más moderada de JxC. Y aunque esto suene contradictorio con algunas políticas puntuales del anterior gobierno -como el respaldo a fuerzas de seguridad-, la tendencia general descripta en los párrafos precedentes sitúa al principal frente de oposición muy lejos de una centro derecha. Esto, por otro lado, fue corroborado de forma explícita por sus principales exponentes: Horacio Rodríguez Larreta incorporó a su frente al Partido Socialista y al GEN, y en su momento el ex jefe de gabinete, Marcos Peña, no dudó en afirmar que Cambiemos era ``socialista y popular''.

Ciertamente, la presencia de Cristina Kirchner en el poder alimenta -con razón- los peores fantasmas, y evitar que prospere su proyecto hegemónico y de impunidad es de interés vital. Pero justamente a tal efecto, ante una elección legislativa como la próxima, lo que resulta estratégico es que el escenario político argentino empiece a mostrar alternativas consistentes, que reflejen opciones que se opongan al kirchnerismo, y que se diferencien de quienes generaron las condiciones -producto de políticas erradas- para que el kirchnerismo regrese.­

En este sentido, la confirmación en el reciente cierre de listas de opciones que plantean, desde posiciones de centro derecha liberal y conservadora, cambios de fondo a las ya mencionadas políticas que vienen llevando al país a la debacle, resulta auspiciosa. Es cierto que algunas de estas listas parecen haber sido dispuestas con evidente picardía por los frentes mayoritarios para sacar rédito en las PASO, como el caso de Republicanos Unidos dentro de JxC en CABA.­

Pero la aparición de propuestas independientes de decidido perfil crítico, como La Libertad Avanza de Javier Milei, parecen evidenciar un nuevo clima de época centrado en la impugnación al status quo. Alternativas que, en caso de un resultado electoral significativo, podrían contribuir a modificar los ejes de la discusión política desde el Congreso y, eventualmente, reconfigurar el escenario político partidario de cara a 2023. Condiciones mínimas, pero imprescindibles, para que Argentina tenga alguna posibilidad de empezar a revertir una espiral de decadencia que, a hoy, parece no tener retorno.­