Si el programa económico de La Libertad Avanza finalmente tiene éxito, -donde éxito implica el crecimiento de la economía, la desinflación, la baja de la pobreza y la mejora del empleo en cantidad y calidad- habremos asistido pues a la parición de un nuevo modelo. Habrá nacido la lógica de mercado en la Argentina. El problema es la transición.
Para ir de un sistema económico con prevalencia de políticas públicas, donde el Estado marca la cancha y diseña las estrategias a seguir, a un esquema donde predomina la dinámica de la oferta y la demanda hay que transitar por un puente frágil que cuelga sobre un abismo. Algunos llegarán hasta la otra orilla, otros pisarán las tablas podridas y caerán al vacío. Para esos no habrá retorno.
Hace muchos años el economista austríaco Joseph Alois Schumpeter (1883-1950) acuñó la idea de “destrucción creativa”. Especializado en el estudio sobre los ciclos de la economía y el rol clave del empresariado, puso especial énfasis en los procesos de innovación que determinan el aumento y la disminución de la prosperidad.
Fue allí que popularizó el concepto del "viento perenne de destrucción creadora" que describe el "proceso de mutación industrial que incesantemente revoluciona la estructura económica desde adentro, destruyendo incesantemente la antigua, creando incesantemente una nueva". Esta idea, en términos de modelos, podría aplicarse tal vez a lo que hoy vive la Argentina.
El ventarrón libertario, de alta intensidad y duración incierta, vino para poner patas para arriba el funcionamiento de la economía. Extrajo del manual liberal la idea de que allí adonde el sector privado puede cumplir una función no hace falta que esté presente el Estado. Todo transcurre entonces en el eje de la oferta y la demanda.
Hace un año y medio que el gobierno de Javier Milei se empeña en destruir la vieja mentalidad estatista para construir una nueva realidad de mercado. Recorta, cercena y destruye a una velocidad inusitada. Construye, en cambio, ladrillo sobre ladrillo nuevas formas que tardarán en cuajar en la sociedad argentina. La fase creativa lleva más tiempo. Hay un trecho por recorrer en esto de ir desde una economía burocrática y controlada a otra abierta y dinámica. El problema es la transición.
IDAS Y VUELTAS
Si bien el rumbo de la economía parece estar fijado y no surgen dudas al respecto desde el puesto de mando, el derrotero no está exento de ciertas contramarchas. Los números de la Actividad Económica muestran un impensado vigor luego de sellar un crecimiento interanual del 7,7% en el mes de abril. Sin embargo, el motor no fue el sector productivo –generador de empleo y dinamizador del sistema- sino el rubro Intermediación Financiera, que avanzó 28,4%.
“El dato de abril muestra que la tendencia de recuperación de la economía continúa. La caída que se había observado en marzo fue claramente un dato transitorio, que respondió a la incertidumbre que se había generado en la previa del acuerdo con el FMI en las que se dudaba sobre cuál sería el futuro del esquema monetario-cambiario –asegura Eugenio Mari, economista jefe de la Fundación Libertad y Progreso-. Con esto, el PBI se encamina a crecer este año en torno al 5,5%, en simultáneo con una reducción de la inflación”.
Pero no todo es tan lineal. Se verifican idas y vueltas en esto de poner de nuevo en pie al país, esta vez bajo una lógica por completo liberal. Por lo pronto, el Índice General de Actividad (IGA) que mide la consultora de Orlando Ferreres y Asociados indica que la economía creció 4,6% en mayo, en la comparación contra un 2024 deprimido, aunque muestra una leve desaceleración del 0,2% contra el mes de abril.
Según el documento de OJF, nuevamente manda Intermediación Financiera (18,8%), escoltado por Comercio (8,2%) y Construcción (6,3%). “Pensando en los meses siguientes esperamos que el nivel de actividad crezca, pero surgen algunas dudas sobre la magnitud de la expansión económica que cabe esperar -sostiene Ferrres-. Entre los principales riesgos vemos una recuperación menor a la esperada de los ingresos de las familias y un régimen cambiario que resulta perjudicial a algunos sectores orientados al mercado interno”.
Que la estimación de crecimiento económico, incertidumbre mediante, esté sostenida en parte por el avance de rubros como el comercio y la construcción –sería inversión privada ya que el Gobierno canceló la obra pública- hablaría quizás de una tibia recuperación en el salario y la capacidad de compra de, al menos, cierta franja social. Claro que el entramado laboral es diverso y variopinto, desde el empleo formal bien remunerado, pasando por el trabajo precario bajo el modo Monotributo, hasta la actividad no registrada.
El Instituto Argentino de Análisis Fiscal, encabezado por el economista Nadin Argañaraz, reveló que en abril los salarios registrados crecieron menos que la inflación. Los del sector privado subieron 2,5% contra una inflación del 2,8%, mientras que los del sector público subieron 2,3%. “En términos interanuales, la inflación fue del 47,3%. Si se considera la variación interanual real de los salarios, se aprecia una suba del sector público del 7,7% y una del sector privado registrado del 9,3%”.
El documento agrega: “Concretamente, el salario privado formal real se mantuvo en un nivel relativo de un 1% abajo y el público siguió en un nivel un 15% inferior. La baja de la tasa de inflación es una condición necesaria para que los salarios reales puedan iniciar un camino de crecimiento real. De mantenerse durante el resto del año, los valores reales de abril, el salario real privado formal del año puede terminar un 5% arriba de 2024 y el público un 3,5%. El mayor desafío pasa para el año 2026”.
¿Alcanzan estos números para que se reactive el consumo interno? La pregunta encuentra una respuesta en el último informe del Eseade (Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas), con la rúbrica del economista Iván Cachanosky. “Debemos tener en cuenta que están ocurriendo por lo menos dos fenómenos en este momento. Uno es el cambio de hábitos de consumo que menciona el gobierno. Parte de la explicación es que con una macroeconomía más ordenada y mejor perspectivas a futuro, el consumo vira hacia cuestiones de largo plazo en lugar del corto”, argumenta.
Y añade: “Sin embargo, también debemos tener en cuenta el efecto del Ingreso Disponible. Es decir, también se están sincerando tarifas y eso afecta el bolsillo del consumidor. Esto ocurre porque tanto las cuentas como los alimentos básicos es lo primero en que se gasta el salario. Dado que las tarifas van sincerándose (y eso es bueno), va restringiendo la capacidad de consumo de las personas. Con el nuevo esquema macroeconómico muchas personas aprovecharon para realizar compras que antes eran difíciles y eso llevo al consumo a niveles máximos nuevamente. Pero esto no quiere decir que las personas tengan más aire con su salario”.
Cachanosky agrega un dato clave para entender la evolución del consumo: “Lo que hay que tener en cuenta es que en el consumo privado no sólo están las ventas de supermercados y mayoristas (que sí están en niveles bajos en comparación a 2023), sino que también incluye las ventas de autos y motos, que crecen a alta velocidad producto del crecimiento de los préstamos prendarios”.
ALTA TENSION
El diseño de una Argentina económicamente liberal se da al calor de debates y tensiones. Los gobernadores hace rato ya que le reclaman a la Nación los fondos necesarios para continuar con la suspendida obra pública, parte de ella destinada también a la logística necesaria para el sector productivo.
En la última semana los mandatarios fueron un poco más allá: se reunieron con el secretario de Hacienda, Carlos Guberman, para solicitar se haga efectivo el pago de los Adelantos del Tesoro Nacional, que la Casa Rosada no gira a las provincias. La cosa escaló al punto de que el ministro de Economía de Santa Fe, Pablo Olivares, sugirió que el superávit fiscal del que tanto se enorgullecen Caputo y Milei es “trucho”.
“Los ATN son recursos que vienen de la masa coparticipable y tienen como destino a las provincias. Cuando un estado nacional recauda ATN y no distribuye, lo que está contabilizando es un superávit por el retraso del envío a la provincias, por lo tanto está generando un superávit con plata de las provincias”, sentenció.
En materia de fondos, el horno no está para bollos. El Banco Central lejos está de recomponer el nivel de las reservas internacionales y, aunque parece ser un tema que lo tiene sin cuidado, el Gobierno no alcanzaría la meta pautada con el Fondo Monetario Internacional. El golpe mayor, en un escenario de escasez de divisas, lo dio la jueza Loretta Preska, magistrada de la Corte del Distrito Sur de Nueva York, quien confirmó que el Estado debe pagar u$s 16.000 millones por el juicio producto de la estatización de YPF durante la gestión kirchnerista. La peor noticia, en el peor momento.
Y cuando la situación menos lo amerita suele aparecer Domingo Cavallo –otrora “el mejor ministro de Economía de la historia”, en palabras de Milei-, como un tío pesado en un cumpleaños, para decir aquello que nadie quiere escuchar: “Ojo que el tipo de cambio está retrasado. Hay que abrir el cepo”.