POR JULIO C. BORDA *
En un pequeño pueblo irlandés llamado Foxford, perteneciente al condado de Mayo, provincia de Connaught, Irlanda, nació Guillermo Brown, el almirante más importante que haya surcado el mar argentino.
Su nacimiento se produjo el 22 de junio de 1777 en medio de un ambiente tenso y violento que ya venía desde varios años atrás, pues la resistencia de los habitantes de esa localidad contra el sometimiento que quería imponer Inglaterra a Irlanda, desembocó en un río de sangre que fue difícil de controlar y que suscitó en los irlandeses un resentimiento y rechazo hacia los ingleses que se prolongó durante siglos.
APETENCIA INGLESA
La apetencia inglesa por Irlanda nunca decreció; los conflictos entre ambos se sucedieron a lo largo de siglos pero la superioridad militar de los ingleses fue decisiva para que Irlanda finalmente sucumbiera.
Pero el pueblo irlandés no se dejó humillar mansamente, sino que resistió con todas las fuerzas a su alcance; la tozudez y el arrojo de esos hombres fueron factores fundamentales para que la resistencia fuera tenaz.
La fe los mantenía vivos, nadie iba a renegar de ella pues esa fe era el soporte que los sostenía para pelear contra un enemigo altamente poderoso. Y una de las provincias irlandesas que se distinguió por su perseverancia y por su lucha contra Inglaterra fue justamente Connaught, lugar donde se encontraba la localidad de Foxford.
Bien apunta León Gianello -un destacado biógrafo de Brown- que en aquellos pantanos de Connaught, los guerreros celtas lucharon con indomable coraje contra los ejércitos de Cronwell hasta que, enormemente superados en armamento y en número, sucumbieron en combates heroicos por su fe y por su libertad. Desde aquella invasión del ejército parlamentario, habrá en la isla un profundo sedimento de rencor hacia los ingleses como natural consecuencia de la despiadada represión por éstos, realizada para “pacificar” Irlanda.
FANATISMO RELIGIOSO
Oliverio Cronwell fue el gran responsable de las masacres ocurridas tanto en la localidad de Drogheda como en Wexford, situadas al norte y al sur de Irlanda. Su fanatismo religioso lo llevó a realizar actos de una crueldad tal que hasta sus propios soldados se horrorizaban. Su persecución a los católicos fue de una perversidad bestial.
A pesar de que había comenzado mucho antes, es en 1641 que el martirio de Irlanda se acrecienta pues en ese año los irlandeses deciden levantarse contra los ingleses con el fin de recuperar las tierras usurpadas por éstos, lo que finalmente lograron luego de dar muerte a muchos de los usurpadores.
La rebelión de los irlandeses contra las arbitrariedades de loa ingleses fue incontenible prolongándose hasta desde 1641 hasta 1649, en que hace su aparición Oliverio Cronwell, ordenando matar de la forma más brutal a todo el que se interpusiera en su camino.
El propósito que se había trazado el poderoso inglés fue sembrar el terror en todo el territorio irlandés; para eso se había propuesto aplastar sin contemplación alguna los focos rebeldes.
Para evaluar el grado de frialdad de este hombre sanguinario, cuenta el gran historiador inglés Hilaire Belloc, que en Drogheda fueron asesinadas alrededor de tres mil personas, entre hombres, mujeres y niños. Pero la ferocidad de este hombre enfermo de odio no termina allí, pues cuando se dirige a Wexford ordena otra matanza más grave aún que la cometida en Drogheda, ya que se produjo luego de la rendición de los irlandeses en la creencia de éstos en que se les iba a respetar sus vidas, conforme a la palabra dada por el inglés.
A pesar de todo Irlanda siguió apegada a su religión, a sus principios y a sus tradiciones y siguió luchando a brazo partido contra un enemigo sin duda superior.
ESPELUZNANTE MARTIRIO
Un historiador inglés describe con crudeza el espeluznante martirio padecido por el bravo pueblo irlandés durante los años en que Cronwell fue amo y señor de Inglaterra.
Cronwell -señala Lambert Gerber- asaltó Drogheda y Wexford que nadaron en sangre, y cometiendo crueldades sin par, obligó al país a sometérsele al cabo de un año.Cómo procedió el vencedor lo explica él mismo después de la conquista de Drogheda: “pienso que hemos degollado a todos los defensores. No creo que de todos hayan quedado 30 con vida”. Así procedió en todas partes. Las plazas sitiadas que no querían entregarse eran asaltadas y saqueadas, todo el que se levantaba en armas, era degollado. No se perdonaba mujeres, niños, ancianos ni sacerdotes y su sangre y sus cadáveres llenaban las calles.
Durante la feroz guerra desatada contra Inglaterra a partir de 1649, Irlanda estuvo destinada a sufrir una de las hambrunas más terribles que pueblo alguno jamás haya padecido, y que dejaron graves secuelas en los habitantes de aquellas localidades.
Luego de la heroica resistencia del pueblo irlandés, muchos de los que lucharon contra la barbarie de Cronwell dejaron su amada tierra y entraron como soldados, sirviendo a países de tradición católica. Otros fueron menos afortunados y terminaron siendo vendidos como esclavos a las colonias británicas.
El escarmiento llevado a cabo fue terrible; a los rebeldes se les quitó los pocos bienes que poseían, además de confiscarles las tierras, las que pasaron a manos de los integrantes del ejército sitiador. También se les prohibió ejercer la religión católica, bajo pena de ser pasado por las armas el que desobedeciera tal prohibición.
Resta señalar que la región donde nació el futuro almirante fue de las más rebeldes de las islas británicas, por lo que se hacía dificultoso someterla. Pero en 1793 la localidad de Connaught fue protagonista de una gran rebelión que se expandió por toda Irlanda donde participaron tanto católicos como protestantes, la que también culminó en una feroz matanza que redujo a esa noble nación, a cenizas.
ESPIRITU INDOMITO
Así era la tierra donde nació Guillermo Brown; una tierra sufriente, perseguida y martirizada donde sus hijos se mantuvieron dignos, orgullosos de su origen celta; no claudicaronni toleraron la arrogancia de Cronwell. Fueron casi exterminados, es cierto, pero ese espíritu indómito, belicoso, rebelde, se transmitió de generación en generación evitando que la sangre irlandesa que corre por las venas de ese pueblo indomable, no se extinguiera en el tiempo.
Muy por el contrario, el espíritu irlandés prosiguió su derrotero invadiendo las almas de hombres y mujeres decididos a luchar hasta el final por sus creencias, por su fe, por sus principios y por su dignidad.
Uno de esos hombres que enorgullece el espíritu de aquel pueblo legendario es Guillermo Brown, el hombre que en su corazón guardaba ese fuego que trasladó a la lejana América del sur, para beneficio y gloria de los habitantes de esas tierras.
* Historiador.