El mundo
EUROPA EN GUERRA: DIA 1340

La ilusión de la paz

Donald Trump presiona para que se congele la guerra en Ucrania en los frentes actuales, una vía considerada peligrosa por expertos militares, analistas de seguridad y Rusia.

"Creemos que deberían detenerse en las líneas donde están, en la línea de batalla", explicó Trump a los periodistas. Su cálculo es simple: el 78% del Donbás ya está bajo control ruso. Su mensaje a las partes en conflicto es claro: "Váyanse a casa, detengan la lucha, detengan la matanza".

Tras su llamada telefónica con Vladimir Putin la semana pasada, Trump aumentó la presión sobre el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky. Su reunión en la Casa Blanca, según se informa, terminó en acaloradas discusiones. Y ahora, aquí está la propuesta, que presumiblemente no sentó bien en Kiev. Trump también rechazó el envío de misiles Tomahawk a Ucrania.

LA NIEBLA DE LA GUERRA

La realidad en el campo de batalla sigue marcando el ritmo más allá de los efectos mediáticos de la Niebla de la guerra 2.0.

"Desastre ruso en Pokrovsk". Hace unos días, estos eran los titulares de los periódicos atlantistas. Mentira y niebla 2.0. Sin embargo, en las últimas horas, ha llegado la noticia: las tropas rusas han llegado al centro de la ciudad y también controlan la estación de tren de la que, hace apenas unas semanas, aún salían convoyes. Es un hecho que la prensa occidental rara vez acierta y, además, también trae mala suerte a los ucranianos.

Es una pena, porque un entorno informativo diferente nos habría permitido comprender por qué, mientras la ayuda militar global a Ucrania en el segundo semestre de 2025 se redujo un 57% y la ayuda europea un 40% en comparación con el primer semestre del año, el presidente Zelenski pedía con tanta insistencia a Donald Trump misiles Tomahawk. Y también por qué, al no conseguirlos, expresó inmediatamente su disposición a negociar e incluso a celebrar una cumbre trilateral en Budapest con Trump y Vladímir Putin.

Pokrovsk lleva más de un año siendo una picadora de tropas. Y no es seguro que los defensores ucranianos tengan intención de retirarse mañana de las partes restantes de la ciudad que aún controlan. Sin duda, el último bastión ucraniano que se interpone entre el ejército ruso y la conquista de toda la región de Donetsk (Luhansk ya está 100 % bajo control ruso) se está desmoronando. Y de allí a Kramatorsk, la otra gran ciudad de la región que aún está en manos ucranianas, aunque no tan bien fortificada como Pokrovsk, hay solo 80 kilómetros.

Kiev perdería las posiciones defensivas que ha construido durante años y daría a Rusia vía libre hacia el oeste. Por otra parte, nadie cree que Rusia abandone el territorio que ya ha conquistado.

«Rusia querrá mantener los territorios ocupados al sur del río Dniéper para asegurar y conectar la península de Crimea con la Federación Rusa» nos dice el experto austriaco M. Reisner, y posteriormente agrega: el enfoque fundamental de Trump no ha cambiado: «Quiere salir de esta guerra. Y no le importa lo que Ucrania tenga que ceder para lograrlo».

La importancia estratégica del Donbás es innegable. La región constituye la columna vertebral de la defensa de Ucrania y controla importantes centros industriales y rutas de transporte. Analistas de seguridad estadounidenses del Instituto para el Estudio de la Guerra identifican la estrategia de Moscú y coinciden con Reisner.

Cuando hablamos de un "bastión", no nos referimos a una sola ciudad, sino a lo que el Instituto Americano para el Estudio de la Guerra denomina el "cinturón de fortalezas", un tramo de cincuenta kilómetros que va desde Kramatorsk hasta Slovyansk, Kostyantynivka y Pokrovsk.

Los ucranianos comenzaron a fortificar la zona ya en 2014, durante el mandato del presidente Petro Poroshenko. Recibieron apoyo de los países de la OTAN desde esa fecha, invirtiendo fuertemente durante años y utilizando Pokrovsk y Kostyantynivka como puestos militares, mientras que reservaban Slaviansk y Kramatorsk para funciones de retaguardia y abastecimiento.

Las dificultades de las milicias prorrusas del Donbás, y posteriormente del ejército ruso en 2022, en capturar las ciudades demuestra la gran eficacia del esfuerzo defensivo con una gran preparación territorial. El cinturón de la fortaleza, a su vez, contaba como puestos avanzados una serie de ciudades más o menos grandes que, con su resistencia, frenaron significativamente el avance ruso. Estas eran Myrnograd, Siversk, Kupyansk, Lyman, Volchansk, Dobropillya, Torezk, entre otras.

Los rusos tuvieron que acercarse a ellas una a una y luchar con tenacidad para cortarles las rutas de suministro y comunicación, y luego bombardearlas con gran intensidad para debilitar las guarniciones y establecerse en al menos una parte del tejido urbano para impedirles contraatacar. Fue una tarea laboriosa, constante y paciente que se tradujo en significativas pérdidas, sólo parcialmente mitigadas por la furia y precisión de los bombardeos.

PUNTO DE INFLEXION

El punto de inflexión estratégico llegó en 2023.

La derrota de Ucrania fue su incapacidad para evitar que la guerra de movimiento se convirtiera en una guerra de desgaste, lo que obviamente, con el tiempo (y recordemos las dificultades para obtener ayuda militar internacional mencionadas anteriormente), inclinó la balanza a favor de Rusia.

En concreto, entre las operaciones recientes, un hito clave para los rusos fue la captura de Chasiv Yar el pasado julio, un punto elevado (el único en la zona) desde el que podían coordinar mejor el fuego de artillería y los ataques aéreos.

Dónde estamos parados hoy. El año 2025, se presentó como “La ilusión de paz”.

Con la investidura de Trump y la estabilización del frente, el conflicto entró en una fase de "tregua no declarada". Europa parece dividida y debilitada, Rusia consolidó el control de los territorios ocupados y Ucrania se enfrenta a crisis internas y un declive económico.

El alto el fuego de facto se presentó como un éxito diplomático, pero en realidad representa la normalización de un conflicto no resuelto.

El agotamiento del conflicto permite vislumbrar que hay dirigentes políticos, militares, empresarios y religiosos que tienen bien claro que seguir la guerra es una locura y va en contra de los intereses de Estados Unidos.

Estos dirigentes, saben que Ucrania está históricamente en la esfera de influencia de Rusia -como Venezuela lo está en la de EEUU- y que la mejor solución a este embrollo sería que Ucrania volviera a su condición anterior de frontera inofensiva entre Rusia y Europa Occidental -como lo había sido desde 1945-, dedicándose a su modesto negocio del cultivo de trigo para la exportación.

Se escuchan voces que dicen: “No necesitamos que Ucrania sea el problema de nadie, a pesar de los insanos anhelos de los neoconservadores, los fabricantes de armas y los imprudentes globalistas de la UE, de convertirla en un problema de todos.”

El problema es como salir de esta guerra. ¿Cómo distanciarse de esta propuesta perdedora y salir mostrando a las potencias occidentales como ganadores, evitando que Europa se convierta en un cenicero latente, deteniendo el flujo de dinero de los contribuyentes estadounidenses y armas fabricadas en Estados Unidos hacia este agujero negro, y forjando relaciones amistosas con una Rusia que está a décadas de ser un enemigo ideológico? Los intereses de Estados Unidos y Rusia están geopolíticamente alineados, aunque nadie en el escenario esté dispuesto a admitirlo.

Pero el sabotaje europeo es muy evidente: Zelensky anunció que, antes de la cumbre de Budapest, viajaría a Londres para reunirse con la "coalición de los dispuestos", que presiona para que continúe el conflicto. Además, en una entrevista, declaró que Trump no puede tratar el conflicto ucraniano como el de Gaza; es decir, no puede imponer un alto el fuego.

¿HAY CUMBRE?

Hubo intentos de los partidarios de la guerra que quisieron socavar la Cumbre de Budapest con una operación de guerra cognitiva. Por más de cinco horas, la maquinaria picadora de cerebro mediática propagó como si fuese un hecho consumado la cancelación de la cumbre entre los mandatarios ruso-estadounidenses proyectada para efectuarse en la ciudad de Budapest lo que llevó a que muchos informadores y analistas elucubren -sin constatar la veracidad de la info y sin proceder “prudentemente”, sobre el porqué de la supuesta anulación de la reunión entre Trump y Putin.

Así durante es martes 21 de octubre, los referidos hombres y mujeres de la comunicación y el análisis internacionales discurrieron sobre algo que, realmente, no había sucedido porque la conferencia de alto poder de Budapest no se había cancelado (ni pospuesto). Todo formaba parte no de una “ola de rumores”, sino de una operación de sabotaje informativo tendiente a obstaculizar e impedir que el encuentro esperado efectivamente se lleve a cabo porque del mismo saldrán efectos decisivos para varios escenarios, incluyendo el bélico ucraniano.

Así las cosas, los dos presidentes se dirigen a Budapest (por lo menos eso hasta el cierre de la nota), donde -si los espías de la Eurozona no intentan liquidarlos allí- podrían llegar al acuerdo necesario de que la guerra terminará porque Estados Unidos ya no la apoya, ni siquiera fingiendo apoyarla. El presidente húngaro, Viktor Orbán, a quien Trump y Putin respetan, estará presente para brindar apoyo moral.