Opinión
Estaba ubicada en la Avenida Belgrano N°418-430 del barrio de Monserrat (2° y última parte)

La casa familiar de Manuel Belgrano

POR ALEJANDRO MADDONNI (*) Y ROBERTO COLIMODIO (**)

Si bien no se halló aun la escritura de compra-venta de la casa en cuestión, queda demostrado por medio de otros documentos que la venta se habría producido en 1870-1871 y la escrituración en 1872-1873 siendo su comprador algún integrante o empresa de la familia Demarchi que desde la década de 1840 habitó una propiedad lindera con frente a la calle Defensa, junto a la cual se instaló la primera botica familiar. La guía comercial de 1873 muestra claramente que la numeración que por entonces correspondía a la parcela histórica ya se encontraba ocupada por la “Botica Demarchi” que expandió así su actividad comercial desde la calle Defensa hacia la calle Belgrano. Para ello fue necesario realizar un estudio pormenorizado de la numeración histórica desde 1822 hasta la actualidad para determinar con exactitud qué parcela ocupó la casa y cuál no.

A partir de entonces se produjo la demolición de la casa Belgrano para la construcción de un nuevo edificio en cuyos planos de instalaciones sanitarias de 1889 consta como propietario el Sr. “A. Demarchi”. Esta construcción identificada en este estudio como “Pre-Calmer” fue levantada hacia 1880 y constituye un eslabón perdido entre la casa histórica y el edificio actual. Contaba con tres pisos y azotea y fue destinado a “casa de renta”. Con su fachada de estilo italianizante y sus nueve portones de acceso sobrevivió hasta 1938 cuando se lo demolió para el ensanche de la avenida Belgrano y la construcción de un edificio racionalista conocido como “CALMER” proyectado por el arquitecto Leopoldo Schwarz y construido por la empresa Maurette. Estos tres edificios que sucesivamente ocuparon la parcela, completan la historia del solar de la familia Belgrano a lo largo de cuatro siglos.

LA DESAPARICION DE LA CASA Y EL OLVIDO

A los ojos de hoy la demolición de esta casa puede parecer inaceptable y hasta insólita pero varios factores recurrieron a su desaparición comenzando por la fecha de su venta a fines de 1870. La inminente epidemia de fiebre amarilla desatada un par de meses más tarde convirtió a las antiguas casas coloniales en focos de infección por el alto factor de ocupación de las mismas y por falta de condiciones de salubridad que serían exigidas poco tiempo después. Para entonces la casa cargaba con una pesada herencia acumulada prácticamente desde la adquisición de 1764.

Las fianzas e hipotecas contraídas por Domingo Belgrano como garantía de sus negocios desde la compra de la propiedad signaron su suerte hasta la venta final. Con los años acumuló una serie de antecedentes económicos, judiciales y familiares que la convirtieron en un bien antiguo y obsoleto carente de todo valor histórico al momento de la demolición, aunque no económico.

Prueba elocuente de ello es que no existe una sola mención a Manuel Belgrano en el largo concurso de su hermano Francisco que involucró a los bienes familiares durante 50 años y del cual la casa formó parte a partir de 1856. Fue la casa paterna, familiar y mortuoria, el hogar familiar de Manuel, pero no su propio hogar, el que solía organizarse luego de “tomar estado” como se llamaba por entonces al casamiento y donde pudiera haber criado a sus hijos junto a su esposa. No fue así. Manuel dedicó su vida a la formación profesional y más tarde a la causa de la Revolución.

La casa quedó ligada al pasado colonial y a la figura del “páter familias” y fundador del linaje en el Río de la Plata. No al de Manuel ni a ninguno de sus hermanos. Esto, sumado al deterioro del edificio atentó contra el “recuerdo de la casa” siendo en todo caso lo visible el sector “mercantil” cuyo alquiler y rotación de inquilinos lo volvió impersonal y ajeno a la arquitectura residencial del barrio. La conciencia patrimonial que hoy crece en la sociedad no existía a fines del siglo XIX. La misma Sociedad Central de Arquitectos consideraba el perfil edilicio de Buenos Aires como “una cuartería de tejas” y cuyo principal objetivo era demolerla para reemplazarla por el nuevo paradigma arquitectónico importado de Italia y Francia.

Tampoco el Estado mostró interés en el rescate de la Casa Belgrano. En este sentido es elocuente el discurso de Sarmiento en la inauguración de la estatua ecuestre del prócer en 1873 diciendo que “apenas se conserva el recuerdo de su casa en Buenos Aires”. Para entonces la figura de Manuel Belgrano no había adquirido la dimensión que alcanzó durante el siglo XX a pesar de que ya se había publicado la Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina de Bartolomé Mitre e inaugurado su estatua ecuestre, además de contar con el temprano antecedente de que su apellido dio nombre a la calle donde estaba su casa natal desde 1821.

Al día de hoy no pudo ser hallada ninguna imagen que la retrate ni testimonio verídico que la describa fuera de una serie de relatos costumbristas y pintorescos, varios de los cuales se contradicen entre sí, cargados de una serie de generalidades que pueden ser aplicadas a cualquier casa típica de le época. La confusión con la casa de al lado a partir de los dichos de Peña puso punto final a su recuerdo ya borrado desde 1873 según los dichos de Sarmiento y dio origen a uno de los errores históricos más lamentables de nuestro pasado.

EL ROBO DE UNA PLACA CENTENARIA

Hasta 2022 varias placas identificaron el actual edificio como heredero del solar histórico, la primera de ellas colocada en 1920 al cumplirse el primer centenario de la muerte del prócer. Lamentablemente en octubre de 2022 se produjo el robo de la misma, lo que motivó retiro de las placas restantes. Entre ellas una que colocara en 1941 la Comisión de Monumentos señalando el lugar correcto donde se encontraba la casa. A pesar de la existencia de dicha placa, el solar aguarda inexplicablemente ser declarado como Lugar Histórico Nacional, categoría impulsada a partir de la nueva documentación publicada.

UN ESTUDIO PIONERO Y NECESARIO

Este trabajo contó con el apoyo del licenciado Manuel Belgrano, presidente del Instituto Nacional Belgraniano y chozno nieto del prócer, quien redactó además uno de los prólogos donde destaca que este era un “estudio histórico necesario”. El segundo prologo fue escrito por el reconocido arqueólogo y doctor en Arquitectura Daniel Schávelzon, director y fundador del Centro de Arqueología Urbana de la FADU, UBA quien destacó que el libro es un “trabajo pionero” en el estudio de esta casa. Se incluyó además una mención a la compleja situación legal que atravesó la propiedad a cargo de la Dra. Gabriela Valeria Vega, gestora cultural e integrante de la Comisión de Cultura del Colegio de Abogados de la Capital Federal. La obra fue declarada de interés cultural por el Instituto Nacional Belgraniano, por el Senado de la Nación y por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires durante el año 2022. La difusión de esta obra brindará la posibilidad de conocer donde estaba exactamente, como era y por qué desapareció la casa histórica donde nació, vivió y murió el General Manuel Belgrano, saldando una deuda histórica que ya lleva más de un siglo.

(*) Arquitecto egresado de la UBA. Vocal de la Junta de Cultura y de Estudios Históricos de Monte Castro. Creó y dirige el Taller Patrimonio y Ciudad (2011) junto al arquitecto Gastón Becerra. Autor de dos libros: “La Reconquista de Buenos Aires. Escenarios, hitos y vestigios” (2006) y “Buenos Aires en demolición” (2021).

(**) Historiador y genealogista. Miembro de número de la Academia Argentina de la Historia y correspondiente por Buenos Aires de la Academia Sanmartiniana y del Instituto Nacional Belgraniano. Autor de “Oficiales de Belgrano prisioneros en Ayohuma” (2014) y de “Los Héroes olvidados de la Cuesta de Chacabuco” (2018).